Los 12 volúmenes de Historias de Amor de la Historia de Francia,de Guy Breton, son ilustrativos de lo que son los asuntos de cama dentro de la historia francesa, y de cómo sus gobernantes tienen lazos amorosos, que no necesariamente afectan sus formas de gobernar. Pareciera que el poder actuara como una suerte de afrodisíaco, que desborda la libido, algo que hemos visto ya en otras sociedades. Pero en la sociedad francesa, esta conducta no tiene las mismas connotaciones, pues siempre se ha dicho que hay que mantener los límites entre lo público y lo privado.
Es casi una regla tener historias románticas, como lo muestra la conducta de algunos de los últimos 5 presidentes de la V República: Charles de Gaulle (1959-1969), Georges Pompidou (1969-1974), Valéry Giscard d’Estaing (1974-1981), François Mitterrand (1981-1995), Jacques Chirac (1995-2007), Nicolas Sarkozy (2007-2012) y François Hollande desde 2012.
El primer presidente socialista, François Mitterrand, fue el último en mostrar como los lazos diversos, fuera de la familia oficial, no afectan el ejercicio del poder. Al ser fotografiado saliendo de un restaurant con su hija Mazarine, se hizo público que tenía dos familias, que le acompañaron hasta el final de su vida (con la presencia de ambas mujeres en su funeral).
Nicolas Sarkozy, quien comienza su mandato con su divorcio de la primera dama Cecilia Sarkozy, es el primero en establecer una ruptura estando en el poder. Lo que le permitió tener dos primeras damas, al casarse luego con la modelo y cantante Carla Bruni.
Actualmente, el presidente François Hollande, fiel a dicha tradición, se ha visto envuelto en un asunto de falda con un acto de infidelidad atípico que tiene un final muy típico. Llegó al Elysée hace 20 meses con su novia, la periodista Valérie Trierweiler (“First Girlfriend”, como la llaman los Norteamericano) quien goza de todos los privilegios de una primera dama: con 5 colaboradores, 2 agentes y 3 funcionarios a su servicio. Esto cuesta 19,742 euros a los contribuyentes franceses, que ponen en cuestionamiento el rol de primera dama – sobre todo si llegara algún día al poder un presidente gay.
Este es el único caso donde un jefe de Estado en visita oficial trastoca los conservadores protocolos de algunas sociedades visitadas. Hollande nunca ha querido casarse, negándose a modificar su vida anterior a ser presidente, obviando que el rol de mandatario exige un mínimo de rituales, aun en las sociedades más evolucionadas.
Desde principios del 2013, han circulado rumores de que había otro amor en la vida del presidente Hollande, vinculándosele a la actriz y simpatizante del Partido Socialista, Julie Gayet. El 10 de enero del 2014, la revista Closer da seguimiento a las escapadas en moto del Presidente Hollande: publican una serie de fotos que revela el affair, rompiendo los límites entre lo público y lo privado. En portada de la prensa nacional e internacional, se difunde la imagen del presidente francés, frente al inmueble de su “amor secreto”. Mientras su compañera oficial, la señora Trierweiler, era hospitalizada con “depresión”. Y solo tres días después, le visitaba su compañero.
Cuestionada la revista Closer ante el atentado a la privacidad del presidente (algo de cual los medios locales han sido históricamente respetuosos), los responsables de la revista de capital italiano argumentaron que la historia era conocida por mucha gente en París, lo cual hacia pública la noticia. La dirección de redacción explicó que la decisión de publicar las fotos, realizadas por un paparazzi, confirmando la relación entre la actriz y Hollande, se debió a que “es una historia de un presidente normal”.
Salió a relucir que, desde su llegada al Elysée, Hollande trató de preservar su libertad de movimiento, poco compatible con sus nuevas responsabilidades. “Este es el hombre que controla el arma nuclear, se desplaza por París en moto, de incógnito, para dirigirse a un inmueble acompañado de un solo guarda espalda”, destacó el periódico Times.
Sus andanzas privadas llegan a lo público, en un momento crucial de la gestión del presidente francés. Este último es cuestionado por su incapacidad en la toma de decisiones (siendo calificado por sus críticos de “ambiguo”), y su tasa de popularidad es la más baja de la historia. En la revista L’Express, Jacques Attali le recuerda su delicada situación política con “un nivel de endeudamiento record, un país instalado en la recesión, un poder desacreditado por sus inseguridades. En resumen, una nación al borde de la insubordinación”.
Tras pasar la sorpresa de la noticia, la prensa local, generalmente cómplice de este tipo de escándalos, continuó recreando con precisión la historia de amor del Presidente. En las calles, en las redes sociales, todos hablan de las escapadas de Hollande, apareciendo afiches en los muros de París solicitando su demisión. Mientras las encuestas arrojan que el 52% de los franceses piensan que el presidente debería dar una explicación de su conducta a la nación, y el 72% cree que es un asunto privado.
¿Será éste el fin de la indiferencia de los franceses a la vida privada de sus gobernantes? O, ¿es esta apenas la oportunidad que tienen de pasar factura a su gestión? Ambas cosas pueden ser posible…
Lo cierto es que, 15 días después de la fotos de “Closer”, Hollande acaba de oficializar su separación con la Señora Trierweiler, en un intento tal vez de aclarar su vida sentimental, teniendo ahora la posibilidad de definir su panorama político, frente a una sociedad impaciente ante los males sociales. Y esto sí tiene mucho que ver con lo público en la sociedad francesa… El resto – escapadas, fotos y ruptura – es una historia de vida privada.