He querido hoy escribir ese artículo, para hacer referencia a quienes se oponen a la candidatura de Lucía Medina a la presidencia de la Cámara Diputados basados en el razonamiento de que su condición de hermana del presidente Danilo Medina, plantea un supuesto problema ético “que no se puede soslayar”.

Los que así piensan tienen todo el derecho a contrastarla, incluso oponiéndole sus propias aspiraciones personales. Pero a lo que no tienen derecho es, a descalificarla por asuntos de su consanguinidad con el ciudadano Presidente, pues no se trata de adquirir un privilegio por encima de los demás aspirantes, sino que habiendo sido electa Diputada al igual que todos los demás, ella tiene los mismos derechos adquiridos para aspirar a ser Presidenta de esa cámara, sobre todo porque ella aspira a esa posición, por meritos propios.

Si acaso se le diera cabida al hecho de que la sangre se pueda convertir en un impedimento colocado por encima de sus legítimos derechos, estaríamos en presencia de una injusticia sencillamente inadmisible. Lucía Medina ha hecho bien en pedir que no la transformen en una esclava de la sangre, en una condenada por ser hermana del Presidente Medina.

Nosotros queremos decir, que en este caso que está palestra no se tipifica la figura del nepotismo, como sucedió en los tiempos del imperio romano, cuando Pompeyo le otorgó a su suegro Metelo Escipión la conducción de dos legiones, a sabiendas de que Escipión era un inepto en asuntos militares, lo cual fue denunciado en el Senado por Marco Antonio.

Cualquier favoritismo que pueda haber hacia su candidatura, nace de lo que ella ha sembrado y se ha ganado por merititos propios

Por tratarse de una mujer, no quisiéramos pensar que la oposición de algunos para que ella presida la cámara de diputados sea por un asunto de discriminación por razones de sexo, pues su caso es muy diferente al tráfico de influencia del que pudo valerse Metelo Escipión para dirigir inmerecidamente esas dos legiones de guerreros, pues el no tenia las habilidades ni la experiencia para hacerlo, en cambio Lucila Medina ha adquirido la suficiente experiencia como Diputada al Congreso Nacional por más de diez años, ocupando incluso hasta el momento la posición de Vice-Presidenta de esa Cámara.

La preferencia de la que puede gozar y ufanarse una mujer de la trayectoria de Lucía Medina viene dada por sus más de 10 años en el Congreso Nacional, donde ha dejado una impronta positiva que catapultan sus aspiraciones a presidir ese órgano legislativo.

Siendo así, nuestra sociedad no puede admitir que por el parentesco que tiene con el Presidente Medina, Lucía Medina vea abolido sus legítimos derechos a  aspirar en el marco del ejercicio de sus derechos civiles y políticos a ser Presidenta de la Cámara de Diputados, porque esto sentaría un inapropiado precedente, que no debe darse en ninguna democracia.

Y es que para sustentar sus deseos de dirigir la Cámara Baja del Congreso Nacional, Lucia Medina no pide ningún privilegio basado en su apellido, sino porque ella  goza de los mismos derechos que tienen los demás diputados en este ámbito. Ella no cree que tiene estos meritos porque sea  hermana del Presidente de la República, no,  ella basa sus aspiraciones en los méritos que ha acumulado haciendo bien su trabajo como Vice-Presidenta de esa cámara, y ella sabe que su fortaleza reside en el reiterado apoyo que le ha dado el pueblo de San Juan de la Maguana, que la ha convertido en la diputada más votada de toda la Provincia, así como por el respeto y el cariño que se ha ganado entre sus compañeros de labores legislativas.

Cualquier favoritismo que pueda haber hacia su candidatura, nace de lo que ella ha sembrado y se ha ganado por merititos propios. De modo, que el vínculo natural de la sangre no  puede usarse como una restricción para invalidar lo que por méritos y derecho le corresponde.

De todo lo anterior se desprende que la definición del nepotismo que se explica como un “trato de favor hacia familiares o amigos, a los que se otorgan cargos o empleos públicos por el mero hecho de serlo, sin tener en cuenta otros méritos”, no es aplicable a la hermana del presidente.

Lo ilegal e injusto sería obligarla, o presionarla para que retire sus aspiraciones, pues eso rayaría en la discriminación y en la injusticia. Si ella lo ha hecho bien como Vice-Presidenta de la Cámara de Diputados por más de 10 años, de los 14 que tiene como Diputada, por qué pedirle que se auto censure, cuando en justicia, hoy ella se ha ganado el privilegio de ser la primera entre todos sus iguales.