La República Dominicana, como país invitado a la Feria del Libro de Madrid de 2019, ha tenido un rotundo y clamoroso éxito. Era la primera vez que el país tenía esa distinción y se puede afirmar que cumplió no bien sino con excelencia, el reto que ello significaba. Téngase en consideración que en la edición del año pasado unos dos millones de madrileños y visitantes de la ciudad visitaron la feria. La cifra de visitantes en este año supera los dos millones y se vendieron algo más de 500 mil libros.

El pabellón de la República Dominicana estaba situado en el centro del paseo de aproximadamente un kilometro dónde se colocan, a ambos lados del mismo, las diferentes casetas de librerías, editoriales, departamentos de publicaciones de diferentes ministerios, instituciones y algunas fundaciones y asociaciones. De manera que los visitantes han visto las magnificas fotografías de monumentos históricos y paisajes de nuestro país y muchos de ellos han entrado al pabellón dominicano y han obtenido respuestas a sus preguntas sobre diversos aspectos del acontecer dominicano o asistido a los actos culturales programados.

Hay que destacar que en los diecisiete días que dura la feria desde su inauguración por el Rey y con la presencia de la reina, el 31 de mayo, hasta su conclusión el 16 de junio, la Embajada y el comité organizador de la participación dominicana, celebraron 130 actos en el que han intervenido algo más de 100 invitados dominicanos y algunos españoles, entre los que destaco a Mario Vargas Llosa y Juan Luis Cebrián, entre otros de similar relevancia pero, quizás, menos conocidos por el público.

Se han hecho conferencias, intervenciones y coloquios, sobre temas históricos, de literatura, antropología, poesía, música, gastronomía, migraciones, talleres, conciertos, teatro, recitales de poesía, presentaciones de libros y una exposición de fotografías sobre el exilio español republicano de 1939 en el país y otras actividades.

El balance es muy positivo, tanto como medio de dar a conocer la actividad cultural dominicana a través de los autores, creadores, músicos y actores presentes en la feria, como para dar visibilidad a un lado menos conocido en España, que República Dominicana, además de la oferta de sol, playas, ron, tabaco y oportunidades de inversión y negocios rentables, tiene una producción intelectual y de creación de las más importantes del Caribe. Si bien, por falta de una política proactiva de promoción cultural hacia el exterior está no encuentra el eco y el reconocimiento debido: salvo lo relativo a la música: bachata y merengue.

Así pues, es justo elogiar la iniciativa del Embajador dominicano en España y del comité organizador, así como de todas las personas que han intervenido en las facetas de organización, logística y financiamiento de los eventos realizados. Obviamente, dar gracias a los protagonistas de esta fiesta cultural, es decir, a todos los invitados a participar, ya que con su presencia han difundido los mejores aspectos de la cultura dominicana y, no menos importante, han sabido representar a aquellos que no han sido invitados o han tenido que declinar participar. Ellos han estado en Madrid y aunque participaban en nombre propio, también lo hacían como vicarios de los ausentes.

Es imposible lograr la unanimidad de todos en todo. He leído alguna crítica, con algunos elementos sin duda ciertos y otros discutibles, sobre la selección de los que han sido invitados. Para mi es obvio que quienes escogen no siempre logran satisfacer el deseo de la totalidad de quienes estiman que ellos debieron ser los que estuvieran presentes en Madrid.

Se critica que hubo criterios selectivos basados en que fueran personas que no tuvieran una neta confrontación con el gobierno actual, es decir, dóciles, no conflictivos o al servicio del régimen actual, hay que decir, que hay casos evidentes que contradicen ese criterio, o bien, que el mismo no se aplicó en todos los casos. Es decir, la crítica, al menos en lo que a esto se refiere, carece de matices.

La pregunta clave a hacerse es, si fuera otro el gobierno y otros los intelectuales, autores, artistas, etc. miembros del comité organizador y de selección de los invitados a la Feria del Libro de Madrid, ¿aplicarían ellos criterios diferentes? ¿Invitarían a sus “rivales” profesionales, de grupos literarios encontrados, de competencia por posiciones de prestigio o poder, de celos artísticos o fobias diversas, interpersonales o políticas? Mucho me temo que no. La equidad y el justo aprecio de los trabajos de los demás, nunca ha sido una virtud entre la llamada –en sentido amplio-intelectualidad dominicana.

Pienso que todos los invitados tienen méritos para haber venido a Madrid. Muchos de los no invitados también, no lo dudo. Podían haber sido invitados y no lo fueron, eso es indudable. Por no referirnos a la pléyade de autores y creadores dominicanos que residen en los Estados Unidos, Europa y AL, que no han sido o no han podido ser invitados. Dicho lo cual, sería injusto no reconocer que la presencia en Madrid fue plural en sensibilidades, aunque no fuera estrictamente equitativa.

La moraleja es que, como en cualquier decisión donde hay que repartir bienes escasos entre una población amplia, el reparto siempre será injusto para quienes no se ven favorecidos con el mismo. Y, sin duda, los que toman las decisiones sobre el reparto casi siempre lo harán a favor de quienes son más cercanos a sus intereses, metas y valores. Es que son humanos y los recursos finitos.