Las diásporas judías a todo lo largo de la historia han sido víctimas de la invención fantasiosa, perversa, interesada, de la mentira generalizada de que asesinaron a Jesús y que les robaron sus tierras a los árabes.
Son fábulas que han dado pingües beneficios a sus creadores. “…Cada vez que la situación económica o política se le ponía difícil, para distraer la atención, las autoridades inventaban cualquier argumento para sublevar las (ignorantes) masas cristianas o católicas, como que varios judíos habían sido sorprendidos comiéndose un niño cristiano o sacándole la sangre para bebérsela o que unos cuantos judíos se habían robado la ostia sagrada de tal iglesia o que habían quemado la imagen de la virgen Tal o de Jesús”.
Estas tenebrosas y fantasiosas descripciones las hace el profesor Juan Bosch en su obra “Breve Historia de los Pueblos Árabes”.
Pero de eso vamos hablar luego, primero nos vamos a referir a los padres fundadores, los que idearon el estado de Israel. Este será el último artículo sobre el tema.
Michel Bar-Zohar en su libro “Israel: el nacimiento de una Nación”, dice que el sionismo nació el 19 de diciembre de 1894 en un tribunal militar de París, Francia mientras era juzgado el capitán Alfred Dreyfus.
El oficial judío-francés, en una de las injusticias más grandes de la historia, fue acusado por su jefe inmediato de vender informaciones o secretos militares a los alemanes.
Dreyfus, considerado por sus compañeros de arma como hombre muy correcto y dedicado a su carrera militar, fue sentenciado a cadena perpetua en una de las cárceles más espantosas, terroríficas de esa época, en La Cayena de la Guayana Francesa.
El condenado Dreyfus era más inocente que yo que estoy escribiendo este artículo más de 100 años después de ese hecho, el responsable de vender secretos militares era nada más y nada menos que su jefe inmediato, un coronel del ejército francés. Precisamente, con cinismo, desfachatez, descaro fue este coronel quien acusó Dreyfus de vender secretos militares a los enemigos de Francia, a los alemanes.
En su libro Michel Bar-Zohar cuenta lo siguiente: “Entre los periodistas que se hallaban presentes en el juicio un hombre es presa de una emoción intensa. Es un judío austriaco, el doctor Theodor Herzl, quien siente que todo el mundo se derrumba en el proceso Dreyfus: Bruscamente descubre la verdad: los judíos no tendrán jamás paz, seguridad ni respecto mientras estén dispersos entre otras naciones…”.
El escritor Bar-Zohar sigue diciendo que el fundador del movimiento sionista Theodor Herzl, escritor y publicista judío-austriaco, pensó que la única salvación a la persecución de los judíos es encontrar una patria, un hogar para ellos.
“Ese hogar existe desde siempre: es Palestina. Herzl decidió escribir un libro titulado “El Estado Judío”, en el que expone su idea de la creación de un Estado hebreo. El libro he publicado en varias lenguas al año siguiente al juicio y suscita una emoción indescriptible en los medios judíos”, dice el libro de Bar-Zohar.
El profesor Juan Bosch en su libro “Breve Historia de los Pueblos Árabes” explica que el celebre juicio contra el militar motivo a Theodor Herzl a escribir un libro en que dio forma orgánica a lo que sería el estado de Israel, pero que ese era un proceso que se venía incubando desde hacía mucho tiempo.
En su obra Herzl establecía la frontera del Estado judío y advertía que había que tener acceso al mar en razón “del porvenir de nuestro comercio exterior. Debemos, igualmente, poseer una gran superficie de tierra para introducir nuestros cultivos modernos en gran escala”.
Theodor Herzl arenga a los judíos a lanzarse tras la conquista de la “Palestina de Salomón y de David. Sin embargo, a medida que sus ideas tenían éxito, el fundador del sionismo sugería que la frontera de Palestina se extendiera mucho más y llegaran hasta el río Nilo, en Egipto, hasta el Eufrates.
