Y dijo el Rey: El poder no corrompe.
Es el miedo que corrompe, por
Temor a perder el poder.
J. Steinbec.-
Tenemos que lograr sin importar el precio, inclusive si es de sangre, hacer una democracia que sea referente en el mundo. Pero, no como esas principalías que nos han tocado por puro azar y sin esfuerzo alguno. No, me refiero a desarrollar una democracia que primero haga honor a su definición o concepto… ¡Gobierno del pueblo y para el pueblo!
Y no es la primera vez que hago referencia a ese orgullo pendejo que pregonamos y nos regodeamos a viva voz, sobre esas primacías donde solo el destino ha incidido. Pero, para que esto se produzca primero debemos tener leyes que nos regulen, aunque eso ya lo tenemos. Más bien quizás, necesitemos de quienes las hagan ejecutar y apliquen a todos por igual, y no solo a los pendejos carentes de fortuna o apoyo político. ¡No podemos permitir que nos quiten esa principalía de la que tanto nos enorgullecemos!
No podemos permitir estar dentro de los 10 primeros en Latino América o el mundo, en nada, tenemos que ser los primeros. Comenzando por la cabeza, es decir, por tener el mejor Presidente del Mundo; los primeros en educar a la juventud para que sean políticos; en tener la mayor cantidad de partidos por habitantes; en tener la mayor cantidad de divisiones territoriales por kilómetro cuadrado; la mayor cantidad de ministerios, secretarias, institutos sin importar que todas hagan lo mismo; pasar a ser los primeros en accidentes automovilísticos; los primeros en peor rendimiento en ciencias matemáticas y los primeros en enseñanza sobre clientelismo y partidismo; y son tantas las cosas como estas últimas que podemos hacer sin mucho esfuerzo, que voy agregar otra; luchar junto a nuestros políticos para llegar a ser los primeros en donde se producen la mayor cantidad de sobornos. ¡A incentivar un poco más a nuestros políticos y el próximo año, ya estaremos también de primeros!
Y por favor, no hablemos de cinismo, porque ya, buscando ser los primeros, no tanto en leyes, porque hacerlas, si es que nos falta alguna, nuestros políticos las hacen todas en una semana o menos, más bien miremos como se adelantan nuestros jueces, si, esos mismos que no aplican lo referido anteriormente, o lo hacen selectivamente, como han salido en manada a defender sus iguales, reclamando respetar su “honor” y su “independencia judicial”. Y eso está bien, porque son hechos que nos catapultaran a ser los primeros en “compañerismo” y en el cómo se deben defender aquellos aplicadores de… ¿La Ley?
Asombroso ejemplo, que aun sean ellos mismos, por o con presión, sacaran a sus “aplicados iguales” del atolladero. Si ésta acción no se encuentra entre las primeras cátedras de justicia y compañerismo que sirva de ejemplo, al menos van por buen camino. Y es, que ese tipo de “indelicadeza” planificada al dedillo, con alevosía, mala fe y premeditación, con hedor a narcotráfico, a dinero sucio, va más allá de una loca osadía, que quizás podría catalogarse hasta de vergonzosa que no solo mancha la honra de los involucrados, sino al sistema judicial entero.
Pero, resulta casi inconcebible que en esta categoría de profesionales, que supuestamente moral y éticamente deberían de ser un referente para la sociedad, se produzca este tipo de acción casi colectiva, porque entonces, que le dejamos a los que van subiendo, ¿vamos a condenar a los estudiantes uasdianos por defender a su bandido preferido? La cosa es, que no debieron de ser “suspendidos” porque eso es un privilegio, más bien, sometidos a la justicia y de proceder, ser cancelados, porque los “abusos y desconsideraciones”, no provienen precisamente del Consejo del Poder Judicial, sino, de otros lares, a sabiendas como sabemos, que en este caso hay muchas personas inocentes atrapados en su buena fe pero, hay que investigar sin recibir presiones de grupos, argumentando un falso o real compañerismo, porque los inocentes saldrán fortalecidos, aunque adoloridos y mal heridos por los que si saborearon las heces del dinero del narcotráfico en este bien urdido y de seguro, caramente plan muy bien pagado. ¡Sí señor!