La verdad es que los organizadores de los premios Nobel que se llevan a cabo en Suecia cada año, deberían revisar su política y aumentar el número de galardones, o por lo menos abrir otras categorías donde naciones con menos recursos humanos y económicos, como la nuestra, también pudieran participar con probabilidades de éxito.
Hasta ahora, se limitan a reconocer la literatura, la medicina, la física, la química, la economía y la paz. Eso está muy bien, pero dejan fuera a los que no podemos competir en esas áreas del saber tan complejas y costosas ¿Cómo podríamos formular una teoría económica que gane un Nobel, si somos un país donde la inmensa mayoría estamos arrancados a perpetuidad y a duras penas llegamos a fin de mes? ¿Cómo podríamos competir en física si para ello hacen falta unos laboratorios complejísimos que valen millones y más millones, y los escasos aparatos que tenemos por aquí son más obsoletos que llevar un sombrero de jipijapa a un concierto de rock? ¿Qué Nobel de la Paz podríamos recibir si matamos, sólo por violencia de género, a 230 mujeres en un año?
Por eso creemos que deberían instituir los siguientes reconocimientos. El Premio Nobel de Tardanza ¡menudos candidatos seríamos! en nuestra vida diaria llegamos tarde al trabajo, a la casa, a las citas, a las fiestas, y si nos descuidamos… ¡hasta nuestro propio entierro! Seguro que si nos dieran ese premio, iríamos tan retrasados a la ceremonia que ya habrían cerrado y tendríamos que recogerlo al año siguiente.
Y por último, también sugerimos la creación del Premio Nobel de la Tontería donde tantas de nuestras autoridades podrían participar con grandes probabilidades de éxito
También deberían crear el Premio Nobel de las Excusas, tremenda oportunidad en nuestras manos, somos el país donde se inventó eso de ¨ lo tuyo está caminando ¨, ¨ vuelva el lunes ¨, ¨ mañana sin falta te pago ¨, ¨ llego dos horas tarde por el tapón ¨. Si algún día se inventa el Excusómetro –aparato para medir el peso y longitud de las excusas – será aquí, donde el tiempo está hecho con miel.
Otra categoría interesante sería el Premio Nobel de La Canción Simplona, ahí llevaríamos magníficos temas sin pies ni cabeza, machacones hasta la saciedad y todo lo alienantes que alguien se pueda imaginar, una muestra de lo que muchos jóvenes desean oír y los nuevos ¨ talentos ¨ son capaces de ofrecer. Lo difícil sería traducir esas letras para que el jurado pudiera comprenderlas.
Otro premio Nobel muy a nuestra medida podría ser el de la Toma de Frías, con excelentes oportunidades de quedar en primer lugar, pues tenemos un largo entrenamiento en refrescarnos subiendo y bajando, y bajando y subiendo el codo sin cesar, tanto en el verano caluroso, como en el friíto de invierno.
Otro Nobel que ganaríamos sin duda alguna, es el de Impuestos Sin Piedad, puesto que somos un pueblo que los pagamos cada mes por adelantado sin haber devengando aún ni un solo centavo de ingresos, algo que ni el famoso ateniense Draco –el de las perversas medidas draconianas – hubiera sido capaz de inventar.
Y por último, también sugerimos la creación del Premio Nobel de la Tontería donde tantas de nuestras autoridades podrían participar con grandes probabilidades de éxito con sólo presentar algunos de sus discursos políticos, las promesas de las elecciones, o declaraciones tales como que después de la campaña nos regalarán otro paquetazo fiscal con el qué acogotarnos aún más por todos estos tiempos.
Si esta propuesta es acogida por los académicos, podemos estar seguros cada año nos traemos un saco llenito de premios… eso si llegamos a tiempo, pues al cheque necesario para pagar los pasajes…¡le puede faltar una firma!