Con alfombra roja y en el Salón de los Embajadores fue recibido Luis Pie, el modesto atleta de Bayaguana, que días atrás había salido como un viajero más, formando parte de la delegación atlética criolla que fue a Río en busca de la gloria olímpica, que regresó en forma de una presea de bronce exhibida orgullosamente en su pecho, la que permitió a la República Dominicana ser uno de los 87 países que figuró en el medallero entre los 207 que participaron en el magno evento.
Al frente de la comisión de recibo, el recién estrenado Ministro de Deportes, Danilo Díaz, que compartió el merecido aplauso con el de la muchedumbre que acudió a recibirlo y que subió de tono cuando el joven taekwondista colocó la medalla sobre la enseña nacional, la misma que paseó con orgullo cuando la victoria coronó su esfuerzo, como una forma simbólica de ofrecerla a todos los dominicanos.
Bastaría ese hermoso gesto para dar cumplida respuesta a los necios que nunca faltan en el camino, por suerte una limitada cantidad, que al no tener otro empeño mejor a que dedicarse, haciendo gala de un trasnochado cretinismo patriotero, lanzaron en las redes sociales la tendenciosa especie de poner en duda la nacionalidad dominicana de Pie, tomando como una excusa su apellido y, por consiguiente, la validez dominicana de la medalla olímpica. Fue oportuno antes de que la perversa trama cobrara fuerza, que la Junta Central Electoral se apresurara a certificar la nacionalidad auténtica del joven y esforzado atleta, nacido en el país y de vientre nativo.
Su victoria, además del merecido reconocimiento público, le permitirá además recibir una vivienda y un premio en metálico de cuatro millones de pesos, tal como está establecido para los ganadores de medallas olímpicas.
¿Fue exitosa la participación de la República Dominicana en las Olimpíadas? ¿Merecen nuestros atletas ser felicitados por el esfuerzo que desplegaron? Creemos que si. El hecho de que aparezcamos en el medallero con una sola presea no resta mérito a su desempeño compitiendo contra los mejores atletas del mundo y las mayores potencias deportivas, donde 120 países no pudieron subir su representación al pódium de los triunfadores.
Si se revisa la tabla de los resultados olímpicos, veremos que las primeras posiciones, de manera indefectible, las ocupan los países más altamente desarrollados, donde disponen de amplísimos presupuestos para el fomento de las actividades deportivas. Estados Unidos, Gran Bretaña, Japón, Francia, China, Rusia, Alemania coparon los primeros puestos, una situación que con muy ligeras variantes se repite en cada Olimpíada.
De este lado del mundo, el anfitrión, ese gigante que es Brasil, con sus más de doscientos millones de habitantes, veinte veces más que nuestro pedazo de isla y una de las cinco economías emergentes del planeta finalizó con apenas cinco preseas. Fue también modesta y de escasa retribución áurea la participación de México, Colombia, Venezuela y Argentina, los mayores países de Suramérica. No hay, pues, motivo para sentir bochorno y negarle reconocimiento a los nuestros y antes por el contrario, dejarles sentir nuestra solidaridad y aliento.
Fue lo que oportunamente recibieron al final de cada jornada del presidente del COD, Luisín Mejía y de Felipe Vicini, fundador y presidente de CRESO, la entidad formada por un grupo de conocidas empresas nacionales que con sus significativos aportes económicos le prestan un inestimable patrocinio a nuestros atletas de alta competición en al menos una docena de disciplinas, a la que Luis Pie agradeció el apoyo que le ha brindado para su desarrollo deportivo y su preparación académica. Ese respaldo moral a nuestros atletas es también una reiteración de que CRESO seguirá adelante con su programa de ayuda al fomento del deporte nacional de alta competición.
En lo que entendemos necesario seguir insistiendo, valga la aclaración de que no somos ni por asomo expertos en el tema como tampoco creemos que resulte necesario serlo porque viene a resultar algo que se cae de la mata, es en la necesidad de masificar las actividades deportivas con un programa sistemático, sostenido y abarcador que sea llevado al sistema escolar desde los más tempranos cursos, como parte de la formación integral de los educandos.
Esa es la cantera de donde saldrán nuestras futuras estrellas del atletismo, capaces de multiplicar nuestra presencia en los medalleros olímpicos, como hemos logrado hacernos sentir en el beisbol organizado, donde contamos proporcionalmente con la mayor cantidad de jugadores en las Grandes Ligas y varios candidatos corriendo por el carril de adentro para el Salón de la Fama de Cooperstown.
Y para los nuestros que regresan a la patria después de haber dado demostraciones palpables de coraje en el mayor evento mundial deportivo, reconocimiento, aliento y una efusiva felicitación. Aún les queda mucho que aportar.
Sean bienvenidos.