En los últimos 18 meses las cosas han cambiado tanto en el mundo como consecuencia de la pandemia, que nos enfrentamos a un escenario completamente diferente al que existía, en donde los problemas que enfrentan algunos países parecen insolubles.

La República Dominicana está sufriendo los mismos problemas de salubridad y desaceleración económica traídos por la COVID, pero nuestras autoridades han tomado las medidas adecuadas y el horizonte parece que comienza a despejarse.  Sin embargo, para que las cosas no se compliquen, es necesario que la economía mundial continúe recuperándose, que las restricciones para viajar terminen y que la situación de nuestros vecinos haitianos pueda ser puesta bajo control.

En estas circunstancias, es necesario revisar las prioridades que tenemos  y enfocarnos en los asuntos más importantes para el progreso y desarrollo del país;  digo ésto a propósito del diálogo convocado por el Presidente de la República para discutir su proyecto de reformas,  a primera vista todas lucen ser importantes, aunque evidentemente que algunas son más urgentes que otras;  creo que en esas es que deben concentrarse las discusiones para tratar de aprobarlas en el menor tiempo posible, dejando las demás para cuando se termine esta tarea.  La consigna de la hora debe ser enfoque y eficiencia.

Opino, que todos los convocados a este diálogo, tanto representantes del sector público, privado y actores sociales, tienen un compromiso con la Nación que va más allá de intereses partidarios y económicos, que los obligan a que las decisiones que se tomen en ese cónclave, permitan a este país enrumbarse por los caminos del conocimiento, la innovación, la institucionalidad, el progreso económico y la justicia social.

Este cambio que se supone se produciría, obliga a los administradores del Estado a que  las asignaciones y la ejecución presupuestaria estén en consonancia con los fines que se persiguen, abandonando la práctica de decidir en función del costo político, para que las cosas se hagan en beneficio de toda la ciudadanía.  Nunca está de más recordar que el dinero que manejan quienes han recibido la responsabilidad de dirigirnos, es producto del esfuerzo colectivo de millones de personas a quienes se les quita parte de lo que producen con la finalidad de invertirlo en favor de la comunidad.

Independientemente de todas las reformas que planean realizarse, continúo creyendo firmemente que la educación es el camino del progreso. Cuando nuestro país crea en la educación, se invierta correctamente en ella, se tengan planes coherentes y eficientes a largo plazo para educar a todos los dominicanos y nos comprometamos para continuarlos; entonces,  sólo entonces, podremos decir que hemos tomado el rumbo correcto, pues es muy difícil que sin educación las reformas funcionen.