Nada más estimulante y enriquecedor que un coloquio entre personasinteligentes, de buen hablar, con sentido del humor, dotados de egos flexibles capaces de asimilar equívocos sin descomponerse. Presenciar ese tipo de coloquio es un placer al que me doy los viernes durante el programa “La noche en veinticuatro horas”, trasmitido por Televisión Española. Allí se comentan y discuten temas de actualidad política y social.
Hará un par de semanas,durante el último segmento del programa, le tocótema libreal prestigioso y agudo periodista español Graciano Palomo, quien retó al panel con la siguiente pregunta: “¿Pierden las elecciones los gobiernos o las gana la oposición?”. Sencilla y a la vez compleja interrogante. Luego de intercambiar ideas, dudas y posibilidades, los contertulios concluyeron con Graciano que en general son los gobiernos quienes las pierden.
Quiere esto decir que si los que mandan en una democracia lo hacen algo bien suelen ser reelegidos.El miedo a un futuro incierto, y el poder económico y mediático con el que cuenta el Estado, hacen difícil la victoria de la oposición. A menos que, como viene sucediendo en España, los gobiernos ofendan y traicionen la confianza de gran parte de la población. Es entonces cuando la oposición puede aprovecharel descrédito y lograr que el gobierno pierda.Sin duda alguna, el señor Rajoy ha capeado la crisis española,evitando una catástrofe financiera de magnitudes griegas. Pero la corrupción ensucia el triunfo económico. Ese lodo, que no es pequeño, lo utilizará la oposiciónpara intentar derrotarlos. No es que la oposición puede ganar, sino que los que gobiernan pueden perder. Sin la corrupción, habrían ganado.
Entre nosotros, las arcas de palacio y las del PLD disponen de una incalculable fortuna: compran opositores, alquilanperiodistas, enriquecen partidarios, e intentan corromper lo que se les viene en gana.Más importante todavía, con ella han logrado fusionar la imagen de Danilo Medina, el candidato oficial, a la bonhomía y al buen gobierno. Una labor de extraordinaria precisión y talento por parte de un costosísimo equipo de creación de imagen que trabaja a ritmo de samba.
El miedo a un futuro incierto, y el poder económico y mediático con el que cuenta el Estado, hacen difícil la victoria de la oposición. A menos que, como viene sucediendo en España, los gobiernos ofendan y traicionen la confianza de gran parte de la población
El presidente mantiene, a consecuencia de esa exitosamanipulación (léanse las últimas entregas de Melvin Mañón y Andrés L. Mateo), una considerable popularidad. Inexplicable ante la realidad de una gestión mediocre, que va concluyendo entre escándalos de corrupción, un gigantesco y peligroso endeudamiento externo, pobreza, impunidad, y la degradación de ambas cámaras de representantes, entre otros etcéteras de ineficiencias. Cualquier otra población estaría espantada. Aquí no. Esta paradoja es posible gracias a un brillante malabarismo de envilecimiento y publicidad. Han logrado distanciar a Danilo Medina de sus errores, complicidades e ineficiencias. Si esto sigue así,el gobierno no pierde.
La oposición debe meditar la pregunta hecha por Graciano Palomo en “La noche en veinticuatro horas”. El PRM y sus aliados tienen que reventar el truco mercadológico para que el votante dominicano pueda asociar al candidato de la reelección con las miserias del presente y del pasado. Es urgente. Cualquier otra estrategia será inútil. Es un propósito con el cual deberían dormir y despertar, hacerlo una obsesión. Tienen que convencerse de que son los gobiernos quienes pierden las elecciones, ysólo ellos pueden hacérselas perder. De lo contrario, la oposición no gana.