Los valores de su familia, son – en gran medida – los mismos valores de su empresa. Por ejemplo, si para su familia la puntualidad es un valor esencial, es más que probable que en su empresa, ese principio se vea reflejado en el actuar de todos los colaboradores día a día, sean estos familiares o no. Es un hecho que en su empresa nadie llega tarde a trabajar, y los servicios o productos, se ejecutan o entregan siempre en el momento convenido.
Los valores se encuentran tan arraigados en una empresa, que se convierten en una de sus principales ventajas competitivas. Esa combinación mágica es, en muchos casos, el sello de calidad y la marca diferenciadora de una determinada empresa con respecto a las demás en el mercado
Cuando una pareja inculca valores en sus hijos, lo hace porque piensa que esas guías de actuación les serán de gran beneficio para ellos; y porque sencillamente, no conciben una mejor manera de actuar y no podrían permitir que sus hijos no compartan esos mismos valores que para ellos son fundamentales y que no son negociables.
La empresa, como una hija más de esa pareja ( porque en la práctica efectivamente llega a convertirse en otro hijo para los emprendedores, por la cantidad de amor, tiempo, ilusión y trabajo que invierten en ella día a día; con fines de verla nacer, crecer, desarrollarse y fortalecerse), recibe esos mismos lineamientos de manera indiscutible de parte de sus fundadores, quienes la controlan plenamente y logran institucionalizarlos de manera consciente o inconsciente, en cada momento: a la hora de servir a sus clientes, contratar personal, atender a sus acreedores y relacionarse con la sociedad de manera general.
Si la empresa de la cual se espera un determinado “comportamiento”, cambia sus valores y se desprende de esa esencia que la definía, perderá esa ventaja competitiva que la había diferenciado y beneficiado de manera significativa.
Usted dirá, ¿y por qué se daría un cambio así? Bueno, es probable que mientras los padres, fundadores de la empresa estén presentes, este cambio no sucederá, pero cuando las siguientes generaciones tomen las riendas de la empresa, podría suceder – y lamentablemente, sucede con frecuencia –, con consecuencias devastadoras para todos.
De ahí la importancia de que, por un lado, esos valores sean identificados, reconocidos y respetados como un elemento más de la estrategia de su empresa, y por otro lado, sean heredados y enseñados, de generación en generación, de su familia empresaria.
Los valores de su empresa reflejan los pilares de su organización, son necesarios para producir cambios a favor del progreso y son necesarias la voluntad y la perseverancia para ponerlos en acción.