Madame Suzanne vive en el barrio 16 de París. Pero esto es una redundancia. En París, si vives en otro barrio, no vives, malvives. Madame Suzanne vive en un apartamento chiquitico. Qué importa. En París, es mejor un cuchitril en el 16 que una mansión en cualquier otro barrio. Y si su apartamento te hace pensar en una prisión, es preciso recordar: vale más estar preso en el dieciséis que suelto en otro barrio de París.

Eso sí, el apartamento de Madame Suzanne está muy bien decorado. El piso de madera siempre está impecablemente brilloso. Sus muebles son todos de la época de los reyes. Sus paredes están adornadas con grabados de Canaletto, todos originales, todos representando escenas marítimas venecianas. En sus paredes cuelgan también acuarelas representando paisajes o soldados napoleónicos. Las repisas de mármol de Carrara están adornadas con estatuillas de bronce – representando caballos briosos o manos delicadas – y viejas fotos de familiares cuyos protagonistas  ya nadie puede identificar. Quien tuviese el honor de visité a Madame Suzanne tendrá la impresión de viajar en el tiempo hasta las eras de los Borbones o de Napoleón.

Madame Suzanne no utiliza la guía telefónica normal. No faltaba más. Cuando quiere invitar a alguien a cenar o a ir al cine o al teatro, busca la dirección o el teléfono de sus amigos en el Bottin Mondain, guía privada que contiene solamente los datos de los nobles y demás ricachones franceses.

Las cenas de Madame Suzanne son, la verdad sea dicha, espectaculares. Pero, ¡Atención!, hay que respetar las reglas. Hay que recordar que poner los codos en la mesa, hablar con la boca llena, servirse antes que los otros o salsear un pedazo de pan son ejemplos de la peor educación. En las cenas de Madame Suzanne está prohibido alabar los platos: A lo mejor los ha cocinado una criada y es de mal gusto alabar a las criadas. En las cenas de Madame Suzanne está prohibido repetirse más de dos veces: Se podría deducir que el comensal en cuestión se ha quedado con hambre.

Madame Suzanne ha tenido la dicha de casarse con el mejor marido. Su marido además de rico, es buenmozo. Su marido es noble, y como todo noble lleva un anillo con el escudo de su familia. Su marido tiene una mansión en Deauville, donde se pasan las mejores vacaciones del mundo. Deauville es el mejor lugar de Francia para ver y ser vistos.

Madame Suzanne va a misa los días de guardar. Durante la misa del gallo o la del domingo de resurrección Agradece a Dios todo lo bueno que ha recibido y Le pide perdón por sus pecados, sobre todo el de cometer actos impuros.

El psicólogo de Madame Suzanne no logra convencerla de que los gemidos de amor nada tienen de amoral o de pecaminoso. Pero Madame Suzanne no acaba de convencerse. Por eso, cuando, los domingos por la noche cumple con su deber conyugal, solo tiene orgasmos mudos.