En República Dominicana el asesinato político fue práctica usual a lo largo del siglo XX, acentuada durante el régimen tiránico de Rafael Leónidas Trujillo (23 de febrero 1930-30 de mayo 1961); en el periodo de Los 12 Años (1966-78), prolongación efectiva de la tiranía, ese tipo de crimen, ya convertido en crimen de Estado, fue común. Tanto así que un terrateniente de Yamasá se creyó con el derecho de ordenar la muerte de una pobre mujer que solamente pretendía usufructuar una pequeña parcela de subsistencia: Florinda Soriano Muñoz (Mamá Tingó) (1). El asesinato de Mamá Tingó demostró que oponerse al sistema social vigente era doblemente riesgoso en el medio rural. Y si al medio rural se agregaba la presencia de empresas multinacionales saqueadoras de recursos naturales, entonces el riesgo se multiplicaba.
Fue lo que ocurrió con un pequeño contingente de militantes de izquierda, activistas sindicales y líderes comunitarios campesinos que osaron enfrentar la tripleta “terratenientes-multinacionales-Estado”, en el triángulo territorial Cotuí-Bonao-Maimón. Aunque, no se trató de algo nuevo, porque una configuración conflictiva semejante se había dado en la región Este, concretamente en El Seibo, donde activistas, católicos militantes y campesinos enfrentaron al mismo tiempo al Estado, la multinacional Gulf & Western y terratenientes locales, con el saldo de una violenta respuesta desde los centros de poder. (2)
Las primeras manifestaciones de protesta de los campesinos afectados por las operaciones de extracción de oro y plata en Pueblo Viejo, Cotuí, en 1974, dejaron como resultado un muerto y numerosas personas lesionadas por la arremetida de las fuerzas de seguridad. Fueron aquellas las primeras protestas en las que las comunidades campesinas esgrimieron demandas de tipo ambiental, no solo en República Dominicana, sino en América Latina, algo hoy tan común en el mundo entero.
La lucha de estas comunidades locales ganó apoyo regional y se intensificó luego de que la Iglesia de La Vega, a instancias de Argelia Tejada, tomara cartas en el asunto. Argelia ya formaba parte del Equipo diocesano de Promoción Campesina. “…fui yo quien llevó a Monseñor Flores a conocer los ríos contaminados y los efectos en la salud de las personas, después que había iniciado el trabajo de organización campesina. Esto fue en 1975…”, contó Argelia. (3)
Nuestro trabajo no era el único trabajo político que se realizaba en la zona. El Movimiento Popular Dominicano (MPD) y el Partido Comunista Dominicano (PCD), entre otras agrupaciones de izquierda, también accionaban allí desde hacía bastante tiempo. Esto llamó la atención de las autoridades. Las protestas contra la Rosario Dominicano ya habían suscitado la atención de los medios de prensa extranjeros y nacionales. Recuerdo, aunque no con precisión (conservo las tarjetas de presentación que me dieron), haber acompañado a los periodistas de El Caribe Junio Lora y Ruddy L. González, quienes visitaron el área de Cotuí para realizar un reportaje. También guie a estudiantes universitarios que realizaban trabajos de tesis en las áreas de química, parasitología y otras disciplinas, entre quienes recuerdo a un grupo encabezado por la distinguida profesora de la UASD Carmen Ascuasiati de Alfau. Argelia tenía múltiples conexiones en los medios académicos, instituciones y la prensa nacional y extranjera, y las empleaba a favor de las comunidades campesinas, que carecían de acceso a lo que para los habitantes rurales era una especie de “mundo exterior”.
En cuanto a la represión y los peligros mortales que nos acechaban a quienes asistíamos a aquella población oprimida, las primeras noticias me llegaron de parte de alguien en La Vega ajeno a la naturaleza de mi trabajo y quien me informó haber visto en el tenebroso Servicio Secreto de la Policía fotografías donde figuraba yo en la comunidad montañosa de Comedero Arriba, Fantino. Lo curioso era que las gráficas habían sido tomadas con lentes de largo alcance. Eso sería a mediados de 1977. En 1978 ocurrieron dos incidentes que ya he relatado en esta columna. Uno fue en Batero, Cevicos, donde el sargento que comandaba el puesto del ejército me retuvo prácticamente secuestrado varias horas con evidentes intenciones malévolas, y solamente me dejó marchar por la presión de la comunidad local encabezada por el conglomerado de mujeres (4). El otro incidente ocurrió próximo a las elecciones de aquel año y en mi relato describí los tensos momentos vividos en Zambrana Abajo (El Limpio) durante la misa dominical (el 30 de abril o el 7 de mayo de 1978) en que el sacerdote Porfirio Rodríguez se pronunció abiertamente contra la reelección del presidente Balaguer. No sé cómo él y yo escapamos con vida ese día, rodeamos como estuvimos de una masa hostil.(5)
A raíz de mi artículo sobre la división del MLN-Corecato durante el proceso electoral de 1978 (6) tuve un intercambio de mensajes privados con un testigo privilegiado de los acontecimientos políticos ocurridos en el Cibao Central y Oriental en aquellos años: Waldys Taveras Daniel. El primer mensaje, que recientemente él me autorizó a hacer público, decía:
“He leído con detenimiento tus artículos en Acento sobre lo sucedido en aquel bello proceso de lucha de los Corecato y las luchas de los campesinos de Cotuí, como fui parte de ese proceso cada artículo tuyo me hace retroceder mi memoria a unos 38 o 35 años atrás y no sé si sabes que en un momento determinado los CORECATOS del Proyecto Partido Socialista tenían plena influencia en importantes sindicatos como el de Falcondo y el de la Rosario Dominicana, lo que creo importante si tu revelas lo de la CGT donde también teníamos influencia significativa. Gracias por ser tan franco en plantear tus posiciones y relatar los hechos históricos”.
