El pasado primero de diciembre fue celebrado el décimo aniversario de la primera ¨Bandera Azul¨ que obtuvo la República Dominicana en playa Dominicus, en el municipio de Bayahibe. Desde el 2003 el país incursiona en este programa internacional de calidad medioambiental como parte de un esfuerzo impulsado por la Asociación de Hoteles de Romana–Bayahibe, así como de su cluster turístico.
Es cada vez más notoria la presencia de estas banderas en las costas norte y este del país, constituyéndose en un contagio positivo para el turismo dominicano donde cada vez más hoteleros se han lanzado hacia la incursión de este galardón.
La “Bandera Azul” o “Blue Flag” es un galardón de calidad medioambiental que busca promover el desarrollo sostenible y uso adecuado de las playas y marinas a nivel mundial. Es desarrollada por la Fundación Europea de Educación Ambiental (FEE por sus siglas en inglés) y cuenta con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente, así como de la Organización Mundial del Turismo.
Según las estimaciones de la FEE, entre los 48 países que actualmente implementan el programa se registra un estimado de 4 mil banderas azules ondeadas a nivel internacional. Europa cuenta con la mayor cantidad de galardones, siendo España el país líder.
En las Américas ondulan banderas azules Canadá, Brasil, México, República Dominicana, Puerto Rico, Bahamas, Islas Vírgenes, San Martin y Trinidad y Tobago. Entre todos suman un total de 81 banderas en las categorías de playas y marinas.
Si segmentamos esta información solo para el Caribe, se registra un total de 49 banderas azules, donde la República Dominicana se consolida como líder con un total de 21 segmentos de playas galardonadas, para una cuota del 43% de las banderas de la región. Esto es una gran notica, en especial si recordamos los niveles poco alentadores del turismo dominicano en los indicadores de competitividad, correspondientes a los aspectos medioambientales.
Bandera Azul es un signo de compromiso continuo que arraiga el cumplimiento irrestricto de múltiples criterios que se agrupan en torno a los pilares de: i) calidad de las aguas, ii) información y educación ambiental, iii) gestión ambiental y seguridad y iv) servicios e infraestructura. Se constituye por tanto en una importante iniciativa voluntaria de apuesta a la sostenibilidad y estímulo a la calidad para el turismo.
Estos programas, bien desarrollados y articulados, poseen grandes ventajas.
Por un lado, contribuyen a la proyección de una buena imagen del país a nivel internacional y así la captura de nuevos segmentos de mercados interesados en destinos turísticos que apuesten a la sostenibilidad; por el otro, a la mejora de las capacidades locales y empoderamiento de las comunidades así como propiciar una cultura colectiva en armonía con el medioambiente y el debido cuidado de los activos naturales y patrimonio cultural.
Estas ventajas, sin embargo, solo podrán ser potenciadas en la medida que se enmarquen dentro de políticas de calidad e innovación que permee en todos los niveles de actuación del sistema turístico. Urge una mayor participación de los gobiernos locales en estos procesos, así como de los organismos públicos y privados responsables de la ejecución de políticas y estrategias de fomento al desarrollo sostenible del turismo en el país.
Se reconoce y aplaude el esfuerzo de los hoteleros que de forma voluntaria han incursionado en éste y otros programas de apuesta a la sostenibilidad. Es loable la labor de los pioneros y todos los que de forma directa e indirecta han contribuido que el país ostente este liderazgo en el Caribe. Se debe apostar a la calidad pues el mercado turístico mundial así lo demanda.