La Red Iberoamericana de Filosofía quedará constituida en el marco del próximo Congreso Internacional de Filosofía a celebrarse del 12 al 16 de noviembre de este año teniendo como uno de sus objetivos la promoción de los sistemas públicos de investigación. El sexto punto de la Declaración de Salvador de Bahía, el documento que emitió la primera reunión de la Red celebrada el pasado año señala:

“… es necesario contar con un sistema público de investigación integrado por universidades y centros de investigación; dotado de recursos suficientes en todos los ámbitos: científicos, humanísticos y artísticos; basado en el mérito, la creatividad y la responsabilidad social de los investigadores; y que conceda la debida relevancia a la investigación y difusión del pensamiento filosófico”.

¿Por qué es importante la promoción de los sistemas públicos de investigación? Observen uno de los conceptos claves del párrafo anterior: “responsabilidad social”. A diferencia de lo que acontece con los sistemas privados de investigación, cuyo propósito es la generación de conocimiento utilizable para producir ganancias económicas, el fin de un sistema público de investigación es generar conocimientos que contribuyan al desarrollo humano en sus distintos ámbitos.

En otras palabras, los sistemas privados de investigación -no importa que disfracen sus intereses reales bajo supuestas misiones no relacionadas con el lucro- priorizan, por su naturaleza, las investigaciones que posibilitan una rápida tasa de retorno de las inversiones con respecto a los estudios “inútiles”.

En este contexto, son inútiles las investigaciones literarias, históricas, filosóficas, sociales, así como todas aquellas cuyo propósito fundamental es ampliar nuestra comprensión del mundo y no producir un artefacto tecnológico atractivo o un medicamento rentable, aunque no esté dirigido a un problema de salud prioritario.

Por su parte, los sistemas públicos de investigación, al ser sustentados por el Estado, tienen un compromiso social. Tienen la responsabilidad de fomentar las investigaciones que contribuyen con la sustentación de una sociedad conformada por ciudadanos competentes para reflexionar, discutir y decidir sobre los problemas políticos -de ahí la importancia de los estudios humanísticos- así como tienen el deber de apoyar las investigaciones que puedan corregir males sociales, problemas de inequidad o brechas no justificables racionalmente entre sus ciudadanos.

Por ello, aquellas investigaciones “inútiles” desde la perspectiva mercantil son precisamente las prioritarias desde un ámbito público. Siempre y cuando, los gobiernos y las universidades no pierdan su horizonte y deseen competir en el mercado concibiéndose a sí mismos como corporaciones subordinadas a la dinámica del lucro.