La Impronta de Duarte en la Constitución de la República

 

“Queremos la paz, pero la paz no puede ser nunca

mera ausencia de violencia, sino que debe ser

presencia y vigencia de la Constitución, sin

coacciones, extorsiones ni amenazas”.

Fernando Savater

 

Sigamos tocando el tópico de los principios que se ha impuesto la Patria Dominicana desde sus inicios. Habiendo visto en las partes que anteceden a esta, el llamado “Manifiesto de los Pueblos de la Parte Este de la Isla, Antes Española o de Santo Domingo, Sobre las Causas de su Separación de la República Haitiana”; venimos hablando del “Proyecto de Constitución de Juan Pablo Duarte”, y de la influencia de este en la Constitución Dominicana de 1844.

Duarte tenía una idea clara de los aspectos que debía tocar una constitución como Ley Fundamental del naciente Estado Dominicano, y en tal sentido había redactado su Proyecto Constitucional. Según análisis de los mas connotados historiadores dominicanos, la redacción debe haberse hecho poco después de materializarse la Independencia.

El idealismo del Patricio aflora desde el preámbulo que había concebido para su constitución, el cual vimos anteriormente. Igualmente se puede observar el apego y admiración que sentía por la justicia y por la igualdad de los hombres ante la ley, lo que se pone de manifiesto en el enfoque “ardoroso” y predominante hacia aquella, y los efectos jurídicos de la misma.

Su iluminado concepto liberal, su preclaro pensamiento democrático y sus ideas avanzadas y progresistas, son fanales que aclaran el camino hacia la fundación de una nación libre y soberana basada en fuertes cimientos ideológicos. Sobre la Ley, rezan la mayor parte de las 10 páginas rescatadas del escrito constitucional de Duarte, destacando su acatamiento a lo institucional. De igual manera se destaca el principio de la irretroactividad de la Ley (Art. 10), y que es derogable toda ley no declarada irrevocable (Art. 7), además de condenar la distinción de razas, riquezas, estatura social o autoridad. Duarte proponía que nadie podía ser juzgado sino con arreglo a la ley, también refería que “lo que la ley no prohíbe, ninguna persona, sea o no autoridad, tiene derecho a prohibirlo”.

Hablaba Duarte (Art. 15) de que el Poder debía ser legítimo, y que la Ley otorga a los gobernantes el derecho de mandar, y al gobernado el deber de obedecer, y agregaba que, la autoridad no constituida con apego a la ley es ilegítima y por tanto no tiene derecho a gobernar, ni hay obligación de obedecerla. Planteaba la idea de la división de los poderes del Estado, pero también es notable su arraigado apego al poder municipal, al mencionarlo como primero.

Pero lo más destacable, y por lo que Juan Pablo Duarte ocupa el sagrado sitial de ser el Padre de la Patria, es por su apego irrestricto a la idea perpetua de soberanía e independencia nacional y su negativa a que La naciente República Dominicana fuera jamás “parte integrante de ninguna potencia ni patrimonio de familia o persona alguna propia ni mucho menos extraña”. El prócer proclamaba en su proyecto, que la nación que se encontraba en sus albores se llamaría República Dominicana y que la misma sería la reunión de todos los dominicanos, y que su bandera sería la tricolor de cuartos encarnados y azules, atravesados por una cruz blanca, la que hoy exhibimos orgullosos.

Aunque el proyecto constitucional de Duarte vino a ser conocido tiempo después de promulgada y publicada la Constitución del 6 de noviembre de 1844, tanto esta como el manifiesto del 16 de enero del mismo año, cuentan con gran influencia de los postulados del forjador de nuestra nacionalidad, cuales eran su apostolado, conjuntamente con sus condiscípulos Los Trinitarios, que con Bobadilla y los demás integrantes de la Junta Gubernativa, durante su exilio, actuaban inspirados en sus ideas.

La marca de Duarte se percibe en la Constitución de 1844 y en las posteriores. Los postulados de amor a la libertad, considerándolo como la facultad más valiosa en la vida de los hombres, el respeto por la Ley, el ejercicio de la política bajo los preceptos de honestidad, el apego y amor por la justicia y el patriotismo, la igualdad entre gobernantes y gobernados, la unión de los hijos de la patria en la búsqueda de la felicidad y prosperidad de todo el pueblo, y por último, el postulado que ha sido norte, estímulo, y aliciente en la conciencia nacional para salir victoriosos cuando la patria ha tenido que enfrentar ataques e invasiones, como es la idea de Soberanía Nacional; todos son Impronta de Duarte.