Comenzaré estas cuartillas, parafraseando a Renán cuando escribió: Si Jesús no es hijo de Dios, entonces merece serlo. Y ahora digo que si Balzac (1799-1850) no es el más eximio novelista francés de todos los tiempos, entonces se merece ese puesto por ser una columna más alta que la de la Plaza de Vendome de la literatura universal. Y ese escritor sublime dice, en uno de sus relatos, “El talismán”, incluido en su obra La piel de zapa (2000): El hombre que siente remordimientos tiene alguna idea de la virtud, pero Pedro el Grande [es decir, el Estado] es solo un sistema y el corsario Mambard, una organización [es decir, las instituciones]. Y para Pedro el Grande [el Estado] la justicia es más peligrosa que los ladrones.
En un artículo muy puntual y vivamente traído a la desnudez de las dificultades económicas por las que empiezan a atravesar los médicos pensionados del Estado, publicado ayer en acento.com. titulado Médicos pensionados o potenciales mendigos, el conocido médico e historiador, doctor Santiago Castro Ventura, escribe sobre los gritos perdidos que damos miles de médicos pensionados por un Estado que en la embriaguez provocada por los millones de millones de pesos de que dispone al año, cree que los hombres y mujeres que arriesgamos la vida en los hospitales públicos por 30, 40 y hasta 45 años y aún más, podemos vivir “holgadamente” con 50 mil pesos devaluados. En un párrafo de su artículo y haciendo uso de un realismo brutal, el doctor Castro Ventura expresa: Tras muchos años de servicio público en nuestros hospitales, los gobiernos nos consideran un desecho de la vida y mantienen congeladas las pensiones, en lo que se deteriora nuestro nivel de vida y termínanos en un lóbrego sepulcro….
Este no es un mero realismo, sino una descarnada descripción de como el altísimo costo de la vida aplasta el flaquito pecho de los médicos pensionados para quitarles el resuello, y una vez sin resuello, a la vista queda el descanso eterno, lejos del mundanal ruido. Pero los médicos pensionados no queremos ir al descanso eterno y tampoco huir de este mundanal ruido a menos que el Estado dominicano persista en demostrar gallardamente que lo dicho por Balzac sobre la carencia de virtud para proceder con justicia por parte del Estado es una verdad de a puño. El poeta, novelista y crítico, Mario Benedietti (1920-2009), dice en su libro El ejercicio del criterio (1995), que el dinero para cubrir las necesidades de la vida que tiene cada ser humano es una realidad, por eso, la palabra siempre encontrará espacio para decirlo. Y a continuación añade: “Se sobrevive con solidaridad, amor, afecto, y sin cursilería, también con dinero para comprar de comer, la hipoteca y los gustos del espíritu (libros)”.
Las teorías más conocidas sobre los distintos modos de aprendizajes hoy día, son la cognoscitiva, en espiral, por descubrimiento, por significación, por organización temática, la expositiva, por conexión, condicional, la sociocultural y mediante metacognición. Aunque usted no la crea ni tampoco lo crea el Estado dominicano, en ninguna de esas teorías se plantea ni remotamente que existe un modo de aprendizaje para vivir saturado de precariedades porque eso es bueno y saludable. Los pensionados “aceptamos” vivir mansamente cundido de pobreza porque es una imposición del Estado dominicano que tendrá mucha sonrisa pero de justicia nada, y como no tiene remordimientos, pues se esfuerza en hacerles creer a todos que los médicos pensionados pretendemos vivir mejor que los otros pobres del país y que por eso “pegamos el grito al cielo” de que nos hemos empobrecido más rápido que el relámpago, no obstante recibir 50 mil pesos mensuales pero que hoy apenas representan 21 mil pesos de los del 2015.
Caro amigo, doctor Daniel Rivera, ministro del MSP, eres un colega que también has vivido limitaciones presupuestarias en casa, además de ser un hombre muy sensible, y por eso te consta que es imposible que hoy un médico pensionado viva con solo 50 mil pesos. Es tiempo de que le hable al oído al Gobierno para aclararle que los pensionados no solo cubren gastos de sus propias familias sino también de sus madres o padres seniles, artríticos y cardiópatas, aparte de que casi todos los médicos pensionados estamos sobre los 70 años [con gastos cuantiosos en medicamentos] aunque muchos alardeen de que aún les queda energía para “ir a la caja de bateo”. ¡Chi, como no!
Ah, otra cosa, los médicos pensionados estamos hoy como el burro de Buridán: cuando nos enfermamos vamos al médico, pero casi nos avergonzamos frente al colega porque SENASA nos descuenta a todos alrededor de 3900 pesos del monto de la pensión, pero esos colegas cuentan con un oficio de SENASA que les informa sobre qué procedimientos o consultas pueden hacerles a esos médicos y cuáles no hasta nuevo aviso. Sin embargo, el susodicho aviso se extravió en el camino. El burro de Buridán murió esperando que su dueño le aumentara la cantidad el pienso que comía. ¿Dejará el Estado dominicano que los pensionados mueran uno a uno antes de elevarles el monto de sus pensiones?