El jueves pasado, 22 de febrero, en el Museo Memorial de la Resistencia sostuvimos un encuentro con amigos del primero de los nueve hermanos Sang Ben que paso a la morada del Padre, así, con tono cristiano-religioso, porque quiero explicar un término que se usa en la izquierda no marxista, aquella que se distancia del totalitarismo marxista.

La dedicatoria del homenaje al quinto de los Sang Ben la hizo la cuarta, Mu-Yien Altagracia, en la sala de Reflexión al exponer la placa con el siguiente texto:

«EN MEMORIA

Peng Sien Rafael Sang Ben

Revolucionario comprometido

Luchó por una sociedad justa, inclusiva e igualitaria»

Las palabras para intuir sus bases parten de la inspiración cristiana al unirse a los Comités Revolucionarios CAMILO TORRES, y en su escisión alrededor del debate de la teoría del foquismo, expresada por Regis Debray, en su libro Revoluion en la revolución, reconoció que la lucha revolucionaria debe canalizarse y hasta identificarse con la democracia y ponerla al servicio de los más pobres.

Entonces, ¿a qué viene el titulo?

Muy sencillo, la estolidez humana desarrollada al máximo en la Guerra Fría se mantiene en la reedición en esta neo-Guerra Fría que declara como enemigos del capitalismo “ateos disociadores”, olvidándose que existen los opuestos por asuntos éticos, como lo muestra el libro Stuart Jeffries, Gran Hotel Abismo: De Walter Benjamin a Jürgen Habermas. Cuya reseña se encuentra en el enlace siguiente de El País:  https://elpais.com/cultura/2018/02/21/babelia/1519212881_011387.html

«El 15 de mayo de 1942 Bertolt Brecht anotó en su diario: “Con [Hanns] Eisler en casa de Horkheimer a comer. Al salir, Eisler sugiere para la novela de Tui: la historia del Instituto de Investigaciones Sociales de Fráncfort. Un anciano muy rico muere; preocupado por el sufrimiento del mundo, deja en su testamento una cantidad sustancial de dinero para establecer un instituto que investigará la causa de la miseria… que, naturalmente, es él mismo”. Brecht tenía un radar muy fino para las contradicciones y, desde sus mismos inicios, la historia de la Escuela de Fráncfort estuvo plagada de ellas. En efecto, en 1922 Félix Weil le pidió dinero a su padre —el exportador de cereales más importante del mundo— para organizar en Ilmenau unas jornadas de estudios marxistas a las que asistieron Georg Lukács, Karl Korsch o el legendario espía soviético Richard Sorge. Dos años después, Weil fundó en Fráncfort el Instituto para la Investigación Social, al que Max Horkheimer dio un rumbo innovador y original cuando, en 1930, se convirtió en su director con la estrecha colaboración de Theodor Adorno, que, a su vez, colocó a Walter Benjamin en la órbita de la institución. »

La contradicción se repite veinte años después, en la pluma de Lückas, se produce el testimonio del libre-pensamiento crítico: « Lükács entendía el compromiso con la causa del proletariado como un salto de fe —una conversión, en un sentido muy literal— que conllevaba tensiones y sacrificios personales. Los marxistas occidentales, en cambio, llegaban a asomarse al pozo sin fondo de los problemas e injusticias del capitalismo… y allí se quedaban. El Gran Hotel Abismo, decía Lukács, ha sido erigido precisamente al borde de esa sima para dar acomodo a las mentes inquietas: “Se vive aquí en la más exuberante libertad espiritual: todo está permitido; nada escapa a la crítica. Para cada tipo de crítica radical —dentro de los límites invisibles— hay habitaciones especialmente diseñadas. (…) Toda forma de embriaguez intelectual, pero también toda forma de ascetismo, de autoflagelación, está igualmente permitida”. »

Puedo parecer petulante, pero a riesgo de que me consideren una desfachatez, quiero agregar este testimonio ya que de estos avatares de la izquierda si lo discutía con Peng Sien. Es un testimonio intelectual de alguien que dedicó su empeño a la formación política en beneficio de la comunidad, en un momento a los campesinos y en otras a los barrios de la República Dominicana.

Por otro lado, deseo recalcar que el nuevo pensamiento de izquierda, luego de la caída del socialismo real, se ha convertido en los post-marxistas, los que desean hacer la revolución sin tutelas ideológicas, por ellos post-marxistas. Mi hermano Peng Sien fue uno de ellos.