Fue inteligente, mesurado y en extremo conciliador el discurso improvisado del Presidente Danilo Medina durante la celebración de su victoria en el local de su comando de campaña.  Con la votación sin precedentes que obtuvo y la notable ventaja sobre su tenaz y combativo contendor, Luis Abinader, podía haber mostrado algún asomo de arrogancia.  No fue el caso.  Por el contrario, no solo se mostró respetuoso con quien le disputaba el derecho a un nuevo período de gobierno sino que exhibiendo el clásico ramo de olivo le tendió la mano a él y al resto de los opositores invitándolos a trabajar juntos por el bien del país.

No ocurrió así con Luis Abinader.  No resignado a la clara y contundente victoria del mandatario, faltó al deber elemental de cortesía de felicitarle al tiempo de conminarle a realizar un buen gobierno, negándose por el contrario a admitir que su contrincante ganó en buena lid.  Un error de su parte.  Sin embargo, dejando al margen la clásica sentencia de que “lo cortés, no quita lo valiente”, se explica en gran medida por el fragor con que se desenvuelven nuestras campañas políticas y el hecho de que, como se ha señalado tantas veces, nunca estamos preparados para admitir la derrota.

Si la diferencia que hubiera arrojado la votación hubiese sido por la mínima, un punto o dos, quizás se explicaría esa resistencia a aceptar de buen grado unos  resultados que han sido más que comprobados y verificados.  No ocurrió así.  El veredicto de las urnas marcó una diferencia abrumadora, de la cual ya habían indicios en los resultados de numerosas encuestas de firmas reconocidas, arrojando números casi coincidentes y  que, a su vez, coincidieron con los de la votación.

En vez de rezumar hiel por la herida, le toca a Abinader disfrutar de lo que, a su vez, pese a la derrota, resulta para el una clara victoria: el haber dejado establecido con firmeza y proyección de futuro su liderazgo de oposición.  Si bien fue notable e insalvable la diferencia en votos que lo separó de Danilo Medina, también lo ha sido a su favor,  la que lo distancia de todos los demás partidos que fueron al certamen donde no se vislumbra una sola figura ni agrupación que pueda hacerle sombra para posteriores contiendas.

Con un partido improvisado y armado prácticamente a la carrera y un liderazgo de estreno como candidato a la presidencia, obtuvo una cantidad de sufragios muy respetable, así como al menos un par de senadores, un buen número de diputados y alcaldías y en especial el importante bastión del Distrito Nacional.  A tradicionales y establecidos valores políticos que le acompañaron en esta jornada, suma además un liderazgo joven que encabezan dos nacientes estrellas como son Carolina Mejía, dotada de un gran carisma que aportó a la campaña frescura y entusiasmo y David Collado, que ya había descollado de antes como el diputado más votado y ahora acaba de obtener un para muchos sorprendente y resonante triunfo al hacerse con la alcaldía de la Ciudad Primada.

Todo lo anterior le permite contar con una sólida base política para ejercer el papel opositor que ya adelantó habrá de desempeñar. De su dedicación, habilidad y buen juicio dependerá que se convierta en una posible carta de triunfo, comenzando por analizar los fallos y errores en que haya podido incurrir.  Es por ahí por donde tiene que comenzar para armar un proyecto político sólido, coherente y competitivo con el cual desarrollar una inteligente estrategia de oposición, no sistemática, sino constructiva y propositiva al próximo gobierno, que le permita crecer como figura política y proyectarse con rango de hombre de Estado.

En cuanto al Presidente Danilo Medina, poco hay que decir.  Para el se abren las puertas de la historia, ofreciéndole ocasión de completar una obra de gobierno que goza de gran reconocimiento, para imprimirle un sello de trascendencia y posteridad. Es una oportunidad única; de él dependerá aprovecharla.   Pero además, consolida y amplía su liderazgo a lo interno del PLD, el partido en el cual forjó la sólida formación política de que dispone y que le ha permitido, paso a paso, culminar su exitosa  carrera como Presidente de todos los dominicanos.