El primero de los “Nueve Libros de la Historia” de Herodoto está dedicado principalmente a Creso, Rey de Lidia, que acumuló tantos tesoros que en la antigüedad se difundió una expresión todavía usada en inglés: “Rico como Creso”. Herodoto escribió: “Este Creso fue, a lo que yo alcanzo, el primero entre los bárbaros que conquistó algunos pueblos de los griegos, haciéndoles sus tributarios…”
Creso reinó con 35 años de edad. Fruto de sus conquistas Sardes, capital de Lidia, logró “la mayor opulencia y esplendor” por lo cual “todos los varones sabios que a la sazón vivían en Grecia emprendían sus viajes para visitarle”. “Entre todos ellos, el más célebre fue el ateniense Solón” quien fue alojado por Creso en su palacio y ordenó que le mostraran a Solón “todas las riquezas y preciosidades que se encontraban en su tesoro”. Luego le preguntó: “Entre tantos hombres ¿has visto alguno hasta ahora completamente dichoso?” Le contestó que Tello el ateniense y explicó por qué. Creso, creyéndose el más afortunado preguntó quién sería el segundo entre los felices, después de Tello. Respondiéndole: “Cleobis y Biton. Ambos gozaban en su patria de una decente medianía y eran además hombres robustos y valientes…”
Desencantado, Creso expresó: “¿Con que apreciáis en tan poco, amigo ateniense, la prosperidad que disfruto, que ni siquiera me contáis por feliz al lado de esos hombres vulgares?”. “¿Y a mí – replicó Solón – me hacéis esa pregunta, a mí que sé muy bien cuán envidiosa es la fortuna, y cuán amiga es de trastornar los hombres?”… “.. ya que puede suceder fácilmente que uno vea lo que no quisiera y sufra lo que no temía”. “La obra del hombre ¡oh Creso! Es una serie de calamidades”… “no me atrevo a daros aún ese nombre que ambicionáis, hasta que no sepa cómo habéis terminado el curso de vuestra vida”. “Este discurso… sin… adulación desagradó a Creso, el cual despidió a Solón, teniéndolo por un ignorante que, sin hacer caso de los bienes presentes, fijaba la felicidad en el término de las cosas”.
“Después de la partida de Solón, la venganza del cielo se dejó sentir sobre Creso, en castigos, a lo que parece, de su orgullo por haberse creído el más dichoso de los mortales”. Su hijo más sobresaliente, Atis, fue muerto en un accidente cazando un jabalí enorme.
Superando un luto de dos años Creso envió diputados a los oráculos para “consultarles… si emprendería la guerra contra los persas”. Procurando un vaticinio positivo, envió magníficos tesoros a Delfos donde preguntaron a los augures… “si será bien emprender la guerra contra los persas…” Dos oráculos “convinieron en una misma respuesta, que fue la de pronosticar a Creso, que si movía sus tropas contra los persas acabaría con un grande imperio…”.
Interpretando ese augurio como favorable a sus designios Creso concertó alianzas con pueblos vecinos y cruzó el río limítrofe Hyalis invadiendo Persia, reino de Ciro. Después de largas batallas los soldados de Creso… “recibieron la noticia de que, tomada la plaza de Sardes, había caído Creso vivo en manos de los persas…” “Creso… habiendo reinado catorce años… acabó puntualmente según el doble sentido del oráculo, con un grande imperio, pero acabó con el suyo”.
Cuando los oráculos vaticinaron que si atacaba a los persas, “un imperio será destruido” Creso pensó: “Voy de robo”, pero el imperio destruido fue Lidia el propio imperio de Creso. Ciro ordenó que colocaran a Creso atado sobre una pira ardiente para que muriera como Juana de Arco, siglos después.
¿Contará Danilo con un Solón que le advierta, sin adularlo, que el oropel del poder no es eterno y que desoiga oráculos temerariamente optimistas, surgidos de voceros y pregoneros prejuiciados por pagos recibidos, que presagian que habrá un líder destruido en contiendas internas que no sería Danilo? Vaticinios de augures oportunistas, podrían trastornar a Danilo induciéndolo a transgredir la conciencia nacional con una nueva reelección inconstitucional , ignorando que el líder que podría ser destruído sería el mismo Danilo, tal como le ocurrió a Creso, que atacó a Ciro pretendiendo destruir el imperio Persa y lo que logró fue destruir a Lidia, su propio imperio.
Danilo, para bien de todos, y de sí mismo, debe interpretar juiciosamente a Herodoto de Halicarnaso, Padre de la Historia, honrar sus juramentos y proclamar, en Marzo, que no se reelegirá.