El profesor Bosch explicaba que en sus primeros pasos como ideólogo del sionismo el señor Herzl llegó a pensar que el Estado judío podía establecerse en América del Sur y que hubo líderes del sionismo mundial que llegaron a pensar en Argentina, Brasil y hasta en Uganda.
Sin embargo, a medida que el sentimiento hebreo sobre una nueva patria crecía y cuando la crema mundial judía de grandes capitalistas (banqueros, artistas, dueños de periódicos, científicos) se hacía más fuerte, se elaboró un plan concreto para “colonizar Palestina”.
Gran Bretaña, primera potencia mundial de la época, el 17 de agosto de 1903 propuso a los judíos que establecieran un estado en Uganda. Los líderes mundiales del sionismo, reunidos en su sexto congreso, rechazaron la propuesta inglesa y reiteran el plan acordado en la ciudad Suiza de Basilea (1897), fundar un estado en Palestina.
Incluso, ya del Segundo Congreso Mundial Sionista había salido la propuesta de comprarle a Palestina a Turquía, que era una potencia mundial en ese momento y mantenía a Palestina bajo su control.
“Si su majestad nos diera la Palestina podríamos comprometernos a regularizar completamente las finanzas de Turquía”, propuso el propio Herzl al sultán Abudail-Hamid. El monarca turco rechazó la propuesta diciéndoles a los judíos que se guarden su dinero y que su imperio sería dividido solo sobre su cadáver.
Extranjeros peligrosos y matanzas de judíos
A la medida que la idea de crear un estado hebreo crecía y los judíos habían establecido una impresionante élite económica mundial, también aumentaba el acoso, la violencia contra las diásporas judías. Los judíos se les consideraban como “extranjeros peligrosos en Europa, América, África, Asía y otras zonas.
Diáspora significa dispersión, desbandada y aplicado al caso histórico judío quiere decir dispersión de los judíos, refiriéndose al hecho que fueron sacados a la fuerza de su hogar natural Palestina y tenían que vivir vagando, errantes por el mundo. Lo peor es que a los judíos se les perseguía, se les acusaba por haber supuestamente dado muerte a Cristo.
Los hebreos tenían el agravante que su perpetuo perseguidor- acosador, el cristianismo era muy fuerte en Europa, América y en otros lugares
el profesor Bosch dice que el odio, fanatismo religioso era manipulado por la clase gobernante, empresarios, comerciantes para luego que los judíos fuesen expulsados de determinados países quedarse con sus propiedades.
Azuzaban la expulsión judía para no pagarles las deudas que habían contraídos con ellos. Recuerden que los judíos habían acumulado grandes fortunas y cuando reyes, nobles, autoridades en general tenían problemas económicos ellos les prestaban dinero.
“… por la tenaz persecución, los judíos tenían que irse a vivir en barrios para ellos solos, barrios amurallados con cercas de piedras para que sus habitantes pudieran defenderse de los despiadados ataques de las enardecidas masas cristianas.
Esos barrios judíos se llamaban ghettos, palabras italiana que se usa para referirse a barrios donde viven razas inferiores, como los negros de Estados Unidos”, dice el profesor Bosch.
Los barios judíos eran saqueados, quemados, sus mujeres violadas, niños y hombres asesinados, hasta descuartizados por los manipulados, enardecidos cristianos.
Entre persecuciones e injusticias contra los judíos cada vez mas infames, llego la Segunda Guerra Mundial, liderada por el tirano alemán Adolfo Hitler, quien, en una mezcla de sed de sangre, locura y venganza, culpaba a los judíos de todos los males, las desgracias, tribulaciones alemanas.
Seis millones de judíos murieron a manos de los nazis antes y durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945)
Pero el célebre Nicolás Maquiavelo solía reiterar la frase: “¡Lo que no mata al hombre lo hace más fuerte…! Las diásporas judías a través de tantas discriminaciones y persecuciones se engrandecieron como ninguna raza ha sido capaz de hacerlo. Y como ¡no hay mal que por bien no venga!, así nació el moderno Estado de Israel. Fue así el regreso de los hebreos a su hogar natural, a la Palestina de David y Salomón.