En la semana pasada Reino Unido votó en favor de salir de la Unión Europea en un referendum que han denominado Brexit (Britainn Exit) o sea británicos fuera.
Detrás del referendo hubo antiguas y nuevas tensiones: el recelo ante la burocracia de Bruselas, el control de la inmigración, la defensa de la soberanía nacional, el orgullo por un carácter británico insular y diferenciado del resto de Europa y los retos de seguridad, entre otras.
Los defensores de esta opción sostienen que la pertenencia a la UE es un obstáculo para el desarrollo de Reino Unido, que pone en la caja común más de lo que recibe, y que las regulaciones europeas, que consideran excesivas, perjudican a las empresas británicas.
También quieren que Reino Unido recupere el completo control de sus fronteras y que se reduzca el número de extranjeros que llegan al país en busca de trabajo.
La mayoría de los jóvenes que sufragaron fueron los principales perdedores de la histórica jornada electoral. En su mayoría votaron a favor de permanecer en la Unión Europea, mientras que los más viejos escogieron la salida.
Los resultados de las votaciones fueron los siguientes: hubo una participación de 72%, con 17.410.742 votos a favor de salir y 16.577.342 votos a favor de permanecer. De estos el 75% de los electores de entre 18 y 24 años votaron a favor de quedarse en el bloque europeo. 56% de los votantes de entre 25 y 49 años también se mostró a favor del continuar en el bloque. Entre los electores cuyas edades oscilaron entre los 50 y 64 años, sólo 44% quiso quedarse en la Unión Europea. Y entre los mayores de 65 años, apenas el 39% votó a favor de la continuidad.
En Europa no es igual que en América Latina donde la juventud es mayoría. En esos países la comunidad siempre es más envejeciente pues las personas llegan casi a los noventa años de edad, pero no procrean más de dos hijos y la media general solo uno por eso la mayoría de las familias tienen un joven de 18 años con dos padres de 47, dos abuelos de 77 y fácilmente dos bisabuelos de 94 años lo que representa seis adultos por familia y posiblemente uno o dos jóvenes.
Por eso ha sido la población de adultos-mayores quienes decidieron el futuro de una nación afectando a los más jóvenes, cuando quizás no vivirán para ver el resultado de esa errada decisión pues parece ser que en Gran Bretaña los jubilados odian a los 'inmigrantes' más que lo que aman a sus nietos.