“Los peores de la cuadra son los intelectuales”, me decía Yadira Espinoza.

Yadira Espinoza era una profesora de psicología aplicada que no creía ni en la madre de los tomates. “Fíjate en sus escritos”-decía- “son los que más enredan la cabuya, creyéndose muy inteligentes pero, mientras más inteligentes se creen,  menos objetivos son en sus disquisiciones”.

Esto es aplicable, ante todo y sobre todo, a la realidad dominicana. A la mayoría de nuestros intelectuales se les fue la liebre hace tiempo y todavía la andan buscando, sin ser capaces de encontrarla jamás. Es como el problema de la luz, que se fue hace más tiempo qu’er diablo (¡fuá!) y todavía la estamos esperando, aunque dizque ya llegó para quedarse.

Han pasado muchos años y no he vuelto a ver a Yadira Espinoza pero, cada vez que leo algún escrito de cualquier intelectual recuerdo sus palabras: “Son los peores de la cuadra”.

Por ejemplo, en uno de los últimos artículos en el New York Times de Paul Robin Krugman, el insigne Premio Nobel de economía del 2008, dice, entre otras cosas, que los verdaderos culpables de la crisis financiera fueron los “bancos chiquitos” (small banks), como el “Lehman Brothers” (que no es ningún “banco chiquito” y el “Country Wide” (que no es tampoco ningún banquito). Dice, además que estos “banquitos” fueron los que hicieron las “hipotecas basura” que, a la larga, causaron la explosión de la burbuja financiera. Afirma que Wall Street no tuvo nada que ver con esa crisis de la cual todavía nos estamos recuperando.

¿Quién le va a creer esto a Pablo Robín Krugman, sobre todo después de que George W. Bush y Barack Husein Suetoro Obama rescataran a los grandes bancos con el dinero de los contribuyentes, quienes aún están zozobrando en aquella debacle?

Otra de las falacias del gran Premio Nobel de economía es el análisis que hace de su compañero semita, Bernie Sanders, sugiriendo que la integridad del carácter de éste último no es muy recomendable que digamos, además de que su plataforma política es “irrealista” y no pasa de unos cuantos slogans genéricos, vacíos de contenido real. Usa la expresión “absence of substance” (ausencia de contenido) en relación con la plataforma política de Bernie Sanders, quien ha tildado de irresponsables a los grandes bancos y a las mega corporaciones internacionales.

Uno de sus propios colegas de Princeton le contestó por escrito a Krugman: “Has dicho algo inexacto, porque, entre todos los aspirantes a la presidencia de los Estados Unidos, Bernie Sanders, es y ha sido desde el principio el más coherente”. El hecho de referirse a Hillary Clinton como “ambivalente”, por haber votado a favor de la invasión de Irak, de los “Fossil fuels” y de los “Trade Agreements”, aunque después se haya disculpado, son hechos reales, no son calumnias.

Mejor hubiera sido que Paul Robin Krugman hubiera dicho, abierta y directamente, que favorece los intereses de Wall Street, sin retorcer los hechos culpando a los “bancos chiquitos”. Y, en lugar de poner en tela de juicio la integridad del carácter de Bernie Sanders, hubiera dicho que, de acuerdo con su propio criterio, Hillary Clinton es la mejor candidata para derrotar a Donald Trump en noviembre.

En lugar de eso, Krugman da otro paso en falso, y sugiere que Bernie Sanders puede estar sometiendo al partido Demócrata al riesgo de que, en caso de ser él el candidato (a pesar de las primarias y de los súper delegados de Hillary Clinton), estaría contribuyendo a que Donald Trump se convierta en el próximo presidente de los EEUU. ¿Queremos una lógica más retorcida?

¿A quién es que desea confundir el gran Premio Nobel de Economía? Él sabe muy bien que las encuestas señalan que Bernie Sanders le ganaría a Donald Trump por más de 20 puntos.

La sapiencia no hace que a uno se le caigan las anteojeras. Los grandes intelectuales, como decía Yadira Espinoza, siempre resultan ser los peores de la cuadra en cuanto a objetividad se refiere. No olvidemos, sin embargo, que en las cuadras solamente pastan los caballos, el espécimen más noble que existe en el reino animal. Mucho más noble que los “humanoides” llamados “seres humanos.