Del cólera parecía que nos habíamos librado. Ahora es uno de los males y preocupaciones que reclaman máxima alerta de toda la ciudadanía. Algunos han llamado a la población, principalmente a las autoridades, a iniciar una auténtica cruzada contra este virus que, por lo demás no es, según dicen los sanitarios, tan difícil de evitar. Los pobres, en todo caso, no tienen fácil, aunque fácil sea prevenirlo, librarse de este mortal virus.

A Renaul Francois, un ciudadano haitiano de 53 años que fue en enero pasado la primera víctima oficialmente reconocida por las autoridades de salud nacionales, se le han unido ya unos cuantos dominicanos que nadie se aventura a calcular, pero que todos sospechan que son muchos más de los que Salud Pública reconoce.

Creo que el cólera somete a examen nuestra pobreza y la desnuda. Si como dicen los agentes de salud, es tan sencillo prevenir esa infección simplemente evitando beber aguas de los ríos, lavarse las manos con frecuencia, no consumir alimentos cocinados en las calles sin ninguna garantía de salubridad etc, etc, ¿por qué entonces nos está apabullando?

En San Cristóbal, donde vivo, que es una de las ciudades al momento de escribir estas líneas, en la que se ha enseñado la bacteria Vibrio cholerae, principalmente en los barrios que se acuestan a la rivera del río Nigua, ya son varios los muertos. Los oficiales dos o tres; los otros, los que dice "radio bemba", son muchos más.

Cuando dos párrafos arriba señalaba que el cólera desnuda nuestra pobreza y la indigencia de mucha de nuestra gente, lo que quería resaltar es que para los más pobres no es tan fácil librarse del contagio del cólera porque viven inmersos en unas condiciones que favorecen contraer la enfermedad y de las que no pueden realmente sacudirse. Eso que parece tan fácil y sencillo no está al alcance de mucha de nuestra gente más pobre condenada a infectarse, deshidratarse y, tal vez, morir.

Por ejemplo, en los barrios marginales de la ribera del río Nigua en muchos hogares no pueden comprar agua potable de la que se venden en los botellones. La que reparten los camiones gratuitamente también, según han señalado las autoridades, están infectadas del virus y por tanto habría que rechazar. Cuando se acercan las doce del medio día y hay que cocinar el arroz de los muchachos, toman su caldero, apilan un poco de leña en la margen del río y cocinan sirviéndose del agua que corre por su cauce

Para resolver esto se requerirá algo más que militarizar el río e impedir que esos dominicanos y dominicanas sigan adquiriendo boletas para la rifa del cólera que reparte deshidratación a diestra y siniestra. Además, esta medida solicitada por Salud Pública de hecho, no se está cumpliendo, por lo menos hasta la tarde de este martes en la que escribo esta columna.

Me gustaría, eso sí, que la misma contundencia y seguimiento con que se monitorean las zonas turísticas del país para prevenir del cólera a los extranjeros que vienen a solearse a nuestras playas, se aplicaran medidas preventivas en las zonas más vulnerables y proclives a que se enquiste esta pandemia del cólera que parece ha venido para quedarse unos cuantos años. Dicen que en Haití serán más de cuarenta. ¿Entre nosotros?