Hay cuentos chinos, árabes, rusos, y sobre todo, cuentos de misterio y de terror. Pero el cuento del presidente de la Junta Central Electoral, de que tres mil técnicos le renunciaron la noche anterior, y tuvo que fajarse desde la una de la mañana a ubicar tres mil personas que se hicieran cargo de la asistencia técnica a la junta, es sino increíble, muy poco probable. Tres mil personas es mucha gente, y sobre todo que se hayan puesto de acuerdo, todos a una para boicotear las elecciones (que no fue otra cosa), es sino una estrategia bien montada, algo sumamente parecido. No creo en las coincidencias y por lo tanto, entiendo que una de dos cosas pasaron. O que algún “poder” inescrutable e inexpugnable dio las instrucciones necesarias para que esto fuera de esa manera, o que, otro poder, haya repartido suficientes recursos para que estas tres mil personas de manera uniforme actuaran de una misma manera, no pueden haber tres mil coincidencias y esto mueve a suspicacia.
Por otra parte, los millones de dólares que se gastaron en los scanners tan cacareados, tan elogiados, y tan publicitados como la panacea en la obtención de la más rápida y funcional de las medidas a utilizar en el conteo de los votos, deben ser devueltos al pueblo dominicano, mediante una operación jurídica sencilla, simplemente estos no sirvieron, y por lo tanto, debe ser rescindido con todas sus consecuencias legales el contrato de compra de los mismos. El contrato de la adquisición, como el concurso por el cual se llamó a la compra de dichos aparatos electrónicos, debe obviamente, tener las modalidades, formas, y bajadero necesario jurídicamente hablando, para que sea ordenada la rescisión de dicho contrato, y consecuentemente se le devuelva al pueblo dominicano, que fue que pagó por los mismos, otra solución no cabe, mas los daños y perjuicios producidos por esta inoperancia manifiesta.
La Junta Central Electoral y sus miembros deben asumir las consecuencias de sus actuaciones y dejar de reiterarse en la defensa de lo absurdo, cuando todavía ahora no se le ha rendido una explicación al país de lo que aconteció la madrugada del quince (15) de mayo, cuando obviamente hubo una confabulación contra la normal marcha de las elecciones, y se presenta la Junta con su cara muy limpia y sonriente, como si de un juego de pelota se tratara.
La Procuraduría General de la República debe abrir una investigación que dé lugar al interrogatorio y sometimiento, si fuere el caso, de las tres mil personas que por arte de magia, o por mandato expreso y definitivo no se presentaron a realizar las labores para la cual fueron contratados, ya que ello constituye un delito electoral, en toda regla, y por lo tanto, el régimen de consecuencias en un estado de derecho, debe ser asumido, y más aun en el caso ocurrente, donde todo aparenta que los hechos se establecen como cumplidos sin más.
Debemos como sociedad, aprender que toda acción tiene una reacción, y que todo lo mal hecho tiene consecuencias, y que debemos asumir con responsabilidad las consecuencias de nuestras acciones, mas aun cuando lo que se encuentra en juego, es el Estado de Derecho, la majestad de las instituciones y el futuro de un país. Las risitas socarronas y burlonas, hartan y hastían, y sobre todo cuando se pretenden sobre la base de la burla y el insulto a la inteligencia de los demás.
Ruego al altísimo que la aparente victoria de los peledeistas, les de humildad y entendimiento, les de corazón y deseos de realmente asumir al fin, una real transformación del estado y que sobre todo, entiendan que son servidores públicos, no mecías reencarnados, que nos honran con su administración, sino todo lo contrario.