La muerte es inevitable para los seres vivos. Pocos en la especie humana desean morir. Y, aunque son muy diversas las causas y razones para morir, sin tomar en cuenta los que mueren voluntariamente, conocer con certeza cuándo nos tocará enfrentar la muerte, resulta un enigma.
En mi vida profesional he tenido que manejar calamidades generadoras de muchas muertes de personas -como el caso del Río Blanco en Jimaní, el 24 de mayo del 2004-. Sin embargo, existen individuos que desafían el peligro, encontrando así la muerte cuando aún disfrutan de una buena salud y energía suficiente para seguir viviendo por muchos años.
Los viajeros ilegales, son personas que se arriesgan a morir ahogados o devorados por los tiburones, perdiendo lo más valioso del ser humano, que es la vida. Este grupo de desafiantes del peligro, ni siquiera hacen caso a las advertencias meteorológicas, relativas a las condiciones del mar. Los motociclistas, también desafían el peligro, cuando echan carreras y acrobacias en sus motos,
Muy lamentable resulta perder la vida por buscar “belleza”. Es el caso de las frecuentes muertes de mujeres, en manos de médicos que les practican cirugías, que no son conducidas con los debidos cuidados. En estos casos, las víctimas pagan caro, para que las “maten”. Y si les toca tratar con profesionales a quienes ponen el dinero por delante de la ética, el riesgo de morir en sus manos, aumenta considerablemente.
En este sentido, quiero llamar a la atención a los grupos feministas, en ocasión del recién finalizado Día Internacional de la Mujer, para emprender acciones que “eleven” la autoestima de la mujer, para reflexionar sobre este problema de arriesgar la vida por una “belleza” que resulta a corto plazo y que puede lograrse con métodos menos dañinos a la salud y ostensiblemente más baratos al tiempo que ponen al desnudo sus debilidades en desmedro de sus capacidades!!!
Pero como dice el dicho “-quien por su gusto muere, la muerte le sabe a gloria”- Y, aunque cada cabeza es un mundo, el mundo se acaba todos los días para el que muere, especialmente
aquellos que desafían el peligro.