"El esfuerzo y el coraje no son suficientes sin propósito y dirección" John F. Kennedy

Un grito escrito, más intenso que extenso, ha bastado para comenzar un efecto pandémico que, como es costumbre, no respeta fronteras, colores o acentos. La población más afectada son los jóvenes. Mentiría quien dijera haber previsto que el pequeño libro de Stéphane Hessel tendría tal acogida. El recibimiento fue particularmente caluroso en España, donde el M-15 se ha vestido con sus letras.

Aunque hoy día ya sabemos que los reclamos del M-15 se dirigen al blanco equivocado, soy de esos pocos escépticos que, por algún motivo irracional, me abstengo de absolver completamente a los tomadores de decisiones y a sus asesores con conflictos de interés. Parecería verosímil creer que en España también han tenido sus propios barrilitos, fraudes e incompetencia administrativa.

El discurso de los indignados ha tenido eco en la República Dominicana, y no es de extrañarse. Durante años nos habíamos acomodado en una conformidad masoquista digna de estudio. El llamado a la actividad ciudadana ha sido repetitivo a través de los medios de comunicación. Las razones son pocas.

Un paquetazo aprobado al vapor, para salvarle el pescuezo a un gobierno de austeridad selectiva, y sordo por convicción; un Presidente con un discurso geográficamente adaptado; la energía eléctrica que aunque brilla (por su ausencia) nos quita un peso, del bolsillo, no de encima.

Pero la necesidad de hacer la aclaración se impone: la indignación no basta. No basta a menos que queramos  hacer una rabieta descontrolada, aunque pacífica. Si continuamos jugando a la piñata, batiendo con los ojos vendados, esperando que, por suerte y no por virtud, consigamos golpear el lugar preciso, si insistimos en ello, podríamos salir lastimados.

Si no queremos mañana mirar hacia atrás, decepcionados, tal vez con un falso aire de satisfacción, tratando de convencernos de que tanta energía gastada no fue en vano, debemos enfrentar hoy nuestros retos. Estamos unidos por la frustración, lo difícil será encontrar un consenso en la respuesta, no pegar a ciegas, no batirse unos a otros.

El problema no es el qué, es el cómo ¿Cómo vamos a conseguir los cambios que queremos? Hessel acaba de publicar Engagez-vous, porque la indignación no es un fin. La indignación no provoca cambios, motiva esfuerzos. Debemos coordinar esos esfuerzos. Organizarlos en un grupo de presión, realizar propuestas claras y elaboradas,  plantearnos objetivos concretos. Materializar De lo contrario, esta indignación que comienza a sentir la clase media, no será más que otra oportunidad perdida.