“Melgen diagnosticó degeneración macular en un asombroso 98 por ciento de los pacientes ‒incluso en algunos con ojos sanos, ceguera u ojos de vidrio‒ y seguidamente utilizó el diagnóstico como clave para aplicar procedimientos costosos, por lo que estafó al Medicare por una cifra de hasta US$190 millones.” – Carolyn Bell, fiscal federal adjunta.
“Si las acusaciones del gobierno son ciertas, éste es un crimen horrendo. No puedo ni siquiera empezar a imaginar la aflicción de los pacientes. Y para agravar su angustia, eran sometidos a pruebas y procedimientos innecesarios. Es difícil cuantificar lo terrible que es el alegado crimen.” *
Para apreciar la gravedad de las 76 imputaciones de crímenes federales, incluyendo múltiples estafas al programa de Medicare y a los pacientes, solo tenemos que observar que en la audiencia recién celebrada el 8 de mayo en curso para reconsiderar la petición por la libertad condicional bajo fianza del Dr. Salomón Melgen, el magistrado James Hopkins calificó las acusaciones (de ser comprobadas) como acciones que “golpean el corazón de nuestra democracia.”
Lo que para muchos en nuestro trópico licencioso no es más que un pequeño desliz contable – más de forma que de fondo- que tranquilamente podemos ignorar, otros lo perciben como una estocada mortal al código de conducta ética que debe regir para el ciudadano, por demás profesional de la medicina, en una sociedad civilizada. Los medios tradicionales en República Dominicana callan, a pesar de que como suscriptores de AP (Associated Press) recibieron el reportaje de Matt Sedensky, con detalles sobre este tráiler de la película que se estrenará con el agendado inicio del conocimiento de juicio de fondo el 22 de febrero 2016.** Sin embargo, el principal diario de su comunidad adoptada, The Palm Beach Post, publica el más minucioso relato de los debates sobre las imputaciones al que tildan “otrora prominente oftalmólogo de Palm Beach, Salomón Melgen”, crónica que utilizaremos como base para verter algunas consideraciones preliminares al respecto, en la antesala del tiempo muerto que espera a este caso durante los próximos meses.
La audiencia solicitando por segunda vez la libertad condicional bajo fianza fue de jornada completa, iniciando con la exposición de la fiscal federal, Carolyn Bell, haciendo una apretada y útil síntesis del esquema de estafa desarrollado por Melgen:
En una presentación completa con diagramas del ojo humano y explicaciones de los trastornos de la visión, Bell esbozó las acusaciones de que Melgen diagnosticó degeneración macular en un asombroso 98 por ciento de los pacientes ‒incluso en algunos con ojos sanos, ceguera u ojos de vidrio‒ y seguidamente utilizó el diagnóstico como clave para aplicar procedimientos costosos, por lo que estafó al Medicare por una cifra de US$190 millones. Se procedió con los trámites, se hicieron diagnósticos, se realizaron esquemas de los ojos y se completaron los planes de tratamiento, todo antes de que los pacientes fueran vistos por el médico, según el Gobierno.
Bell también explicó en detalle el ya conocido fraude de facturar a Medicare hasta cuatro veces una misma ampolla del medicamento Lucentis, hecho infame por las gestiones realizadas a favor de Melgen por Bob Menéndez- y hasta Harry Reid- en las más altas instancias de Washington. Según la crónica periodística:
Uno de los pilares del presunto esquema involucra un medicamento costoso, Lucentis, que viene en viales que tienen el mandato del Medicare y de la Administración de Alimentos y Medicamentos para que sea utilizado una sola vez. Los fiscales afirman que Melgen convirtió lo que habría sido un beneficio de US$100 por vial en US$6.000, mediante el envío de los viales a una farmacia de compuestos para dividirlos en cuatro dosis, cada una utilizada en pacientes distintos.
Además- dijo la fiscal- el dinero que Melgen robó a los ciudadanos que pagan impuestos es solo parte de su crimen. Como especialista en el tratamiento de la degeneración macular por envejecimiento, él dijo a cientos de envejecientes que padecían la enfermedad, metiéndole agujas en los ojos sin necesidad, y facturando a Medicare millones de dólares por tratamientos superfluos.
