Cuando mi esposo y yo decidimos integrarnos a una nueva comunidad en Lakeport, en las praderas del lago Okeechobee, nos enteramos acerca de cómo muchas personas habían elegido asentarse en estas planicies. Algunas personas han establecido hogares de corta duración, otros de larga duración y, otros simplemente estacionales.

Los pobladores de hoy día eligen esta zona por propósitos recreativos, tales como pasear en bote, pescar o cazar, o, solo como un sitio para escapar del severo invierno del norte. En el pasado, sin embargo, las decisiones de establecerse aquí eran a menudo alentadas por la esperanza de encontrar una vida mejor, una fuente de ingresos perdurable y un sitio para criar su familia. Las praderas del Okechobee han sido durante largo tiempo prometedoras para los intrépidos agricultores, cazadores, pescadores, ganaderos y propietarios.

No obstante, la mudanza para algunas personas no fue una decisión personal, sino una necesidad urgente, la huida ante una dificultad o situación que atentaba contra sus vidas. El último es el caso de los indios seminolas. Cuando mi esposo y yo compramos el Ranchito, como muchos floridanos solo conocíamos de los seminolas las vestiduras brillantemente coloreadas, los quioscos rústicos techados de palma, las canoas labradas de troncos en las que remaban a través de los Everglades y, en la actualidad, los rentables casinos. Mas su historia refiere un relato muy diferente, una larga epopeya con muchas dificultades y cambios.

Alice Micco Snow
Alice Micco Snow

Los seminolas son descendientes de los indios del Upper Creek, que vivían en Alabama y luego se mudaron a Georgia y al norte de Florida. Sin embargo, como resultado del Indian Removal Act, (Ley de traslado de indios) de 1830, las tropas de los Estados Unidos trataron de desplazar estos indios Creeks del norte de Florida hacia reservaciones en el suroeste de los EEUU. Cerca de 4,000 creeks/seminoles fueron capturados y forzados a caminar hacia el oeste en lo que se conoce con el nombre de “La caminata de lágrimas de los seminolas” en la que muchos de ellos perecieron. De cualquier modo, otros escaparon hacia el sur y centro de Florida antes de ser capturados. Pequeños grupos de estos indios terminaron escondidos en varias zonas del ecosistema de los Everglades, lo que incluye el lado noroeste del lago Okeechobee cerca de nuestro Ranchito de troncos.

Antes y durante este período hubo esclavos que escapaban y se encaminaban hacia Florida. Esos esclavos a menudo se asociaban a los grupos de indios, como trabajadores por contrato a tiempo determinado o, como hombres libres. A estos indios fugados, junto con esos esclavos fugitivos a la larga se les dio el nombre de seminoles, nombre que significa “escapado, montaraz”, que probablemente deriva de la palabra española “cimarrones”. Durante las tres guerras contra los seminolas, a principios y mediados del siglo XIX, el Ejército de los Estados Unidos nunca fue capaz de vencer estos indios. Durante años los indios seminolas vivieron escondidos en los pantanales, evitando contacto con los extraños, sobreviviendo en pequeños grupos, cazando, pescando, alimentándose de plantas y, a veces, pasando hambre. Finalmente, a mediados del siglo XIX, varias reservaciones fueron creadas para los seminolas en Florida.

Cuando compramos en Lakeport, vagamente recordaba que había una pequeña reservación india de seminolas, a solo cinco millas al norte de Ranchito. Al día siguiente de nuestra primera noche en el Ranchito -que fue sin agua ni electricidad- desayunamos en un restaurante del lugar, que proclamaba con orgullo que tenía “La mejor comida del lago”. Después de sentarnos a la mesa, pedimos y mi esposo me susurró: “¿Esos en esa mesa, son mejicanos?” No, tonto, le cuchiché: “Son indios seminolas”. Él estaba fascinado, nunca había visto indios fuera de una reservación y estaban junto a nosotros. Los hombres vestidos de vaquero; las mujeres con las faldas típicas con los brillantes colores, todo esto es un café sureño.

