¿Quién les enseña el anti haitianismo y el racismo a los niños y las niñas en la República Dominicana? ¿A partir de qué edad se asumen estos prejuicios?
En un episodio acontecido en la Feria del Libro de 2012 y presenciado por quien escribe, un animador cultural ubicado en una carpa donde se realizan diferentes actividades, ante un auditorio de unos 80 niños y niñas, con edades entre los 7 y 14 años, proclamaba, micrófono en manos: ¡levanten las manos los niños que son dominicanos!
- ¡!Weeeeee! vociferaron los concurrentes a unanimidad, levantando las manos.
El animador continuó:
- Levanten las manos los niños que son de Nueva York
- ¡Weeee!, exclamaron todos con las manos levantadas
- Ahora los que son de Puerto Rico
- ¡Weeeeee!
- Los de Cuba
- -¡Weeeeee!
- Así continuó , preguntando por los de Perú, México, Colombia, España y Venezuela y las respuestas eran siempre idénticas: todos los niños y las niñas se identificaban con esos países, levantando las manos con gran algarabía, hasta que al animador se le ocurrió decir:
- ¡Levanten las manos los niños que son de Haití!
Apenas unos cuantos, algunos muy tímidamente, se atrevieron a responder. El hombre quedó tan sorprendido, que dudo haya repetido esta dinámica en las ferias del libro siguientes, incluyendo la recién finalizada.
La pregunta del primer párrafo podría tener múltiples respuestas.
El anti haitianismo y el racismo lo aprenden los niños y las niñas dominicanos, en una proporción considerable, desde el nacimiento, por diferentes vías y fuentes, incluyendo las escuelas y colegios, que promueven los prejuicios y exageraciones que destilan libros de textos tradicionales de historia patria que aunque hoy han sido sustituidos por otros, siguen pesando en la conciencia de muchos educadores y educadoras que se formaron leyendo a nuestros insignes historiadores. Igual ocurre con algunos de los medios de comunicación que a veces dan cabida a opiniones plagadas de una visión errada en torno a este asunto.
Sin embargo, me aventuro a decir que la fuente principal, está en las actitudes de los adultos y adultas que les rodean, esos que todavía hablan de “cabello bueno” y “cabello malo”, de “gente fina” y “gente ordinaria” y sienten que las personas de piel blanca son superiores a los negros y las negras, mulatos y mulatas.
A ojo de buen cubero, percibo que esas personas, son cada vez minoritarias en nuestro país, a pesar de las repercusiones generadas por la sentencia infame, racista, fascista, inhumana, anti haitiana, la famosa y vergonzante 168-13, sustentada y defendida por sectores elitistas, atrasados y reaccionarios de la población dominicana.