İndudablemente, Los trabajos de la nada es una presencia poética que, justo en este momento de nuevas batallas creacionales y metapoéticas, violenta y deconstruye la historia misma del discurso poético dominicano.  El código-eje y el código-lenguaje, “ambos a dos”, negativizan el significante poético, haciendo del espacio-tiempo-intencionalidad un triple movimiento autotrascendente, inductivo y postformal en sus acuerdos y des-acuerdos textuales. De ahí su instrucción-intuición de lectura y poeticidad abiertamente semiopoética y lúcidamente esquizoide.

Tanto lo-que-dice, como lo-que-no-dice o desmiente el poeta en este libro irónico, paradójico, alegórico, pero sobre todo sentiente, constituyen un campo dialógico y metaestructural seductor, integrador y codificador de máscaras, cenizas, pseudouniversos estetizantes, falsos florilegios y egolatrías verbales arrogantes.

La clínica de una crisis, así como la crisis de una crítica postmoderna se enfrentan hoy en lo que se anuncia y enuncia en Hospital de día. Particularidades de la clínica de Gustavo Fernando Bertram (comp.) (2004), donde los conceptos de paranoia, angustia, obsesión, urgencia subjetiva, elongación simbólica, ironía y conjuro, conforman series, planillas, encuadres dialécticos y fuerzas de significación que le permiten el “habla-hablar al sujeto de la interpretación y la razón dominante.

Más adelante García Cartagena introduce el Codificio (p. 25), donde asistimos a una descripción del código basado en el nivel percepto-sensible del código (“El código no es la mente; es la duda”; La mente es el deseo, fuente de la duda”, La duda se hace código, y una vez codificado, el código se otrifica”.)

Otredad. Alteridad. Ruidos verbales. Ictus sintácticos. Textura de poetemas y narratemas participan de estados cognitivos y fuerzas de lenguajes que prometen desde la lectura y la metalectura, un cohesionado expesor de sentido, transgresión y búsqueda de modos intencionales visibles en la textualidad poética del libro en cuestión.

Todo el tejido textual, vocal e icónico que muestra y se organiza en el libro como metatexto poético, satisface la mirada interna y externa que procrea y facilita el orden-contraorden visional de Los trabajos de la nada. (Ver, Codimaginar, código roto, multiplicado por O, ceroescritura, Deslectura, Desescritura, Excodificación instantánea, terminal cero, Transcódigo, Demolición, Transescritura, Cántico cuántico al microprocesador de mentiras y otros. (Ver pp. 25-46)

La travesía de Las trabajos de la nada involucra diversos grados de recepción en el marco de un lectorado caribeño y, por supuesto, latinoamericano y continental. El presente libro de Manuel García Cartagena se convierte en un código y un metacódigo de función L y LW que se orienta a un ahora plural.

Como estructura sincrónica y poliédrica el poeta no quiere evitar el trasunto poético, la textura verbal, el sentido del eje, lo vinculante de la forma-sentido, la estructura poética de superficie y la estructura poética de  profundidad.  Lo que implica forma-sentido en este estado de mundo y significación es el propio fin del poema, así como el argumento vital del libro, extendido como “jardín de senderos que se bifurcan” en una lectura “timpanizada” del texto, sus progresiones verbales y metaverbales.

Una revelación del yo-proyecto babélico, se hace legible allí donde la pluralidad poética se patentiza en los puntos fuertes del texto (Pequeña guía para iluminarse sin peligro, El espejo del aire, consciencia del límite, teoría de las cuerdas sonetos), monólogo del figurante, La batalla de la poesía contra la mierda, Satori en un punto muerto); dicho texto es zarandeado por sus propios signos, anotaciones, soluciones materiales y formales comprendidas por el ojo mismo que lee, observa y se nutre de imágenes perdidas en el tiempo de la ironía, la paradoja y todo el manual o guía para el iluminado. ¿Satori? “ya hay suficiente contrasentido en querer algo para encima querer iluminarse”). ¿Qué significa querer iluminarse? “… es como estar a bordo de un taxi conducido por un ciego…” (p. 49).

En el espacio de la anti-representación que sugiere la Pequeña guía para iluminarse sin peligro y disfrutarlo, el poeta advierte que (tomando en cuenta, o, a partir del Satori): “Si ha llegado a este punto de  su lectura, probablemente ya tiene usted recorrido más de la mitad del camino que conduce a la iluminación y ni siquiera lo sabe.  En fin como dicen, nada resulta más adecuado para alcanzar una buena iluminación que un estado permanente de apatía rayano en la neurosis, pues solo el ser que se abandona en caída libre en mitad, de su propio cielo interior es capaz de experimentar un impulso hacia arriba directamente proporcional a la intensidad de su fracaso”. (Ver, pp. 51-52).

¿Poema semiótico? ¿Poesía de lenguaje o lenguaje de la poesía? ¿Semiosis ilimitada del poema? Los trabajos de la nada de Manuel García Cartagena es un verdadero antimanual para el poeta y la poesía del ahora.