La Asociación de Bancos Comerciales, la Asociación de Bancos de Ahorros y Crédito, la Liga Dominicana de Ahorros y Préstamos y las organizaciones que agrupan a las cooperativas de ahorro y crédito no han protestado públicamente por el proyecto de ley que prohíbe a los colegios privados cobrar cuotas de reinscripción. ¿Qué tiene que ver bancos con colegios? ¿Nada? ¿Me confundí, todos usan cuotas pero los conceptos son distintos?

Ese adefesio populista contra los colegios es obra de quien pasó de cantar en tarima El Mujerón, en fiestas que cobraba sin referencia alguna a tabla oficial de tarifas, para apoltronarse en un curul a producir un nuevo coqueteo colectivista con los controles de precios. Una pieza que considero no promulgará un presidente que participa en actividades empresariales, industriales y educación superior, donde hace varias décadas el gobierno abandonó los intentos absurdos de que un burócrata imponga los precios a partes contratantes.

Los obsesos del control están en esteroides. Las tres calientes de la familia dominicana sólo es posible si el gobierno pone en cintura a los comerciantes, a los transportistas, a los industriales, a “los grandes latifundios agroempresariales apoyados en salarios miserias” y a “las guagüitas plataneras que se olvidan de su extracción de clase para vender a la libre lo que madres humildes no pueden pagar”.

Comerciantes denunciaron el acoso de PROCONSUMIDOR de poner altas multas y cerrar comercios porque “apareció en una caja una cucarachita”, lo que interpretan como extorsión para que se pongan a vender barato ganando menos o perdiendo.  A la barbarie proponen otra: que el gobierno asuma el incremento de costo donde, supongo, cada dueño de negocio enviara factura cubra la diferencia entre el “precio justo” indique el gobierno y el “precio real con un sacrificio moderado de ganancias del propietario de la mercancía”.

Gracias al mutismo de entidades financieras y propuestas absurdas como la de los comerciantes es que vemos avanzar esta cultura compulsiva de imponer a otros precios oficiales. Mi primer trabajo como economista fue en el Banco Hipotecario BHD en 1980. El gobierno tenía al sistema bancario segmentado indicando los instrumentos a los que se podía captar o prestar y los montos topes de las tasas de interés.

Todo funcionaba con tasas y márgenes controlados al estilo del precio socialista que impera en los combustibles desde el 2002. Viví las reformas financieras que empezaron a eliminar controles a las tasas de interés. Como hace tiempo no existen se da eso como un hecho inmutable y se confía que el Torito justiciero jamás cantará “el libertinaje con las tasas de interés ¡Se Murióóóóóó!”  En EUA así se pensaba que “cancelar hipotecas” era galloloquismo de una activista marxista del Bronx que era más espuma que chocolate.

En cuanto a los comerciantes, el consejo es éste: la próxima vez que tengan tentación de proponer que los subsidien o algún dislate similar se deben atragantar con tres de los bizcochitos volcanes con mermelada que nunca faltan en el mostrador. Vendan a los precios que entiendan es para ustedes negocio. No cambien nada de lo que han hecho desde aquel día, hace ya cuarenta años, que el gobierno tuvo que llenar las morgues por estar sembrando falsas esperanzas de que la canasta básica iba aparecer a los precios de control. Y si aumenta la presión de los que no recuerdan o creen que otro fue el detonante de esa poblada, entonces dejen de comprar, no repongan inventarios y esperen tranquilos que los obsesos del control terminaran tal como viene ocurriendo desde hace cuatro milenios.