En su ensayo "La música, la voz, la lengua", Roland Barthes expresa que no existe ninguna voz humana que pueda escapar al deseo. Toda voz, continúa el crítico francés, se convierte en objeto del deseo o de la repulsión, pero no existe una relación neutral con respecto a la voz.

En la identificación imaginaria, la voz es un objeto del deseo y tanto ésta como la mirada constituyen lo que Lacan llama objets petit a, es decir, objetos perdidos durante la etapa pre-edípica de lo Imaginario. La voz y la mirada son objetos ausentes que al tratar de ser recuperados sumergirán al sujeto en un Imaginario pleno. De ahí el carácter eidético de la voz señalado por Barthes, es decir, el poder que tiene la voz para generar proyecciones visuales de imágenes.

La relación de muchos dominicanos de la generación del cincuenta con la voz de Lucho Gatica es una relación amorosa, de deseo y de identificación. Pero la voz del cantante no se presenta en estado puro, sino que articula una serie de aspectos que conforman lo que Barthes ha llamado una fonética musical con respecto a Panzera, y que yo preferiría denominar fonética pasional. Esto así, porque los aspectos que conforman dicha fonética tienden a crear en el escucha un "efecto de pasión". La fonética pasional de Gatica viene dada primero por el timbre que caracteriza su voz. En este punto, no hay descripción posible. El timbre de la voz, como las huellas digitales, es irrepetible e inimitable en cada individuo. Ahora bien, el punto de articulación de los sonidos es de suma importancia para el timbre de la voz. La de Lucho Gatica se caracteriza por el engolamiento. Dicho engolamiento no se produce al azar, sino que se realiza a través de la pronunciación de las vocales.

La "a", que en el sistema vocálico del español es abierta, anterior y clara, se convierte en la voz de Lucho Gatica en una vocal diptongada y oscura cuyos gemidos prefiguran un cierto momento pre-orgasmático. Todas las vocales de la letra de los boleros luchogatianos, sin excepción, se encuentran unidas por un legato y un glissando. La dicción de Lucho Gatica, en la "lírica" -utilizo la traducción literal de "lyrics" en inglés-, enfatiza la "d" sonora en posición final en palabras como "verdad", raramente pronunciada en español. También pronuncia la "z" interdental del español peninsular, desaparecida del español de América, en palabras como "corazón" y "razón". Esta dicción pretende acercarse a una "perfección" imaginaria en su identificación con la grafía arcaica y poco evolucionada de la lengua española.

En cuanto a la música, el tempo del bolero luchogatiano es un adagio, considerablemente mucho más lento que otros boleros. El rubato de la última palabra de la pausa versal es la culminación de un rallentando que viene desde antes y que desemboca en ese momento preorgásmico mencionado anteriormente. La orquesta que acompaña a Lucho Gatica juega también un papel de suma importancia. La misma consiste en una gran orquesta semi-sinfónica, especialmente montada para los estudios de grabación. La introducción y el intermedio del bolero se encuentran generalmente a cargo de las cuerdas, que crean un cierto efecto de moaré, que vinculado al glissando y al engolamiento producen una calmada desesperación.

El último aspecto de lo que he denominado "la fonética pasional" de Gatica, ligado a la prosodia y la música, lo constituye su "lírica". La misma lleva consigo un imaginario social específico, y por tanto, una nostalgia histórica, que desarrollaré próximamente en otro artículo.