Mi generación sobrevivió, hasta ahora, a epidemias y pandemias. Cólera, hepatitis, SIDA, H1N1, COVID-19 y paro de contar. Pero hubo una epidemia en mi niñez que, aunque no mata como las citadas, me enseñó para siempre la prudencia del aislamiento social y la precaución del distanciamiento físico: los piojos.
Recuerdo vívidamente que cuando alguien llegaba a la casa rascándose la cabeza, la familia entraba en pánico. Nadie quería bregar con piojos. Ni en la casa, ni en la escuela, ni en el barrio. Tener piojo era como comprar el pasaje para pasar al ostracismo social o, como se decía entonces, irse a la porra.
Si te contagias del coronavirus, por ejemplo, te internan en un centro hospitalario y queda aislado de tus familiares y amigos. Y si el Covid-19 te ataca duro, pasarás unos días en cuidados intensivos, entubado y conectado a un respirador artificial. Pero al recuperarte la comunidad te recibe como un héroe, como un sobreviviente de una guerrita biológica que se da a nivel microscópico. Es decir, te salvaste de ser devorado por unas minúsculas partículas infecciosas que te conciben como su comida.
Sí se corre la voz de que tienes piojos, en cambio, la gente se alejará cuanto pueda de ti. Y aunque te sanes por completo, siempre persiste un alejamiento discreto. Es como si tuvieras una S grande y roja en el pecho, no de Supermán, sino de sospechoso.
Los piojos
¿Has visto la hormiguita jibijoa? Los piojos son como las jibijoas, son insectos pequeños que se hace difícil verlos. Viven chupando la sangre escondidos y protegidos en el cuero cabelludo. Descuidar combatirlos puede llevar a que se propaguen a las cejas y las pestañas.
Los piojos pueden vivir hasta 30 días. Se reproducen por huevos que, a su vez, suelen durar más de dos semanas vivos. Los huevos se llaman liendres.
¿Cómo se puede infectar de piojos una persona?
Hay tres formas básicas de contagiarse con piojos. 1. Entrar en contacto cercano con una persona que tenga piojos; 2. Tocar las ropas o tendidos de camas de una persona contagiada de piojos; y 3. Compartir gorras, sobreros, toallas, cepillos o peines de alguien que tenga piojos.
Aunque aparecen, de cuando en vez, muchachos con piojos –principalmente en las escuelas–, ésta sanguijuela en miniatura es una plaga controlada, como las niguas y las ladillas. Con todo, desde que le detectan piojos a un niño se arma el corre-corre en la escuela y en la familia del contagiado.
Una característica de los infectados con piojos consiste en que si duran mucho tiempo con ese mal, la burla la gente los llamará piojosos. Ese estigma del piojoso suele durar años, inclusive sirve hasta para refrescar la memoria:
–¿Te acuerdas de Pedro, el indiecito que vivía…?
–Sí, sí, sí…Pedrito el Piojoso…
Históricamente la propagación de plagas y epidemias se asocia a las clases sociales bajas, aquellas que viven con cierto nivel de hacinamiento. Los métodos para combatir esos brotes, en consecuencia, se convierten en mecanismos de exclusión social. Hoy día se exige aislamiento social y distanciamiento físico para evitar el contagio del Covid-19.
Las mismas medidas que adopté en mi niñez para escapar a los piojos.