Al tenor Enrique Pina

Lectores atraídos por el encanto de la buena música me han expresado la confusión que les provocan las diferentes denominaciones que en el género operístico reciben los registros vocales que identifican a los cantantes líricos. Por ejemplo, el término “spinto” para referirse a las cualidades técnicas de un tenor. El vocablo, proveniente del italiano “spingere”, o empujar, se aplica a una voz con mayor potencia y capacidad de proyección que el registro usual de un tenor lírico.

Los expertos entienden que si bien el término caracteriza una calidad vocal, en realidad es  la  real y auténtica expresión de un defecto técnico, derivado del excesivo uso de las dos cuerdas inferiores de la faringe, lo que finalmente  puede afectar las condiciones del cantante. Por esa razón se dice que  la mayoría de los tenores spinto suelen tener una carrera más corta que los líricos.

Fue tal vez el caso de Giuseppe Di Stefano, el célebre Pippo, uno de los tenores más extraordinarios de los últimos cincuenta años del siglo pasado, cuya voz se deterioró de forma sorprendente a mediados de los años sesenta, mientras se encontraba en la cúspide de su carrera.  De él decían los críticos que su instrumento vocal era el de un verdadero prodigio, aunque no llegaba a resolver la emisión por encima del pasaje, llevando de hecho su registro de pecho por encima del do4, con resultados dañinos para su voz.  Algunos de sus críticos sostienen que ni la madurez hizo que DiStefano  entendiera sus errores técnicos. A pesar de su indisciplina, fue uno de los cantantes más carismáticos y amados de su época.  Otro caso bien conocido y anterior es el de Enrico Caruso, cuya voz había perdido el brillo que deslumbró los principales escenarios del mundo, ya a la temprana edad de 36 años, debido a dolencias en su aparato vocal.

Naturalmente, el término no sólo se refiere al registro agudo masculino. También existen sopranos lírico spinto.