Este término realmente tiene varias connotaciones. Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua (RAE), refiere  margariteño, ña, como gentilicio de las personas que son naturales de la isla del Mediterráneo conocida como Santa Margarita. Por igual, identifica a los lugareños del estado de Nueva Esparta, en Venezuela, como  también a los perteneciente o relativo a Santa Margarita o a la isla Margarita.

A modo cruzado, o un poco arbitrario desde la óptica lingüística, nosotros estamos dándole una nueva connotación para el plano político dominicano. Para el presente enfoque, designamos margariteños a todos los seguidores de la doctora Margarita Cedeño, hembras y varones, en razón de su vuelo político y su pegada en la psiquis del electorado dominicano. Llegó a ser primera dama en el gobierno de su esposo y también vicepresidenta de la Republica de los gobiernos de Danilo Medina. Y es más, fue escogida nuevamente para el mismo cargo por Gonzalo Castillo.

A fin de conectarnos con el título, me permito realmente exponer de donde se inspira. Su musa tiene como fuente una importante reseña hecha por Hernán Porras Molina titulada ¨Navegar con las estrellas hizo famosos a los margariteños¨ (tomado de https//es. wistionary.org., visitado hoy 13 de noviembre del 2021). La fuente establece que la principal destreza de los margariteños se sustenta en que son diestros con sus barcos y ojo avizor con el oleaje y los comportamientos del viento. Refuerza que no juegan con las tempestades y que aprenden a enfrentarlas y que, sobretodo, se guían de la Osa Mayor y todas sus estrellas del firmamento para guiar a sus embarcaciones a buen puerto a través de conocer de brújulas y sextantes (Instrumento astronómico que se utiliza para determinar la posición de los astros, generalmente el sol, desde un barco o una aeronave (…) (Definición diccionario  inglés de Oxford Languages,  inglés, publicado por la editorial Oxford, muy erudito (…)

Como conexión, sucede que la Dra. Margarita tuvo que surcar los mares de las aguas turbulentas de la política y lo hizo anclada al timonel, principalmente del capitán de su barca, el Dr. Leonel Fernández,  con quien se matrimonió. Y quizás, cualquier parecido es pura coincidencia, lo hizo con los mismos fines la princesa Isabel de Castilla con Fernando II de Aragón, con el que se matrimonió el 19 de octubre de 1469 -cuando eran príncipes-, boda que quizás nos refresque lo que la princesa Isabel de Castilla -la Católica de España-, buscaba con dicha unión: reunir a los dos reinos para catapultar los planes políticos, que al momento solo se lograban con dicha boda.

Por tanto, repito, cabe asociar ese hecho con el posible olfato de doña Margarita con su boda – y me perdona, ya que es un análisis-, con la cual nos permite inferir, luego del desplante político que le hizo a su esposo, cuando entendió que ya había desarrollado el expertiz de saberse guiar a puerto seguro a través de las estrellas y su propio sextante para enrumbar su barco sin  el viejo capitán. Y aquí cabe recrear lo que los analistas escribieron en torno a la boda de los reyes católicos. "Los reyes católicos: Entre el amor y la política", y según el curso de la historia, en el caso Margarita, se cumple como una fotocopia que nos recrea el dicho popular que dice: El amor y el interés se fueron de campo un día y más pudo el interés que el amor que le tenía.

En el caso de nuestros margariteños (adjetivo nuestro para connotar los que les siguen en política), tiene su génesis en el hecho que siendo doña Margarita una simple silueta anónima consigue lo que consigue con su casamiento con el Dr. Leonel Fernández. A decir de Severo Rivera, en una publicación del Nuevo Diario, de fecha 12-3-2018, esta boda, Fernández-Cedeño, resultó ser un acontecimiento de lo más trascendentes del momento porque se trataba de un ex presidente constitucional del periodo 1996-2000. La misma fue celebrada el 9 de febrero del 2003 en el Club Naco y marcó el aura meteórica de la figura Margarita, ya que el esposo de la Dra. Cedeño, en las elecciones 2004-2008, alcanzó 2, 063,871, para un porciento de 57.11, por lo cual, Ipso facto, le catapulta como la primera dama de la república, a quien el gobierno de su esposo, le hace inquilina del palacio nacional y le asigna un presupuesto de RD$ 445 millones de pesos, con lo cual convierte su despacho en un ente social -cargado de paternalismo con etiología de amparo social-, cuyo monto era mayor que el de la Secretaría de la Mujer y el de la Juventud, Cámara de Cuentas, etc, (Esteban Delgado, https//listindiario.com, de fecha 01-07-2008).

