What? ¿Que le hable de mi migración? Ok, pero ando un poco rápido. Yo me fui de RD hace como 9 años. Yo vivía en la capital y estaba siempre quillao con las cagabunderías patétricas de leonel y sus comesolos, con crisis de apagones y BANG, me llegó la Greencard gracias a que mi salvadora madre me había pedío hacía como una década. Tuve la suerte de que me llegó justo cuando pusieron la Ley Seca de no beber después de la medianoche. De hecho, la gota que derramó el vaso de pipí fue que salí un miércoles a un cumpleaños de un pana, y cuando raudo regresaba para mi Ensanche Quisqueya (juyendo desde que dieron las 12 cual barbuíta cenicienta gambada temiendo que el carro de mi hermana de repente se convirtiera en una auyama) me pararon en la 27 con Gómez tres policías con ametralladoras.
—Va preso que ta bebiendo.
—Yo no toy bebiendo na.
—¿Tiene romo en ei carro?
—No tengo romo en ei carro, tengo perico, yeiba, LSD, y 3 mejorai para niños, pero romo no tengo.
—Vamo pai cuaitei dei plan piloto pa revisai ei carro.
—Toma.
Seguí mi camino rumiando la abusadora disminución de mis fondos cuando en la 27 con Lincoln me pararon tres policías con ametralladoras, y como un dejà vu infernal el mismo diálogo se repitió, pero esta vez el acento del delincuente uniformado en lugar de cibæño era sureño, "Par cuarter", dijo ese fatal. Vuelvo y arranco maldiciendo el segundo atraco consecutivo cuando en la 27 con Churchill me pararon, otra vez, tres policías con el mismo traque, pero, como a la realidad le encanta la asimetría simétrica, el acento del delincuente uniformado era capitaleño, "Pal Cualtel", dijo ese otro fatal. "Vamo a ve si crean un código, 666, pa que el ciudadano se lo diga cuando ya fue atracao por uno de utede esa mima noche", le aconsejé al muy bestia mientras le entregaba mis últimos 100 pesos. Cuando apocao, abrumao por la indignación, por fin llegué a mi casa, había un apagón y la planta estaba apagada porque ya había cogío mucho fuete esa semana y ni siquiera era viernes.
Otra cosa era comprar ropa allá, era difícil encontrar pantalones que me quedaran bien. Soy 31 de cintura y 30 de piernitas, aunque prefiero 32-30, y allá en RD nada más aparecían 32-34 o 32-40, y después de comprar no muy contento el modelo que me quedara Meh tenía que ir a bregar con Pichicho, un sastre frustrado, que quedaba por mi casa, que alteraba ropa mientras apostaba dinero a cualquier deporte, quien parece que había aprendío a hacer ruedos con el papá de Groucho Marx, siempre quedaba una pierna como más larga que la otra, aunque el juraba y perjuraba que taban igualita. También con los sombreros, desde niño me han gustao mucho los sombreros, no solo pa tapá mi calvita, como dice un primo mío devoto del dar cuerda y del pedir dinero prestado, también para ocultar mi rostro (si por mí fuera aquí andara con una burka, pero fácilmente me explotan pensando que es una burla fashion a Mahoma), además, me dicen que me quedan muy bien, y son muy buen rompehielo, a los 5 minutos de llegar a un antro alguien quiere ponérselo, en fin, que aquí en NY aparecen sombreros como uno los quiera, italiano hecho a mano a precio razonable. Allá nunca encontraba del tamaño de mi caco, los que me quedaban bien usualmente eran de rústico guano y uno una vez me peló la frente que tuvieron que ponerme mentiolé, y pico muchísimo.
Otra cosa era comprar libros allá. Aquí en NY aparece el libro que uno quiera, y en inglés si el autor lo escribió en ingles (y así no tengo que bregar con una traducción española que ponga Escualo por Shark y por Blossom ponga Pimpollo), de hecho, ahí en Strand compré uno por 1 dólar con todos los poemas de TS Elliot. Allá en RD cada vez que iba a comprar libros me topaba con otra edición de lujo de La Casa de los Espíritus, que ya había leío obligao cuando estudiaba en UNIBE. A propósito, en la clase de mi BFF también lo pusieron y sucedió lo siguente:
—Jáquez…
—Presente profesora.
—¿Está leyendo el libro?
—Claro profesora, ya yo voy como por la mitá.
—A ver, ¿por qué vía llegó Barrabás?
—No profesora, yo todavía no voy por ahí.