En respuesta se escuchó un soliloquio de unos 90 minutos de la abogada de la defensa, María Domínguez, argumentando que el expediente que la fiscalía ha tardado tres años en documentar no es tan sólido como podría parecer. En este avance de lo que podemos esperar de la estrategia de la defensa, ella ha delineado sus dos baterías de artillería contra la imputación de estafa a Medicare y a los pacientes:
- Que el Estado no ha sido estafado porque no ha pagado más de lo que usualmente eroga por paciente atendido bajo el programa de Medicare. Sencillamente en lugar de la empresa farmacéutica recibir el ingreso por la venta del fármaco, el ingenioso e industrioso médico ha logrado recibir esos milloncitos extras, con un “mínimo” riesgo de infección bacteriana ocular de los pacientes. Una especie de moderna multiplicación de los panes y los peces a favor propio.
Según Matt Sedensky:
Domínguez reconoció la división de dosis, pero dijo que eso no tuvo ningún efecto sobre la cantidad que el Medicare gastó en última instancia, que simplemente cambió el beneficio que habría disfrutado la compañía farmacéutica al médico. También reconoció que la división de las dosis dio lugar a una bacteria transmitida por la farmacia a una “cantidad insignificante” de los pacientes.
O sea que de entrada Domínguez ha relevado a la fiscalía de la tarea de probar que Melgen dividía una ampolla de Lucentis hasta en cuatro dosis, y cobraba por cuatro, violando el protocolo oficial aplicable a todos los oftalmólogos que participan en el programa. Pero según la defensa, el perjudicado no ha sido Medicare, sino la compañía farmacéutica. Nótese que ya Melgen ha apelado administrativamente unas seis veces (según el último conteo) para que se cambie esta regla de Medicare, sin éxito. Pero además, Domínguez reveló con desfachatez cómo valora su defendido la salud y el bienestar de sus pacientes, al considerar “insignificante” y justificado el padecimiento de los infectados, para así proveer al buen doctor los ingresos que su brillante estilo de vida (junto a su compinche el Senador Bob Menéndez e incontables “novias”) requería. Así lo hizo saber el juez James Hopkins cuando dijo que “ningún número de pacientes es insignificante, y las acusaciones del Gobierno indican un impacto más amplio de los trastornos psicológicos causados a personas obligadas a someterse a inyecciones y tratamientos con láser en los ojos, que no eran necesarios.”
Evidentemente ese día se escenificó un violento choque de culturas éticas en ese tribunal.
- Que no es verdad que Melgen hacía pruebas y procedimientos innecesarios que frecuentemente son dolorosos y/o molestosos. Todo lo contrario, según Domínguez, Melgen es una especie de sanador milagroso que mejoró y hasta devolvió la visión, mediante la aplicación de técnicas innovadoras y agresivas, a un ejército de Lazaros agradecidos ( haciendo evidente referencia a la multitud que asistió a la audiencia –suponemos que en primera fila estaría el pobre José José).*** Parece que con casos anecdóticos de pacientes complacientes la defensa pretende rebatir la evidencia de todos los afectados por procedimientos innecesarios y que muchos fueron diagnosticados antes de ser examinados en el consultorio, resultando posteriormente que algunos hasta tenían ojos de vidrio (casos documentados y confirmados por los propios empleados de Melgen que han dado sus testimonios bajo juramento para no verse implicados en el fraudulento esquema del oftalmólogo).****
En anteriores entregas hemos subrayado la importancia de la escogencia de la barra de la defensa a los fines del buen desenlace del proceso judicial para el imputado. Sobre todo el caso de Quirino demuestra fehacientemente cómo el buen manejo legal puede mitigar las consecuencias penales. En contraste, la crónica del intercambio entre la barra de la defensa, la fiscalía y el juez pone en clara evidencia el pobre desempeño de los abogados de Melgen. Desde el inicio, Domínguez y Lyons se ganaron la mala voluntad del juez, a tal grado que The Palm Beach Post reporta:
La jornada empezó mal para la barra de la defensa de Melgen. Hopkins acusó a uno de sus abogados, Anne Lyons, de intentar quitarlo del caso. En un intercambio tenso, Hopkins citó declaraciones hechas por ella a un oficial del tribunal para apuntalar su reclamo. Lyons admitió haber hecho las declaraciones, empero alegando que solo quería asegurar que se siguiera el procedimiento correcto. A pesar de cuestionar la veracidad de la aseveración, Hopkins dejó pasar el incidente.
Pero luego, después del almuerzo, Hopkins dijo que un Marshall federal reportó haber escuchado a Lyons decir a un colega, “Este jodido juez…”, cuando salía de la sala de audiencias.
“¿Dijo usted eso?, preguntó Hopkins.
