Es bastante conocida la figura de los tres monos sabios que tenían el objetivo espiar el mal comportamiento de los hombres y  castigarlos por ello, según mandato de los dioses de la fabula china. En occidente, pueden representar también la discreción  o la irresponsabilidad, según el cristal con qué se mire. Hay un simio que no habla, otro que no ve, y otro que no escucha, y que bien podrían ser los tres ejemplares más característicos de la irresponsabilidad en el zoo político  nacional.

Esto se deduce de los últimos escándalos  de corrupción, y de otros muchos ocurridos con anterioridad, pues son tantos y tan seguidos que llegan a olvidarse con facilidad por aquello tan popular como acertado de que un clavo saca a otro clavo.

Por ejemplo, el mono que se tapa los ojos encarna a los funcionarios locales, que como el caso tan calentito y humeantede Oderbreicht, nadie ha visto durante un montón de años, que otro monton  de funcionarios se hayan llevado un montón enorme de millones de pesos en concepto de sobornos o de cogioca, que para el caso es lo mismo y es una palabra bien dominicana, eso sin contar con las enormes sobrevaluaciones de las obras terminadas o por terminar. Es difícil de creer que, en un país pequeño donde todos se conocen a todos, y más en las altas esferas del Gobierno, nadie mas que los “cogioqueros” supieran de un reparto de unos cuatro mil millones de pesos, más dinero que lo asignado a muchos ministerios importantes.

Otro ejemplo, el mono que no habla, bien podría servir para  el caso de los famosos ”tucanos”, ya en proceso de un bien manipulado olvido popular, y que a estas alturas del juego no se ha dicho todo lo que hay que decir acerca de una sobrevaluación de unos 70 millones de dólares, y de varios más cada mes, de esos amados billetes verdes, en concepto de seguros, también sobrevalorados.

El sentido común nos indica que estos tipos de hechos no pueden ejecutarse por una o dos una personas solamente, y por lógica también común del ciudadano que se siente estafado y engañado, debe haber muchas mas aves de rapiña metidos sobrevolando el nido del cuco, un cuco tan astuto como codicioso y malévolo.

Y el tercer primate, el que no oye, se refiere a los que no oyen los justos reclamos de justicia de los ciudadanos, los responsables de que la impunidad, por los intereses y motivos que sean, de dineros recibidos, de imagen de personas encumbradas, de partidos o de gobiernos en el poder, siga siendo el manto protector de tantos ladrones del Estado que, por si se nos olvida, se quedan con los cuartos que todos pagamos con nuestros sudados impuestos.

No puede ser que habiendo organismos -puramente teoricos, claro está-  – contra la corrupción, una Cámara de Cuentas que parece no saber contarle a los ciudadanos lo que cuenta en los libros auditados, inspectores de hacienda que cazan como sabuesos expertos hasta un simple peso entre los que trabajan o negocian de manera honesta, nadie se entere de esto. Ni siquiera los Presidentes, que es o deberían ser los mejores  informados y responsables máximos de que todos los escándalos salgan a la luz y que sean severamente castigados, hablan claro y tendido en estos casos.

Han tenido que ser los gringos en primer lugar y los brasileños por carambola forzada, quienes nos hayan informado de los aviones y de las obras, de lo contrario, los tres monos seguirían  jugando su papel de ciegos, mudos y sordos a conveniencia de nuestros funcionarios corruptos. Tal vez los tres simios deberíamos incluirlos en el escudo de nuestra preciosa bandera, pues parecen ser nuestros mejores representantes políticos a nivel local e internacional. Además ¡son tan monos!