Hay un afán desmedido por presentar el cuadro de crisis con un optimismo que más que propaganda es ignorancia. Vamos a tratar de despejar el escenario al que me refiero.
Desde el polémico documento del Banco Central que su gobernador firma como si estuviera en la “época isabelina” –y donde es suyo solo la breve introducción y los dos últimos párrafos en el que usa un lenguaje del foro público- pasando por un artículo de Bernardo Vega en el diario Hoy hasta numerosas intervenciones en diferentes medios por sectores ligados a las AFP, hay una intención política de vender la idea de que “todo estaba bien” hasta que llegó el coronavirus.
Y es que el corolario que usan es simplón. “Nos vamos del poder y dejamos un país que estaba bien, ahora llegan quienes van a destruirlo todo”. Esto funcionó una vez con un líder que no cree en la persecución de la corrupción y quedó atrapado, por aferrarse a esa tesis, en una oposición eterna y alejado del poder para siempre.
El país recibe las informaciones por un sistema de goteo perfecto y solo una minería accede a las verdades, a lo que sucede, a lo que viene y para lo que debemos prepararnos.
Todo ha quedado en envuelto en el tema de los fondos de pensiones, de lo cual voy a exponer varios detalles y hacia dónde va el país en esa materia. (Sin embargo, quisiera tratar el tema del corralito cambiario que esta semana se impuso a las remesas que llegan al país. Se entregan en pesos y a la tasa que el transportista de la remesa le da la gana, apropiándose de un ahorro ajeno.)
Los fondos de pensiones dominicanos manejados a través del sistema de AFP, al concluir marzo de este año, llegaban a la suma de RD$ 577,000 millones.
Los afiliados al sistema de pensiones de las AFP registrados a ese mes llegaban a 3, 958,730, pero cotizando antes de la crisis estaban 1, 768,991 afiliados. La diferencia entre los afiliados y los afiliados cotizando era de 2, 189,759 trabajadores, eso es el 54.93 % de los afiliados.
¿Qué significa ese 54.93 %? En primer lugar, son desempleados activos o fallecidos, mientras la estadística del Banco Central habla de un desempleo 12-13 %.
En segundo lugar, significa que no todo iba bien antes de la llegada del coronavirus, como alegan los sectores arriba citado, pues más de la mitad de los afiliados al sistema de pensiones no cotizaban por desempleo. Debo informar que en abril dejaron de cotizar en 386,000 trabajadores, al quedar desempleados.
La afirmación es correcta porque la contribución del trabajador es coercitiva, la deduce la empresa que junto a su aporte lo envía a la Tesorería de la Seguridad Social. De esa manera no es posible argumentar que hay trabajadores que se niegan a cotizar.
De los fondos de pensiones manejados por la AFP quiero también adelantar algo que se suponía crucial para que esos fondos no quiebren, no se diluyan en el tiempo. Me refiero a la obligatoriedad del sistema de diversificar la cartera de inversiones para disminuir riesgos y elevar – o al menos mantener- la rentabilidad de los dichos fondos.
El escenario actual, sin embargo, evidencia una enorme concentración de dichos fondos en el Estado, lo cual significa que dada la magnitud comprometida así, esos fondos están estatizados, sin retorno, pues es obvio que el gobierno no tiene como devolverlos, pues ya ni puede generar nueva deuda que sería la única forma de devolverlo, ya que los ingresos fiscales no cubren ese pasivo.
¡Cómo estaba la colocación de esos fondos manejados por las AFP al mes de marzo de este año?. El ministerio de Hacienda había vendido bonos de deuda equivalente al 40.8 % de los fondos, mientras el Banco Central tenía el 35.8 %, sumados alcanzaban el 76.6 %.
La reciente operación por 40,000 millones de pesos, si bien reduce esos fondos en el Banco Central, significa el 6.93 % del total de esos ahorros.
El cambalache ejecutado entre Hacienda y el Banco Central aumenta al 47.73 % la concentración en manos del gobierno central. Ese detalle es importante porque el valor de la deuda pública dominicana registra un deterioro muy fuerte, tanto que el EMBIG que mide el riesgo país saltó a 621 de 317 en enero cuando se colocaron los 2,500 millones de dólares.
Ese deterioro afecta a toda la deuda del gobierno central y del país, por lo que los bonos de Hacienda caminan hacia la categoría de basura, si observamos las previsiones del FMI, de las tres calificadoras de riesgos, etc.
De manera que las AFP involucradas en ese desastre de inversión de alto riesgo deben ir preparándose para el impacto sobre su flujo, en los próximos meses, cuando se haga notorio la imposibilidad de pagar la deuda pública, de la necesidad de renegociarla y ganar tiempo o ir a una cesación de pagos.
Sobre los fondos de pensiones de capitalización individual no voluntaria, sino coercitiva, vuelvo en un próximo artículo para explicar cuál es la tendencia de ese proceso y qué vamos a tener que hacer en el nuevo mundo postcoronavirus, sobre todo en un momento en que la CEPAL acoge ideas europeas sobre la famosa renta básica como paso previo al ingreso universal, como forma de combatir la pobreza.
Esas ideas tienen fuertes implicaciones en los futuros gastos de los gobiernos, de su pasivo fiscal y es obvio que se van a examinar muchas cosas, entre ellas los fondos de pensiones coercitivos frente a otras opciones quizás más seguras y rentables para el futuro de los trabajadores.