Con 7 años comencé a ver películas en un cine de Constanza. Películas de indios y vaqueros, mayormente. Al mudarnos a Santo Domingo conocí la televisión que no era 24 horas como ahora. Aquella pantallita me era seductora. Residí casi frente al canal 4 en la Dr. Tejada Florentino y ahí pasaba tardes enteras viendo películas de la filmoteca. ¡UN MANJAR!

Las películas que degustaba eran muy bien cuidadas en su historia. Nada de laberintos en tramas rebuscadas. Todo iba al grano. El mensaje era acertado porque usaba el medio con maestría que en vez de “contar” “mostraba” y seducía cualquiera que fuere el asunto de su juego. Esa es hoy mi conclusión de mi infancia en un mundo de adultos.

El cine –doy testimonio– es determinante en el imaginariocolectivo y en la concepción de una opinión ante un hecho tratado en él. Le da trascendencia a un acontecimiento, importantiza un tema por encima de otros. Igual lo hace cualquier medio con la ligera diferencia de que el cine mueve sentimientos y emociona descubriéndonos un mundo insospechado que ahonda en nuestra psiquis.

Si el medio, el cine, no se usa con habilidad o maestría, no llega el mensaje por más Relaciones Públicas,lobbies de Prensa y enormes carteles  que tenga una película

Por el cine mi interés en las ciencias, en el arte, en la historia, en la geografía, en la gente… crece a zancadas en cada buen filme. Quiero conocer más de lo que trata un filme, ese que me induce a leer, a buscar con avidez, con entusiasmo.

Y aquí quería llegar.

El mensaje mayor, quizás el único real, es lo que trate una película y lo muestre creando un torbellino interior en el receptor.

Pero el supuesto “mensaje” de la generalidad de las películas dominicanas, que dicen productores que quieren llevar a la gente, es mera “dramaturgia” (como dice un colega). Es una coartada para decir que la película tal es importante porque lleva un mensaje de tal cosa…

Las buenas películas, es decir las que trascienden, son aquellas que no se olvidan jamás. Frecuentemente,  la generalidad de las películas se borra de la memoria “a los dos minutos” como bien certifica un legendario maestro del cine.

Película que no queda, al menos, en la llamada memoria afectiva, no cumple con su función como arte, no cierra la órbita de la comunicación emisor-receptor.

Si el medio, el cine, no se usa con habilidad o maestría, no llega el mensaje por más Relaciones Públicas,lobbies de Prensa y enormes carteles  que tenga una película.

Pero además, la generalidad de lo que vemos en pantallas dominicanas no responde a la creación de un imaginario popular cónsono con la realidad nacional, sino con la foránea, la que no trabaja sobre el pensamiento nacional.

Y de ahí la necesidad de una cuota de pantalla para el cine dominicano, que es lo que traerá la creación de un buen público y mejores contenidos para el cine dominicano.