“A falta de pan, cazabe”, dicen en el Caribe. “A falta de pan, buenas son tortas”, reza el refrán castellano. “A falta de pan, buenas son chauchas”, en Venezuela.
A veces los mal llamados “mitos” son más efectivos que las mismas medicinas.
Por ejemplo, a falta de una vacuna contra el virus del Ebola en el África Occidental, mucha gente ha estado recurriendo a curas ancestrales, como las cebollas crudas y el agua de mar.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha aconsejado que no se usen estos “remedios” porque, según ellos, existe el peligro de que la cura natural resulte peor que la enfermedad. Sin embargo, el agua de mar ha sido usada ancestralmente en Liberia y en Guinea para tratar todo tipo de enfermedades.
¿Cuál de los dos es el verdadero “mito”?
La OMS (Organización Mundial de la Salud) ha vaticinado que morirán alrededor de 800,000 personas si no se le hace frente a esta nueva pandemia y eso no se ha hecho todavía, como tampoco se hizo en el 2009, cuando declaró pandemia al virus H1N1. El gobierno español gasto casi 300 millones de euros en vacunas y solamente usó dos millones de las mismas, regalando el resto a la Organización Panamericana de Salud (OPS).
Aquella pandemia, como las anteriores, se convirtió en otro “mito”.
Curiosamente, una de las reacciones de algunas comunidades en África Occidental ha sido la de aislarse y rehuir instintivamente la ayuda de “los científicos blancos”, acusándolos de que “ellos son los que traen consigo el virus”. Confían más en sus curas ancestrales (a veces basadas en supercherías) que en los antibióticos occidentales con sus caretas y sus “monstruosos” equipos médicos.
Esto hace honor al viejo proverbio: “cuando el río hace ruido, piedras trae”. Las “piedras” son la desconfianza y la suspicacia de que el virus ha sido provocado por los que ahora quieren “erradicarlo”.
En cuanto a la cebolla, además de ser rica en vitamina A, C y B, posee cualidades antinflamatorias, sobre todo de las vías respiratorias. Tanto el ajo como la cebolla poseen cualidades antibióticas naturales excepcionales que han sido demostradas en casos de pestes o de pandemias. Un ejemplo al canto fue la peste bubónica que diezmó a Europa al final del Siglo XIV, donde se salvaron muchos colgando ramilletes de estos tubérculos bulbosos del techo de sus habitaciones.[LB1]
Su alto contenido de vitamina C destruye las células donde se reproduce el virus, inactivándolo por completo.
Es como el Anamú, que la gente usa tradicionalmente para “curar” el virus de la Chikunguña, porque levanta las defensas (sistema inmunológico), permitiendo que el mismo organismo desarrolle anticuerpos para deshacerse del virus, evitando que éste se reproduzca usando el ADN de los linfocitos TCD-4.
El fisiólogo francés de principios del siglo pasado, René Quinlan, contemporáneo de Louis Pasteur, curó infinidades de pacientes administrándoles dosis de agua de mar mezclada con agua mineral. Demostró que el plasma marino isotónico (agua de mar) es la única substancia, aparte de la sangre, en la que pueden subsistir los glóbulos blancos (leucocitos y linfocitos) encargados del sistema inmunológico, además de hidratar al organismo.
Mientras la teoría de Pasteur se basaba en la identificación y destrucción de los microbios y los gérmenes, Quinlan basaba sus tratamientos en la capacidad inmunológica del organismo de defenderse a sí mismo, si se le da la oportunidad.
Mientras Cuba ha anunciado que enviará un equipo médico de unas 127 personas a Sierra Leona, el gobierno estadounidense habla de enviar un “contingente militar”
a la zona (Liberia, Guinea, y Sierra Leona) comandado por un general de brigada, para entrenar al personal nativo y “atacar” al virus del Ebola, además de “imponer el orden”, antes de que se difumine por el mundo.
Eso indica que la población está revuelta y reacia a “experimentos” que vengan de fuera. De hecho, en Sierra Leona asesinaron a un grupo de técnicos que se encontraba “educando” a la población.
Se habla de una vacuna experimental, la Z-MAPP (el “suero milagroso” con que trataron a los dos médicos norteamericanos que se contagiaron del virus en Liberia). Este suero es elaborado por la corporación “MAPP Biopharmaceuticals”, que se convertirá en trillonaria, sobre todo ahora que la Organización Mundial de la Salud ha declarado al Ebola (“Bundibugna” en idioma Bantú) una “pandemia mundial”.
Hizo lo mismo en el 2002 con el virus del SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Severo), y con el de la Fiebre Aviar y con el de la Fiebre Porcina (H3N2). Todas son variantes de la misma cepa viral.
El Cartel Farmacéutico mundial “se forró” con estos virus, obteniendo ganancias de trillones de dólares fabricando vacunas.
Un “mito” muy curioso es que el que está al frente del “suero mágico” Z-MAPP es el Dr. Larry Zeitlin, antiguo director de experimentos biogenéticos del Fort Detrick, Maryland, el centro de la guerra bacteriológica del ejército estadounidense.
“Cosas veredes, Sancho!”