El pasado lunes 10 de octubre de 2011 la Lotería Nacional inició sus sorteos dos veces al día: a la 1:30 de la tarde y a las 8:45 de la noche. Ella le sigue los pasos a otras loterías que ya tienen sus juegos en horarios similares o muy parecidos.
¡A jugar, soldados valientes, que empezó la liberación!
Parece que en este país quienes más vergüenza tienen son los dueños de loterías, porque las autoridades que las autorizan en el interés de cobrar impuestos aunque saben que solo sirven para hundir a los más pobres en el fango de la indigencia, no deben tener ninguna.
Supongo que pronto pondrán otro sorteo a las ocho de la mañana para captar el menudo que llevan algunos niños cuando van a la escuela. Sin exagerar, este país, mediante el juego, va hacia el "progreso" infinito.
Poco a poco República Dominicana se está convirtiendo, a la vista de todos, en un paraíso para el juego, para la venta de drogas narcóticas y para el crimen organizado que ellas promueven. Como la Cuba de Batista al final de la década del cincuenta hasta que la revolución liderada por Fidel Castro las eliminó todas.
Ya lo había advertido cuando se discutían los impuestos hace pocos meses: mientras más carguen las loterías con impuestos, más las necesitará el Estado y mayor será el monopolio del ejercicio (real, no ficticio) de la política en el país.
En el negocio del narcotráfico dirigen esencialmente personas, sí personas, de clase media y alta, teniendo como peones a los muchachos de barrios marginados por la pobreza que han dejado como resultado los gobiernos liberales de los últimos 15 años, mientras los jefes políticos hoy son ricachos muy potentados, lejos, muy lejos, de los que prestaban servicios de fotocopias en el entorno de la UASD y hablaban de "Liberación Nacional" o los vendedores de fundas plásticas en el sector de Herrera a bordo de una motocicleta Honda C-70.
En 1986 se acercó a mí un dirigente del PRD (Alá lo tenga en su paraíso) para preguntarme por una medida importante que le sugiriera que adoptaría el candidato presidencial Jacobo Majluta en los primeros cien días del gobierno que esperaba encabezar desde el 16 de agosto de ese año.
Sin vacilar le dije: "Que impulse una ley que reduzca el juego de gallos solo a los domingos de 3:00 a 6:00 de la tarde y que limite las apuestas a solo mil pesos por peleas".
Además, "que elimine todas las loterías e imponga la obligatoriedad de la educación de adultos de lunes a viernes en todas las galleras, especialmente para los jugadores analfabetos, para lo que estoy dispuesto a organizar mil voluntarios".
El político tomó nota, pero el candidato no obtuvo el poder (no me atrevo a decir que no ganó las elecciones), de manera que en los campos se siguió jugando gallos de lunes a domingo, generando una caterva de vagos funcionales muy diferente a los empresarios que pasan la semana en sus negocios y los domingos van a un club, más que a ganar dinero, a ver los gallos pelear, aunque apuestan dinero.
Es muy difícil que un político o un partido desnutrido de patriotismo acabe con los juegos que cambian el raciocinio por la ilusión, porque eso mismo pudiera esa inmensa masa hacer con los dirigentes traidores, demagogos y corruptos que comenzaron en la humildad de un comité de base "Ho Chi Minh" y han terminado en los brazos de narcotraficantes como David Figueroa Agosto o el teniente Arturo del Tiempo Marqués.
Ahora, cuando se niega el 4% a la educación, cuando la violencia se adueña de las calles y se anuncia todo tipo de acciones para molestar a los ciudadanos decentes en las calles mientras se dejan tranquilos a los "tígueres" en los barrios para no fastidiar la "intención de voto" por el partido, las autoridades autorizan loterías tres veces al día.
El padre Francisco Xavier Billini, el pobre, debe estar retorciendo sus vértebras en la tumba (a la diestra de dios solo estará su alma) por haber tenido la infausta idea de fundar la Lotería Nacional, desde entonces la "amiga del pobre y del rico", del primero porque lo enriquece de ilusiones y del segundo porque le daña su mercado porque la gente se queda sin dinero para comprar lo que necesita en sus negocios lícitos, porque lo pierde jugando.
El progreso está entre nosotros, pero con cara de peligro, desacierto y mucha, mucha, pero mucha incertidumbre en el porvenir de un pueblo que juega más que lo que piensa.
El doctor Marino Vinicio Castillo tuvo razón el pasado fin de semana cuando advirtió que "la comunicación social está muy por debajo de su deber" y no hay duda de que lo seguirá estando mientras el poder se valga del erario para enajenarla, doblegarla y dividirla entre los suyos a su servicio y los enemigos para bloquearlos en todo y para todo.
Pero eso no puede ser eterno porque un país entero no puede vivir de ilusiones y de burlas, por más maquinarias de engaño que tenga un clan politiquero que no tiene una sola experiencia de lucha, aunque haya hecho del atrevimiento un apostolado bastardo.