En la medida en que los meses pasaron visitamos la reservación; vimos las oficinas centrales de la tribu, la escuela, el centro de salud, y las residencias modernas, casi todas con sus enramadas típicas techadas de cana. La mejor parte fue el estadio cubierto, donde muchos rodeos estatales y locales se celebran, junto con la presencia de pabellones de vendedores de ropas y adornos para vaqueros. En las inmediaciones se conoce la reservación como la “Rez”.

Gran número de “blancos” trabajan en la “Rez” donde desempeñan diferentes trabajos. Una de nuestras amigas trabajó en el periódico de la reservación. Cuando ella supo mi interés por las plantas me habló de una curandera de medicina tradicional india que había publicado un libro acerca de plantas medicinales que crecen silvestres. Esta indígena seminola elaboró su libro en colaboración con una antropóloga.

Después de leer el libro sentí respeto por los indios seminolas pues me di cuenta de que junto con otros grupos de nativos americanos habían acumulado un excelente conocimiento sobre plantas medicinales. Comparé las informaciones del libro con las muestras de polen encontradas en el paraje arqueológico de Fort Center, cerca de Fisheating Creek, donde vivieron los indios en la época precolombina.

Salix caroliniana leaves
Salix caroliniana leaves

Con estas comparaciones deseaba saber cuántas plantas usadas por los nativos prehistóricos eran similares a las usadas por los seminolas contemporáneos. Quería también saber cuáles de estas plantas crecen cerca o en Ranchito. Este tipo de conocimiento me produce respeto por las llamadas “hierbas malas” que pudiera tratar de eliminar de nuestro jardín.

De las 74 plantas descritas por Alice Snow en su libro Healings plants – Medicine of the Florida Seminole Indians, (Plantas curativas – Medicina de los indios seminolas de Florida) encontré 46 en mi zona. Anteriores curanderos seminolas identificaron hasta 200 plantas medicinales, pero este tipo de conocimiento se está perdiendo lentamente, por eso Alice tiene una lista más corta.

Una de las plantas favoritas de la señora Snow es el sauce de Carolina (Salix caroliniana), que crece en toda Florida, incluso en Ranchito. Este sauce florece en el patio que a veces se inunda y, produce brotes amarillos que más tarde se tornan en mullidos paracaídas blancos unidos a semillas. Me alegró enterarme de que este sauce era muy apreciado por los seminolas y que también tiene muchos otros usos entre diferentes grupos de indígenas.

El polen de estos sauces se encontró en el asentamiento precolombino de Fort Center y en la actualidad he visto grandes extensiones de este que florecen en cañadas y canales de las cercanías. Los seminolas usaban la madera de este árbol para hacer cucharas, sillas, palos para batear bolas y juguetes para niños. De la madera extraían colorante para teñir las pieles de los ciervos. En palabras de Alice Snow: “Este árbol se usa para casi todo entre los seminolas”.

Ella usaba las raíces y la corteza de este árbol en varios remedios, que no eran solo con propósitos curativos, sino también para problemas sicológicos o espirituales. El más extraño de los usos era para lo que ella llama la “enfermedad de los monos”, que suena raro en un territorio donde no hay monos. La “enfermedad de los monos”, tal como ella explica en su libro, es cuando una persona actúa de modo extraño, como un mono, que se rasca y luego se lleva la mano a la boca, como cuando un mono se limpia.

Este trastorno no es desconocido en la medicina moderna, en la que se llama “trastorno de hurgamiento cutáneo”, o “trastorno de excoriación”. Esta enfermedad fue añadida recientemente a la quinta edición del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, (Manual diagnóstico estadístico de trastornos mentales). Las personas que lo sufren se tocan repetidamente, se soban, se rascan, o se hurgan la piel; generalmente lo hacen para quitarse pequeñas irregularidades o imperfecciones que perciben. La piel puede llenarse de cicatrices que a veces se infectan. Las causas de este trastorno no se entienden muy bien y para este se recomienda sobre todo tratamiento psiquiátrico. Quizá sería bueno en casos como este mencionarles el remedio de la señora Snow.

Mi deseo al compartir algunos de los remedios de las plantas medicinales de los seminolas es que los lectores sientan respeto por este pueblo y su herencia medicinal.