Han sido vanos los esfuerzos de Nicolás Maduro y su gente para ocultar al mundo el fracaso económico, social y político tras 17 años del régimen chavista, puesto al desnudo más por la carestía que vive Venezuela que por la represión.

Absolutamente nada podrá evitar que la revolución del siglo XXI termine, quedando al descubierto, mostrando todo lo que han sido estos años de represión, corrupción, nepotismo, violencia y desconstrucción de Bolívar. Todo se sabrá

Sin que antes la humanidad agradezca la enseñanza recibida, al alertarnos sobre lo que son esas revoluciones y esos procesos políticos, populistas, liderados por outsiders, gente que viene de las estepas profundas de la mediocridad y la improvisación, con un discurso mesiánico salvador, capaz de arreglarlo todo sin solucionar nada, que no sean sus cuentas bancarias.

Más de 70 mil Venezolanos salieron de compra este domingo triste, como diría el poeta, a Cúcuta (Colombia). Con una moneda devaluada, fueron acogidos por Colombianos solidarios que alguna vez se fueron a Venezuela a vivir y a trabajar huyendo de la guerra. La gráfica da tristeza.

Hoy les toca a los Venezolanos, medio siglo después, cruzar la frontera. La Canciller colombiana, María Ángela Holguin, confirmó que, entre sábado 16 y domingo 17 de julio 2016, más de 130.000 ciudadanos venezolanos habrían transitado para abastecerse (Fuente: Portafolio.co).

Muchos se desmayaron tras largas horas de espera, para llegar hasta los comerciantes colombianos, anfitriones generosos y respetuosos, ayudando a paliar la crisis humanitaria que viven sus vecinos ricos/empobrecidos y carcomidos por políticos de izquierda, “que vinieron a salvarlos de los malvados políticos de la derecha.” Maldita historia.

Ver esa multitud detenida en un puente cual alfombra humana, tapizando el tiempo, tratando de llegar hasta una funda de harina pan, un paquete de pañales o un medicamento, cosas simples para alimentarse y sobrevivir, que recuerdan aquella multitud que se agolpó ante el muro de Berlín. Y nadie, absolutamente ninguno de aquellos que reprimían y asesinaban a los que intentaban cruzarlo, pudo hacer nada para detener la voluntad inquebrantable de un pueblo hacia la libertad.

Hoy, estos pueblos nuestros, aplastados por una clase política delincuencial, pueden estar al borde de cruzar sus muros, reaccionando ante motivos banales, como salir de compras a la frontera, un domingo de verano, del cual se regresa con una lata de leche en polvo y el corazón henchido de Gloria al Bravo Pueblo[1]

[1] Himno nacional venezolano