Posteriormente Waldys, refiriéndose a una entrevista a los obreros despedidos de Falconbridge que yo publiqué en enero de 1979, me reveló”
“Sí, lo de Falcondo creo que fue a finales del 1978 o comienzo de 1979, y se le solicitó a Ángel Corporán (Pepín) y a Pepe Abreu, que había necesidad de que los medios asumieran el tema, en cuanto a lo de la Rosario Dominicana sí fue verdad había una decisión de eliminar dos cuadros políticos que accionaban en la zona uno del CORECATO y otro del PCD. No recuerdo si fue a ti. eso sucedió en los finales de 1977, la información y advertencia la dio el periodista Luis Moreno Cárdenas que para ese tiempo era dirigente de la UPA y llegó a la dirección del partido por vía la entonces dirigente sindical Isabel Mejía y se le informó a Rafael Camilo y a Onofre Rojas que eran nuestros enlaces, para esa época las reuniones las realizábamos en una casa en Piedra Blanca donde funcionaba la Escuela Sindical “Guido Gil” del Sindicato de la Rosario del que yo era Secretario General del Sindicato ahí bajaban unos dirigentes campesinos del Sur creo que de unos campos de Ocoa o Padre las Casas que tenían los Corecatos y esa noche se presentó el informe. De ahí Alejandro Gonzalez Pons me dio instrucciones junto a Joaquín Gerda que también era dirigente del Sindicato que advirtiéramos a las autoridades de la empresa del asunto y el estado de anarquía que se produciría si había vías de hecho. El gerente de la compañía era el Sr. Crawlly quien se comunicó con Neit Nivar Seijas, quien después de hablar con Machanito y Rafael Molina en la capital, según me informaron después vía el Dr. Francisco José, Neit se presentó a Cotuí y personalmente dio las instrucciones de que no se podía ejercer vías de hecho contra los que agitaban en el campo y con los desalojos de la Presa de Hatillo, porque iban a generar problemas con los curitas comunistas”.
Por cierto, el último caso que asumió el Equipo diocesano de Promoción Campesina fue el de los campesinos afectados por la construcción de la Presa de Hatillo, pobladores de las fértiles tierras a ambas orillas del rio Yuna. Esta mega-obra fue cuestionada incluso por personas con probada autoridad técnica y que no se destacaban precisamente por defender los intereses de las clases subalternas, como Salvador Dájer, Antonio Tamas y Fabio Herrera Miniño.
Por otro lado, me pasé meses tratando de localizar a Luis Moreno Cárdenas, quien había sido un valiente y combativo periodista en Cotuí durante los años 70. Yo lo conocía, pues trabajamos juntos por varios años en la redacción del diario Hoy, pero habíamos dejado de vernos luego de que él salió de allí. Cuando por fin di con Cárdenas, él me confirmó lo relatado por Waldys, añadiendo el dato de que Porfirio Rodríguez era también uno de los objetivos de la trama criminal urdida por sectores oscuros de Sánchez Ramírez provincia que ostentaba, por cierto, uno de los ambientes políticos más retrógrados del país.
Hace poco me contó Waldys que “…en mi caso Silvio Herasme Peña, entonces director de La Noticia, dio la voz de alerta en razón de que le llegó la información, esto lo comprobé luego con él y lo hizo por dos razones una por solidaridad humana y otra porque mi madre era testigo de Jehová junto a su hermana Abigail”.
Bueno, quedamos vivos para algo.
Notas:
1. Florinda Soriano Muñoz (Mamá Tingó) nació el 8 de noviembre de 1921. Se convirtió en militante de la Liga Agraria Cristiana (Fedelac) de una comunidad de 350 familias pobres que venían luchando por varios años por la tierra que los vio nacer y que trabajaron varias décadas, pero terratenientes y políticos disfrutaban de los títulos de propiedad, en forma mal adquirida. Fue asesinada el 1º de noviembre de 1974 en Gualey, Hato Viejo, Yamasá. Se convirtió en un símbolo de la lucha por la tierra y un ejemplo de la mujer rural en la defensa de los derechos del campesinado en toda América Latina y el Caribe.
2. La prensa de la época contiene abundante información al respecto. Una buena recopilación del enfrentamiento desde la perspectiva de los religiosos involucrados se halla en Emelio Betances: The Catholic Church and Power Politics in Latin America: The Dominican Case in comparative perspective. Rowman&Littlefield Publishers, Lanham, Maryland, EE. UU, 2007.
3.http://acento.com.do/2015/opinion/8249859-el-5-de-las-mineras/
4. http://acento.com.do/2013/opinion/210641-las-mujeres-de-batero-me-salvaron-la-vida-1978/