Si la economía funcionara de acuerdo a las clásicas leyes que aprendimos con el venerable profesor Ignacio Miranda, las crisis serían como breves paseos al parque; Estados Unidos no estaría embarcado en estos momentos en descabelladas aventuras en Ucrania, Venezuela y Medio Oriente buscando frenar el inevitable declive imperial, y los presidentes de la República Dominicana de 1990 para acá habrían sido, en orden cronológico: Juan Bosch, José Francisco Peña Gómez, Fernando Álvarez Bogaert, Hipólito Mejía, Milagros Ortiz Bosch y Leonel Fernández Reyna.
La realidad, sin embargo, se encauza por senderos que, frecuentemente, no están previstos en los manuales, pero pueden descifrarse mediante el análisis de coyuntura usando las herramientas apropiadas. Y, eso es lo que aprendí con Luis H. Vargas, mi amigo y antiguo correligionario, que devino con los años en un verdadero gurú de la economía para mí y para mucha gente que ha tenido acceso a sus artículos de prensa, sus investigaciones y su cátedra universitaria. Su trayectoria, tras graduarse de economista en la Universidad Autónoma de Santo Domingo a mediados de los ´70, ha sido la de un vulgarizador y un desmitificador de la ciencia, que ha contribuido mucho a la comprensión de la coyuntura económica dominicana y mundial por parte del simple lector o espectador. Por ejemplo, mientras la mayoría de supuestos entendidos y políticos aplaudían servilmente el Tratado de Libre Comercio con EEUU y Centroamérica (DR-CAFTA, sigla en inglés), Luis Vargas se ocupaba de advertir la trampa en que caían nuestros países gracias a la relación subalterna ante el poder metropolitano.
Luego, en un memorable trabajo titulado “Déficit comercial y CAFTA”, publicado en el desaparecido portal Clave Digital, él tuvo oportunidad de demostrar las nefastas consecuencias que la aplicación del susodicho tratado género en nuestra economía. Explicó:
“El déficit comercial de bienes de mil 991 millones de dólares de República Dominicana con respecto a Estados Unidos, durante el periodo de vigencia del CAFTA-RD, comprendido entre el 1 de marzo de 2007 y el pasado 29 de febrero del corriente 2008, revela el fracaso de la política del comercio exterior ejecutada por la actual administración gubernamental. La marcha al galope del saldo negativo mercantil de bienes de la economía dominicana, con relación a la estadounidense, se comprueba por el salto de 37,2% a 439,3 millones de 319,9 ocurrido en el primer bimestre de este año en comparación con similar lapso del año anterior.
Desde 2004 hasta 2006, la política de sobrevaluación del peso frente al dólar empujó la balanza comercial del superávit de 169 millones de dólares al precipicio de -818 millones y, desde 2007 hasta la fecha, dicha política complementada con el acuerdo come comercial nombrado han hundido las transacciones comerciales en un pozo sin fondo, tal y como se puede verificar por el salto mortal de 128,7% a mil 871 millones, por concepto de exceso del valor de las importaciones sobre el de las exportaciones, registrado en todo el año 2007 en relación a 2006.
Es evidente que el comercio de mercaderías domínico-americano tiende a empeorar como resultado del disparo al cielo de las importaciones, al mismo tiempo que apuntan hacia el suelo las exportaciones. Por caso, de 2004 a los doce primeros meses de 2007-2008 de aplicación del CAFTA, el valor importado se encaramó 42,4% a 6 mil 204 millones de dólares de 4 mil 358 millones, en tanto el valor exportado reculó 6,9% a 4 mil 213 de 4 mil 527 millones. En otras palabras, resulta increíble, pero cierto: en 2004, con devaluación monetaria y sin pacto comercial, el país exportó más bienes mercantiles que en marzo 2007-febrero 2008, con apreciación del peso y con implementación del CAFTA.[i] Lo que Luis quería dar a entender era que “con la entrada en vigencia del DR-CAFTA, el país ha registrado una caída en sus exportaciones, lo que hace cuestionable los beneficios prometidos por los promotores del citado convenio”.[ii]