Si algún día alguien me pidiera definir la vida, le dijera que es un microrrelato, breve, que nos llega…y de repente se nos va…sin pedir permiso. Esa brevedad ha de ser asumida con intensidad. Asumo esa introducción, para referirme a las enunciaciones narrativas que se recogen en la obra "El Frío Instante de la Muerte (Microrrelatos), de Pedro de Jesús Paulino (Editora Búho, S.R.L., Santo Domingo, R.D, julio-2017). Sé que es una extraña forma de abordar mi enfoque sobre esta obra, pero resulta que, como la vida misma, en ella, la muerte, lo ficcional y coexistencia del Ser, se nos muestra como una paradoja en busca de respuestas.

De entrada debo poner en claro que en este texto, hay relatos que necesitan ser trabajados con mayor precisión o certeza,
en lo relativo a la estructuración de su ensamblaje argumental. De todas maneras, en la mayoría de los casos, el lector se encuentra con una narración concisa y, a su vez, paradójica. Es lo que ocurre en el texto titulado "El Vampiro Aprendiz":

"No han logrado las autopsias determinar la causa de su muerte. No hay una estaca en su pecho, nunca estuvo expuesto al sol…ni al agua bendita, crucifijos o espada de excalibur…El pánico y los rumores aturden a la comunidad vampirezca. Yo sé que murió de inanición. Era fóbico a la muerte" (p. 41).

Aquí el narrador nos deja deslizar pedazos de historias que parecen desprenderse de su vivencia personal, su cotidianidad entre lo sórdido del vivir y la construcción onírica de su imaginar.

Es la asunción del sujeto en su condición de ente irracional, impensable dentro de la complejidad de la existencia. Veamos cómo en esta mininarración titulada "El archivo de memorias pérdidas", lo absurdo del pensar vuelve a ser parte del discurso narrativo en esta obra:
"Un día decidí archivar mis memorias en el fondo del mar. Luego olvidé que había archivado mis memorias en el fondo del mar. Hoy no recuerdo si alguna vez tuve memoria"(p.91).

Es la nada del Ser y su estado de vacío conciencia o la irracionalidad del vivir, lo que queda implicado en este narrar.

Lo onírico se proyecta como una necesaria razón del vivir en algunos de estos microrrelatos:

"Cierta noche de plenilunio, un pescador enamorado lanzó su anzuelo al lugar de donde emergen los sueños. Desde entonces, nadie ha vuelto a saber del paradero de la luna"(p.103).

La ilusión en los sueños del sujeto, se asume como poetizadad narrativa, para que el lector no dude de que el imaginario y la irracionalidad  son también excusas del existir.

La enunciación de lo ilusorio, sale, a veces, de su condición de inocencia y se refracta,  tormentosa, en una narración que procura engendra el suspenso…para que sea lo inconcluso, el trasfondo inexplicable, la incógnita pendiente por responder en esta obra, por parte del lector. Cuál que sea su respuesta, ha de ser breve (concisa)e impactante, para que no cese de fluir el suspenso del narrar.