—Avance Jáquez, avance…
Yo, gracias a la Fuerza, no soy un perro creado por Isabel Allende, no llegué a NY por vía marítima, llegué en un avión y empecé a coger lucha de una vez, frío, trabajitos de mierda, el axioma de los comienzos son difíciles para el que no es rico, eso se sabe, que el rico solo se va de su país por estudios, porque la mujer lo botó o atrás de un hombre, por huir de la Justicia, o porque quiere despertar frente al Everest; pero el tiempo fue pasando, el vacío en el estómago que llaman Nostalgia empezó a sentirse solo en Semana Santa (porque estos gringos de porra trabajan hasta el sagrado Viernes Santo santísimo, son unos abusadores carajo), perdón por el exabrupto (pero coñazo es una injusticia muy injusta que la Semana Santa solo se celebre en países subdesarrollados, es decir, católicos); pero bueno, chin a chin ese vacío fue molestando menos, especialmente cuando cenaba Salmón Gratinado en un restaurant italiano que queda por Fordham; el cerebro adulto fue comprendiendo que en este hábitat el clima solo era malo algunos meses, que era muy chulo ver la nieve caer, abrazao y sin tener que salir, que después del invierno llegaba la primavera con el bonito revoltiao, que con cada estación yo me sentía diferente, mi alma se multiplicaba ante la variedad, que el Brooklyn Bridge, como dijo Marquis, es una canción de piedra y acero, que a pesar de todo yo vivía como un arcipreste glotón con las necesidades básicas cubiertas (esas cuyo valor minimiza aquel que siempre las ha tenido cubiertas): comida, techo, aire acondicionado, calefacción, agua caliente, ropa (algo banal que, no lo dijo Wilde, pero alivia problemas banales y elementales), una friza bien gorda que me hacía dormir cómodamente por 6 horas mínimo, sin apagones ni temor de que par de ladrones se vayan a meter a mi casa a robarme y a matarme mientras duermo (que en Bonao tengo familiares que se turnan para pasar la noche en vela en una mecedora y pegan un brinco taquicardioso hasta cuando una brisita tumba un coco). Y así, el otro día que NY amaneció a 75, con la Naturaleza parida de Cherry Blossoms, fui donde Tío Mingo quien tenía puesto un canal de RD, y sufrí las noticias por una hora, y sufrí una sesión de la cámara de diputados, y sufrí par de horas De Extremo a Extremo, inmediatamente como un personaje de Flann O’Brien, que no es mártir ni masoquista, caí de rodillas, y di gracias a los cielos de estar lejos de todo eso.
Una cosa antes de irme. No se equivoque con nosotros los diasporeros mandadores de remesas que nos adaptamos a vivir fuera, a uno le duele intensamente su Quisqueya, uno pierde el apetito frente a un locrio de costillitas ahumadas porque se enteró de algún desastre en el terruño, ya sea un ciclón mandao por la Naturaleza o el pacto de danilo con miguelvarga.
La vaina es que si uno es adulto uno vive donde siente que uno está mejor, que nadie le tiene una pistola en la cabeza a uno para que se quede aquí, a pesar del eterno macaneo infantil de "Yo vivía en RD como una princesa y mírame aquí estudiando este libro en inglés", o, "Ahora mimo tuviera yo en una enramá bajando jumbo y no aburrío con to eta nieve"; uno sopesa lo bueno con lo malo, y decide vivir esa vida elegida. Es como la fábula inédita de Esopo sobre el Macotoro que vivía en un lugar medio árido, con muchos predadores y pocos insectos, con una novia escorpiona y panas saltacocotes con los que jugaba dominó, y un día una tortuga viajera le dijo que un poco más parallá, hacia el Norte, había un oasis con insectos y charquito, y en el último párrafo dejamos a ese Macotoro zambullío hasta los ojos saltones en ese charquito, sacando la cabeza solo para engullir una mosca o libélula que se puso a distancia de su larga lengua. La nostalgia del pobre es una penita necesaria, entre una ciudad donde vive mejor y unos humanos donde vive peor se elegirá la ciudad.
Y ya sí es verdad que me tengo que ir, que voy para Brooklyn y hoy es la Parada Boricua o Dominicana aquí en NY, esos trenes se pondrán bien demanding cuando al atardecer se acabe el desfile en downtown, van a estar full de mulatas mamis culúas con atuendos veraniegos acompañadas de mulatos papis celosos con barbitas dibujadas, tal vez alguno porte un cuchillito con filo. A propósito, déjeme preguntarle algo yo a usted, ¿se imagina que en RD hagan una Parada Haitiana, cerrando la 27, la Gómez, la Lincoln y la Churchill, con los haitianos bailando gagá en esas calles de Dios?