“No, yo no dije eso”, respondió Lyons. “Estaba muy enojada pero no creo haber utilizado esa palabrota.”*****
Además, las declaraciones de Domínguez sugieren la incomprensión de la gravedad de las acusaciones y la contundencia de las pruebas recabadas durante tres años y apoyadas por testimonios de empleados, pacientes y colegas médicos, entre otros. Solo así se explica que fundamente su estrategia de defensa alegando que Melgen sabía que lo que hacía era transferir ingresos- que correspondían a los propietarios de la patente y fabricantes de Lucentis- a su propio bolsillo, sometiendo a los envejecientes a un riesgo de infección bacteriana que visto por el lente de su avaricia luce “insignificante”. La acusación es prácticamente de repetidos robos a mano armada y con agresión agravada contra los pacientes y Medicare. Y la defensa admite los hechos pero pretende reinterpretarlos como un esquema ingenioso para hacerse rico en la mejor tradición empresarial del sueño americano, al tiempo que hacía una importante labor social, poniendo en vitrina una selección sesgada de pacientes que alegan haber sido beneficiados por las atenciones médicas del oftalmólogo.
Igualmente absurdo es la estrategia para rebatir la acusación de que además hacía pruebas y procedimientos que él sabía innecesarios (no fue por negligencia o mala práctica médica), con el solo propósito de engrosar su facturación. Con frecuencia ordenaba tratamientos costosísimos, que en un sinnúmero de casos detallados en el expediente superan por mucho el medio millón de dólares por paciente. Llenar la sala de audiencia del tribunal de pacientes agradecidos y simpatizantes podría ser un recurso mediático exitoso en nuestro pintoresco trópico, pero evidentemente no fue de mucho impacto en West Palm Beach. El imputado encadenado fue conducido de retorno al calabozo en Miami a pasar el largo tiempo muerto que le espera hasta la audiencia del 22 de febrero 2016.
Al concluir la larga sesión, María Domínguez dijo al reportero de The Palm Beach Post que es muy probable que recurra la decisión adversa del juez Hopkins. Si Melgen es verdaderamente inteligente, como dice Domínguez que lo es, mejor se busca un defensor que negocie su caso con la fiscalía, en lugar de seguir pretendiendo que le concedan la libertad condicional bajo fianza, pero logrando únicamente prolongar su detención preventiva.
*Traducción libre del comentario expresado por el Magistrado James Hopkins sobre las imputaciones contra Salomón Melgen en la audiencia celebrada 8 de mayo 2015, que reza textualmente en inglés:
If the government allegations are true it’s a horrific crime,” he said. “I can’t even imagine the distress it caused these patients. Then to compound the distress, to actually subject them to unnecessary testing and treatment. It’s hard to quantify how terrible the crime is as alleged.
**Acento.com es el medio dominicano que viene dando una cobertura exhaustiva a las noticias sobre los dos casos judiciales que involucran al Dr. Salomón Melgen. Sobre la audiencia de 8 de mayo 2015 ver: http://acento.com.do/2015/actualidad/8248879-juez-ordena-que-melgen-siga-preso-por-acusacion-de-fraude/
Y para una amplia selección de las más recientes noticias sobre los problemas judiciales del oftalmólogo de origen dominicano: http://acento.com.do/?s=Melgen&post_type=post
***Textualmente según The Palm Beach Post en artículo ya citado:
Contrary to prosecutors’ claims that Melgen subjected patients to unnecessary, often painful, tests and treatments to become the biggest Medicare biller in the nation, Dominguez described her client as a skilled physician, beloved by his patients.
“Dr. Melgen has helped hundreds of people,” Dominguez said, referring to those who packed the courtroom. Other eye doctors would dismiss their vision loss as hopeless. Melgen offered them treatment, she said.
“Some were legally blind in one eye or both eyes,” Dominguez said. “They can see today … because of Dr. Melgen’s innovative, perhaps aggressive, treatment.”
****O según un comentario espontáneo de un ex paciente:
I went to him and he lasered my eyes with another patient in the room next to me. He rolled his chair back and forth between us. Two at a time! I couldn’t get out of there fast enough.
*****La versión de Matt Sedensky para Prensa Asociada es menos explícita pero igualmente contundente:
La audiencia del viernes fue interrumpida por dosis de drama legal e insinuaciones de irregularidades por parte de la defensa. En una serie de intercambios abruptos, Hopkins cuestionó al abogado defensor Anne Lyons sobre sus conversaciones con el personal del juzgado y le sugirió que podría ser culpable de “judge shopping” a fin de obtener una sentencia más beneficiosa para Melgen. Después de un descanso, Hopkins cuestionó a Lyons sobre una vulgar y exasperada referencia al juez que un oficial de sala del tribunal afirmó que la oyó pronunciar.