La victoria de Luis Abinader y de Raquel Peña, como presidente y vicepresidente electos fue incuestionable. Los rápidos reconocimientos de este triunfo por parte de Leonel Fernández, Gonzalo Castillo y el propio presidente de la República, sin reservas, así lo confirman. La propia Junta Central Electoral (JCE) así lo hizo en el tiempo previsto en la ley.
Aunque por cumplir con sus deberes legales a nadie se debe reconocer, debemos convenir que en las elecciones del domingo pasado la JCE dio una demostración del cumplimiento de sus obligaciones. Más después de los sinsabores de la población por su negligencia en la implementación del voto electrónico, que ocasionó incluso la cancelación de las elecciones municipales de febrero pasado.
Hemos de destacar que durante el proceso comicial los sufragantes y la población tuvieron, en general, un comportamiento ejemplar. Los casos particulares, con la lamentable muerte de un ciudadano, confirman la regla de la conducta cívica exhibida por los votantes. Nos estamos ganando el trofeo de la madurez democrática. La lucha hasta sin cuartel de los candidatos, de los líderes, dirigentes y miembros de las diferentes organizaciones políticas es parte de la lucha electoral y ya pasó.
Ahora toca al presidente, vicepresidente, senadores y diputados electos celebrar con humildad sus logros; pero sobre todo servirle a quienes habitamos esta media isla para que sigamos creyendo que en democracia vivimos mejor, a pesar de sus debilidades.
Falta ahora que los funcionarios y congresistas electos cumplan aquello por y para lo cual fueron electos. Se acabaron los discursos grandilocuentes, los ataques, excusas y dádivas. Basta ya de decir que las necesidades ciudadanas son el compromiso del candidato.
A partir del 16 de agosto toca a nuestros mandatarios – fueron electos por nosotros y deben respondernos por el mandato- servir con entereza, dedicación, eficiencia, eficacia, imparcialidad y responsabilidad para seguir aportando al desarrollo de nuestro país. De esta forma los derechos ciudadanos seguirán haciéndose realidad, se extenderán sus niveles de protección y podremos alcanzar, si no el cielo, el que solo Dios da, un verdadero Estado Social y Democrático de Derechos.
Como líder que se asume Luis Abinader ahora, ¡qué gran compromiso! Espero que él, como los demás elegidos, lo honren.