El ex presidente Leonel Fernández, responsable de un agujero fiscal por un monto que podría financiar una pequeña expedición a Marte, principal imputado en un escándalo de lavado de activos sin precedentes y autor confeso (por medio de sus abogados) de toda una florida gama de "indelicadezas" amorales y anti éticas que desafían la tipificación, es un ávido lector de Shakespeare.
Este interesante rasgo del "Estadista de Villa Juana", ya convertido en leyenda por la abundancia de picapollos que suele caracterizar sus puestas en escena y discursos públicos, quedó evidenciada el día de ayer con la publicación de "Elogio de la calumnia", una sinopsis interesada de la tragedia Otelo, de William Shakespeare, con un título emprestado de Erasmo de Rotterdam.
En su escrito, que bien podría competir con los Cliff’s Notes de la obra del Bardo de Avon, el ex presidente recuenta cómo Yago, un simple alférez, abusa de la confianza de su general, el moro Otelo, movido por la envidia y la afrenta de ser pasado por alto en la ceremonia de promociones. En adelante se propone arruinar a Otelo, para lograr lo cual fabrica un embeleco que insinúa, a cada paso con mayor fervor y evidencia, la infidelidad de la esposa del moro, Desdémona. Al final, muere Desdémona y muere Otelo; Yago queda vivo para enfrentar la justicia.
La inmamable exégesis de este especialista dominical no alcanza altos vuelos ni impone sofisticadas lecturas puesto que, resulta claro para cualquiera, es una mal encubierta e infantil analogía con la sórdida trama en la que se ve envuelto el fundador y propietario de FUNGLODE, organización beneficiada con dineros del erario público de acuerdo con la denuncia de Guillermo Moreno, líder de Alianza País, y de acuerdo también con los abogados del defendido, Jefe Supremo del Partido de la Liberación Dominicana.
Y no podría ser de otra manera. Para lograr un análisis literario que demuestre pericia, el tema debe abordarse en frío, sin motivos ulteriores y extradiegéticos… En otras palabras: para que sea de utilidad un análisis literario shakesperiano publicado en un diario de circulación masiva, el autor no puede pretender que sus lectores lo identifiquen con la virginal y honesta Desdémona. Ante un artículo como el publicado por Leonel Fernández el día de ayer en el Listín Diario, me pregunto con toda seriedad qué tipo de lesión neurológica afecta al lector o lectora que identifique a Leonel Fernández con cualquier otro personaje que no sea el mismo Yago.
La colega escritora y activista Beatriz Ferrer no perdió tiempo en comentar este ridículo desfase, poniendo en tela de juicio la candidez de un autor cuyo artículo desborda el deseo de autovictimización y autoflagelación, colocándose en el centro de una trama injusta de la que es carnada ciega y sorprendida… "¿Cómo es posible que me hagan esto?", parece exclamar el engendro Leonel/Desdémona desde las profundidades de las entrelíneas. "A mí, que he hecho tanto por vosotros"…
A los que profesamos leer y escribir como una carrera nos cuesta mucho, muchísimo, no identificar a Leonel con Yago. Es prácticamente imposible. Sobre todo cuando el eminente escritor británico William Hazlitt caracterizó así al viperino alférez: "Yago es un caso extremo … de la actividad intelectual enferma, con la más perfecta indiferencia hacia la moral del bien y del mal, o más bien con una decidida preferencia de este último, porque cae más fácilmente con su propensión favorita, da mayor sabor a sus pensamientos y alcance a sus acciones. Es tan indiferente a su propio destino como al de los demás, y corre todos los riesgos para obtener una insignificante y dudosa ventaja, siendo él mismo el embaucado y la víctima de su pasión dominante -. el deseo insaciable de la más difícil y peligrosa clase de actividad".
No creo que sea necesario ser un especialista para ubicar las similitudes. Por otro lado, la sibilante lengua es la mejor arma de ambos personajes, el shakesperiano y el villajuanense.
El ex presidente Fernández erró gravemente al elegir Otelo para su ditirambo sobre la calumnia y la victimización del "hombre honesto". Insisto en que Fernández y sus secuaces siguen comportándose como si la población dominicana fuera imbécil, convencidos de que malabares de esta cruda, basta y mal pensada índole pueden ser capaces de engatusar a alguien. Su artículo, y apenas puedo contener la risa, no ha logrado otra cosa que empujar a los más curiosos a leer Otelo, para darse cuenta por ellos mismos quiénes son realmente los equivalentes dominicanos de esos personajes venecianos.
En lo que a mí respecta, el texto ex presidencial me ha puesto en la onda de releer Macbeth, mi segunda tragedia favorita de Shakespeare (la primera es El Rey Lear). ¡Uy, y esa sí que tiene una lectura sumamente interesante si la leemos a contrapelo del elenco estelar de nuestra política local! Porque en ese drama tétrico, macabro y sangriento, tres brujas profetizan que Macbeth se convertirá en rey de los escoceses, pero que, ¡horror!, deberá compartir su poder eventualmente, pues descendientes de su correligionario, el capitán Banco, también ascenderán al trono eventualmente. Entra en escena entonces uno de los personajes femeninos más famosos de la literatura (más famoso y vil que el mismo Yago, señor ex presidente), la cruel y pomposa Lady Macbeth, que le come la oreja al marido para que deje su palomería y mire a ver qué va a hacer. De modo que a Macbeth no le queda otra sino asesinar al rey Duncan, convirtiéndose en rey y dando caza a Banco y a todos sus hijos. ¿Que cómo termina la historia? Lean.
Quiero despedirme comentando una de las partes más divertidas del inmasticable ejercicio de estudiante subgraduado pergeñado por el ex presidente Leonel Fernández: la adjudicación de la siguiente cita a Víctor Hugo: "Dejarse calumniar es una de las fuerzas del hombre honesto". Por más que he fatigado las posibles fuentes donde el escritor francés pudo haber dicho esto, no hallo el origen. Concluyo, de modo preliminar y no de manera fáctica, que la cita es apócrifa. Sin embargo, las siguientes sí fueron dichas o escritas por el mayor exponente del romanticismo francés y, en el contexto que nos ocupa, vienen como anillo al dedo o, como solía decir el poeta puertorriqueño Marcos Pérez en su juventud, "como guineo en boca de vieja":
- Trata de no perder jamás tu valor moral, pues tu vida depende de esta gran fuerza del alma, que es tu coraza.
-
Cuando el niño destroza su juguete, parece que anda buscándole su alma.
- El infierno está todo en esta palabra: soledad.
-
No hay malas hierbas ni hombres malos. No hay más que malos cultivadores.
- Donde no hay más que una mañosa astucia, necesariamente hay mezquindad. Decir astutos es decir mediocres.
- El sufrir merece respeto, el someterse es despreciable.
- El agua que no corre hace un pantano; la mente que no trabaja hace un tonto.
- A nadie le faltan fuerzas; lo que a muchísimos les falta es voluntad.
- La popularidad es la gloria en calderilla.
- La libertad es el aire respirable del alma humana.
- Gozar: qué triste fin y qué estúpida ambición. También el animal goza. Pensar: he aquí el verdadero triunfo del alma.
- A partir de la cáscara se puede saber mucho del molusco, y a partir de la casa se puede saber mucho del inquilino.
- El recuerdo es vecino del remordimiento.
- Fácil es saber quien no tiene la razón: el que ataca en compensación.
Esta última también cuenta si el atacante se esconde tras Shakespeare.