Este despacho era como el afluente económico social de entidades que tenían presupuestos, pero pírricos, los cuales la primera dama les endosaba oxígeno de solución de problemas a través de su despacho. Era en el momento el llamado Gabinete Social del gobierno. Pero bien, con el paso del tiempo, la misma dialéctica política hace que el presidente Leonel, por estar impedido constitucionalmente para reelegirse, más el frente que le armó Danilo Medina, de que el 2012 era su turno a horca y cuchillo, y ya con las espadas en las manos ambas tendencias, a Fernández no le quedó otra opción que escudarse en "dar paso a Danilo". Pero, para ello, negoció con dicho "pupilo" que la Vicepresidencia se le diere a su esposa, creyendo él que su corriente quedaba representada por ella, cuestión que el tiempo se encargó de despejar, dado que su esposa se independizó tanto que la imagen de Leonel ya le causaba roncha. Y no era para menos, ya que al momento de pasar balance a la alforja electoral -léase macuto-, resulta que Margarita disponía del endoso de la potabilidad de su esposo, incluso, capaz de ganar esas elecciones de calle, ya que contaba con un 70% de aprobación (https//listín diario.com, 14–08-2012, de acuerdo a encuesta de Asisa) y ella, como figura, gozaba de una buena valoración como candidata, incluso todo "ganado" por aureola del poder endosado por Leonel.

Resulta que al mes de abril del 2011, o sea, antes de que Danilo la anunciara como su candidata a vicepresidenta, la Gallup le daba a Hipólito 47.9%  y a Danilo 33.4%. Danilo la presentó como tal el 3-11-2011, donde afloró su ángel político con la ovación de la que fue envuelta por un estado de emoción tan grande que la misma fue recibida con el slogan: ¨Llegó Mamá¨. A tal punto llegó la euforia que la entrada al pódium se hizo antes de que Danilo la anunciara formalmente. En ese momento, la medición de las encuestas le adjudicaba un 49% de valoración, o sea, más de un 14.40% por encima del candidato. Luego, a partir de la división ineludible del PLD, con la crónica anunciada de la salida del Dr. Leonel Fernández de la fila de dicho partido, doña Margarita marcó la nota que en política no hay ni buenas ni malas intenciones, sino defensa de intereses, y puso en evidencia que poco le importaba el destino de su otrora caballo de Troya -su esposo Leonel-, cuestión que fue tan evidente que este último hubo de decir: "Yo duermo con la oposición en la misma cama". Y aunque a Margarita Cedeño este proceder le marcó como ingrata y capaz de vender su alma al diablo con tal de ser presidente o por lo menos, quiso seguir guiando su embarcación como dijimos más arriba, como una auténtica margariteña.

Y es pertinente plantear, y creo que no es cuestión de percepción, sino de las últimas mediciones políticas, la doña, además de pulverizar su discurso de impulsar los valores familiares como plataforma política -los cuales, por anteponer su ambición política delante de los valores familiares convirtió su altar sagrado en blasfemia politiquera-, con lo cual también marcó, de acuerdo a los códigos de la prudencia, su clivaje de líder moralista, lo que a mi juicio ha creado una desafección y el derrumbe de imagen puritana que la sociedad tenía de ella.  Y poco a poco se ha ido apagando, a juzgar por la encuesta de la firma Consulting del 24 de septiembre del 2021. El Dr. Domínguez Brito, un hombre que nunca había pasado de un 0 y tanto %, aparece con un 29% y Leonel Fernández, con su Fuerza del Pueblo, con un 25%. Por igual, Margarita con el mismo porcentaje. Todo lo cual puede indicar que los margariteños se han ido esfumando o, como se dice en buen lenguaje de politólogo, han mutado a otras fuerzas internas.  Y eso que todavía la malicia del ritual electoral aun no le ha tirado los trapos al sol que aparecen hasta de las monjas si suelen lanzarse al ruedo político. Y digo, finalmente, que una de las pocas veces que el cuerpo electoral -según los principios de la sociología electoral- es moralista es al momento de castigar ingratitudes, traiciones y cuestiones que se le parezca a doble moral. ¡Cuídense, margariteños, que el pueblo cobra!