La esclavitud a la ley es la única
Libertad; pero si la ley es injusta,
Esta libertad es un deshonor.
Marco Tulio C.
Completamente vacío, navegando entre la nada tratando de buscar donde no hay, como si fuera una noria llevada en un alocado e inútil trote que solo hace girar y girar en el mismo lugar sin ver una sola gota de agua. Así me parece estar en este día; aburrido en el mismo trajinar como resultado de la irresponsabilidad de este pueblo ante el comportamiento descarado y abusivo de una claque política, indolente y mayormente corrupta.
Quisiera en realidad creer, pero no me lo permiten. Desearía con vehemencia apoyar una nueva oportunidad que abra espacio a la esperanza de un renacer, de algo que revolucione el accionar corrupto, permisible, clientelista e inmoral en el cual nos encontramos sumergidos pero, no me dejan. No me proporcionan el menor indicio de un arrepentimiento por la malas acciones pasadas, al contrario, los manager me presentan la misma lista de los jugadores que van a participar en el próximo juego y al mismo lanzador que permitió tantas carreras.
¿Cómo creer que no será más de lo mismo?, si quien promete el cambio permanece rodeado de las peores lacras que otrora llenaron su alrededor de fétidos olores, salidos de la manipulación vergonzosa de la figura del líder, sin dejar de incluir todo tipo de “indelicadezas”, sobre todo, un contubernio criminal con negocios mafiosos, compulsivo, manipulador, un tráfico descarado de influencia, incluyendo claro está… ¡el narcotráfico!
Reitero, que quisiera creer y hasta pienso, que sería saludable para mí pensar, inclusive visualizar que quizás en algún momento, antes del gran derrumbe de esta nación, en donde el diario vivir los temas más importantes están circunscriptos a las elecciones, cual que esta sea, llámese de abogados, rectores, periodistas y para colmo, hasta de agrupaciones de oficiales generales retirados y el siempre presente tema sobre farándula, podamos emular al gran
País de China y mucho más ahora, que tenemos “relaciones diplomáticas” y otras tantas “relaciones comerciales privadas” con ese país.
Me refiero a China, en cuanto a rescatar valores y conceptos ejecutados otrora por esa gran nación y que una vez fueron olvidados, pisoteados por las bajezas humanas, pero, que cual ave fénix, volvieron a formar parte de su rica y famosa cultura. Es claro que estoy hablando de los principios que en su momento fueron enarbolados por Confucio, el cual murió en un vano esfuerzo por encontrar un líder que fuera digno de aplicar los mismos, pero que una vez transcurrido el tiempo, y gracias a que sus discípulos escribieron sus enseñanzas, pudieron ser aplicadas en esa Nación que ha florecido y florece como si viviera una eterna primavera, habiendo convertido esos principios en su manual de vida.
Y la pregunta es; ¿podríamos nosotros hacer un símil con los ideales y enseñanzas de Juan Pablo Duarte e imponer el decoro, el interés y sacrificio primario hacia esta Nación, tal y como han hecho los Chinos con Confucio? Tal vez esté pidiendo demasiado, quizás sí quizás no. Digo esto, a diferencia de tantos, porque no considero que los políticos que militan en los partidos políticos sean los únicos culpables de esta debacle institucional, moral y ético que acogota al país. Porque para mí, los reales culpables son aquellos políticos que no militan abiertamente en los partidos; aquellos que se sostienen con una doble personalidad y solo se “reúnen” con los líderes políticos, a puertas cerradas y a escondidas.
Ya sé que todos conocen me estoy refiriendo a la justicia dominicana, esa que es manejada como títere, agradecidos sus miembros por el puesto en el que han sido designados. No ha valido la diversificación o especialidad de tribunales porque el problema no ha radicado en ese punto, sino, en quienes los componen, ya que si aplicaran las leyes, como debe de ser, esto es, a todos por igual, sus compañeros de partido lo pensarían varias veces antes de meter las manos en el erario que corresponde a todos los dominicanos. La historia de la justicia en este país es harto conocida, solo los pendejos y faltos de protección, tanto de los políticos o de Don dinero, son los que van a la cárcel. Y todo aquel que pide ejemplos, es un descarado. ¡Sí señor!