Esta semana hemos sabido que el secretario general del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), Tony Peña Guaba ha hecho un llamamiento a todos los partidos políticos actuales para que se realice una ‘cumbre’ en la que analizar y tomar medidas, ante la situación de falta de credibilidad que hay en el sistema de partidos.

La idea que manejan es que la cumbre se haga a través del Foro Permanente de Partidos Políticos de la República Dominicana, en el que no participan el Partido Revolucionario Moderno (PRM) y el Partido de la Liberación Dominicana (PLD), pero a los que quieren ampliar la invitación para participar en ella.

Todo apunta a que la intención es trabajar sobre la Ley de Partidos y de Régimen Electoral, para evitar que la indignación popular por los escandalosos casos de corrupción traspase la frontera de la calle y llegue a las instituciones, poniendo contra la pared el sistema tradicional de partidos políticos que han venido gobernando la República Dominicana desde hace décadas.

Una vez más, una propuesta del miedo frente a la evidencia de que el gran problema al que nos enfrentamos es el de la corrupción sistémica que impregna a todo el poder dominicano y la impunidad con la que se maneja el desfalco del dinero público. Se trataría con esta cumbre de cerrar el paso a cualquier alternativa de cambio con el pretexto de que la incertidumbre en el futuro es peor que la certeza de lo que hay, aunque esto sea social y económicamente inadmisible. Piensan los partidos políticos tradicionales que vale más lo malo conocido que lo bueno por conocer. Y se equivocan.

Quieren los voceros de esta iniciativa llegar a un gran ‘pacto social’ entre ellos para recuperar la ‘credibilidad’ que han perdido con sus formas de gobierno, cuando todos en este país pensamos que el gran pacto debe ser entre los dominicanos para erradicar las formas de gobierno corruptas que tienen al país sumido en la depresión económica y el atraso social al que nos condenan aquellos que nada más llegar al poder, cuando lo hacen, comienzan a enriquecerse sin justificación alguna.

El caso Odebrecht ha abierto el camino pero el mal está arraigado en todos los estamentos del poder político y judicial de nuestra nación. De botellas, barrilitos y LMA – la cultura de la corrupción – son responsables aquellos que han formado parte de la dirigencia durante años y años, y que han contribuido al saqueo del dinero público o por acción o por omisión.

Los partidos políticos deben ofrecer respuestas razonables a sus votantes y si no lo hacen deben asumir que el cambio los llevará por delante. El 1% que se ha apropiado de la nación ya no puede impedir que el 99% restante tome conciencia y asuma su responsabilidad con las nuevas generaciones que quieren nuevas oportunidades en un nuevo país. Señores del foro de partidos políticos no piensen ahora en cambiar las leyes para protegerse, sino en cumplir las que hay, asumir su culpa y depurar responsabilidades. El pueblo lo exige.