El año 2015 como años anteriores mostró una convivencia social marcada por buenas y malas prácticas, luces y sombras,desde los distintos estratos. La convivencia social desde la cotidianidad solo es visible en los medios de comunicación desde hechos aislados marcados por: violencia, criminalidad, delincuencia, intolerancia, discriminación. Junto a estas prácticas de violencia, exclusión, intolerancia y discriminación social y racial, existen cotidianamente buenas prácticas que se pueden identificar desde dos miradas:
1-Desde la interacción social informal entre las personas
2-A partir del capital social que se construye desde las organizaciones sociales o desde iniciativas comunitarias e individuales.
En este artículo vamos a concentrarnos en la interacción social, en la próxima entrega la segunda. En la mirada a la interacción social encontramos tanto en barrios urbano-marginales, comunidades rurales y urbanas la presencia de una serie de buenas prácticas que hacen contrapeso a las señaladas anteriormente. Algunas de ellas son:
- Solidaridad. Tanto en los estratos pobres como en los estratos medios se presentan cotidianamente distintas prácticas de solidaridad. La solidaridad se muestra en los casos de enfermedad, problemas económicos, cuidado de niños y niñas, cuidado de envejecientes, funerales. En los casos de muerte en las distintas comunidades se generan todo tipo de expresiones de apoyo y solidaridad, desde la recogida de dinero para pagar el velatorio y el entierro, hasta la preparación de alimentos, café y brindis durante los nueve días en comunidades rurales y urbano-marginales.
- Confianza. Las relaciones de confianza permean la vida social. Se observa un tejido de relaciones de confianza desde los espacios de residencia entre vecinos y vecinas, guaguas y carros públicos, comercios, entre vecinos y colmados. La permanencia del fiao en los colmados es un ejemplo de relaciones de confianza.
- Sensibilidad. Existe en la cultura popular una alta sensibilidad hacia las situaciones de emergencia. En las comunidades cualquier situación de emergencia tiene una respuesta de vecinos y vecinas. Esto se puede observar en casos de incendios, enfermedades, accidentes o en casos de desastres naturales. La articulación de redes y grupos de apoyo en forma espontánea en cualquier situación de riesgo es una buena práctica que está arraigada en la convivencia social.
Nuestra vida social tiene todas estas buenas prácticas que auspician la cohesión social. Mirarla, valorarla y fortalecerla tanto desde su visibilización como desde políticas públicas e iniciativas privadas puede favorecer a la disminución de las malas prácticas que conviven con ellas. El 2016 nos presenta ese gran reto, articular, aumentar y fortalecer las buenas prácticas para crear una cultura de paz que disminuya la violencia, la exclusión, la delincuencia y la inequidad.
Este artículo fue publicado originalmente en el periódico HOY