Creo que no está en discusión los niveles de popularidad y aceptación de que goza el presidente Danilo Medina corroborados en diferentes encuestas afines o no al gobierno.
Dentro de las razones que se argumentan para tan elevados niveles de aceptación se encuentran la revisión del contrato de la Barrick Gold, la asignación del 4% para educación, la Jornada Escolar extendida, la construcción de escuelas en toda la geografía nacional, entre otras.
Es sintomático observar que la aceptación del pueblo se mantiene a pesar de la no promulgación de un decreto que convirtiera a Loma Miranda en parque nacional o la acusación de atentar contra la soberanía dominicana con el plan de regularización de extranjeros y la ley de naturalización.
Ante este panorama percibo que otros poderes del Estado han sentido cierta inclinación a dejarse tentar por estas ínfulas populistas y han asumido ciertas decisiones que si bien pueden hacerle ganar ciertas simpatías con algunos sectores, también colocan al país en una posición de cuestionamientos tanto a nivel nacional como internacional.
Dentro de estas decisiones se inscribe la aprobación de loma miranda como parque nacional. Aclaro que estoy de acuerdo con que esta fuente de oxigenación del país sea preservada y convertida en parque nacional como se ha demandado desde diferentes sectores de la sociedad dominicana, sin embargo creo que el congreso se dejó llevar de esa corriente populista sin analizar con detenimiento las implicaciones de dicha decisión ampliamente detalladas en las justificaciones enviadas por el poder ejecutivo.
Otra decisión que atribuyo al populismo ha sido la asumida por el Tribunal Constitucional de desconocer una sentencia de la CIDH sobre la base de que el alto organismo para los derechos humanos está prejuiciada con el país en vez de procurar corregir las debilidades que se nos atribuyen.
Argumentan inconstitucionalidad cuando quien introdujo al país en ese organismo fue el artífice de la actual constitución y el creador del organismo que hoy define como inconstitucional nuestra pertenencia a esa instancia.
Al margen del tema haitiano en lo particular me preocupa la actitud represiva de los organismos del orden quienes inventan intercambios de disparos para justificar la desaparición física de supuestos delincuentes o de delincuentes reales que ya no sirven a sus intereses y esto no es prejuicio de la comisión.
¿Estaba prejuiciada la CIDH cuando condenó al Estado dominicano por la desaparición del profesor Narciso González aunque el ex presidente alegara que en sus gobiernos se hizo todo lo posible para esclarecer el caso?
La vía del populismo no es la dirección más expedita para tomar decisiones, si realmente quieren caerle bien a la población condenen a los corruptos sin importar el color partidario, asuman con responsabilidad la función que se les ha encomendado y terminen de resolver casos que llevan décadas esperando solución como el asesinato de Orlando Martínez, por ejemplo.
Cuidado con el populismo.