Como este país nuestro es tan especial “donde el día más claro llueve”, en los temas que nos atañen a todos, en la era de la información y del conocimiento, todo debe ser conocido por el pueblo, para que este sea el que juzgue las acciones de su clase dirigente.
En este mundo capitalista, donde las recetas neoliberales se han impuesto, todo está en venta, simple, porque todo se compra, todo se ha vuelto un negocio en las sociedades a escala planetaria con sus tonalidades, porque hay países más propensos que otros a asumir los peores ejemplos, y llevarlo a los extremos, así es nuestra sociedad la misma que está reeditando las mayores imperfecciones traídas de modelos del exterior, producto de la transculturización que azota en todo los niveles a nuestra sociedad.
Aquí estamos acostumbrados en un exceso de pragmatismo, a ponerle precio a todo los servicios públicos, a solicitar que se ralenticen sino se da una coima, al agente que nos para por alguna infracción cometida y que negociamos para no tener que perder tiempo en tribunales de tránsito, en cualquier actividad comercial donde para realizarlas tenemos que romper reglas, ahí está siempre la mano larga de la comisión, solo hay que ver cuántos negocios funcionaron en pleno azote de la pandemia, protegidos como beneficiarios por los mismos que estaban llamados a cuidar a la ciudadanía haciendo cumplir la ley.
Esta sociedad del desenfreno se compra todo, solo es un problema de montos, para que las cosas mágicamente se resuelvan, sorprendidos los que tenemos más de 50 años de edad el tener que ver que en este mundo de hoy con honrosas excepciones hasta el amor se compra, porque hoy el que no invierte en obtener el cariño de una moza no lo logra, y solo el que invierte dinero en una campaña es el que cobra, a contrapelo del trabajo realizado por humildes dirigentes que ven como su esfuerzo y labor son vendidos y comprados a modo de inversión, asegurada en una especie de bolsa electoral donde el que invierte más seguro gana más.
Si es verdad que la oligarquía, la sociedad civil y los popis se han robado el sudor de los militantes “busca votos”, no es menos cierto que en los últimos 30 años existe un puesto de bolsa política en donde el que con astucia y buena información invierte, verá como lo invertido se le multiplicará, todo porque a los primeros que se les paga son a los “inversionistas electorales” desde que llegan los nuevos inquilinos de la mansión de Gazcue.
En verdad siendo sinceros, desde tiempos inmemoriales siempre han existido pero, su papel era meramente económico y necesitaban tener relaciones con el poder, para si en un momento la tuvieran que necesitar, los presidentes y altos funcionarios a los inversionistas los compensaban con obras, compras, concesiones entre otras facilidades, no obstante desde hace ya un buen tiempo a éstos también se les paga otorgándole cargos públicos, es por eso que muchos de los esforzados cuadros políticos se quedan “con los trajes hechos”, porque la posición que él entendía que le tocaba estaba en venta hace mucho en el puesto de bolsa política y el que más dinero invirtió ese se lo llevó.
Lo peor es que en la desesperación por llegar los equipos de campaña y los candidatos no escatiman esfuerzos y comprometen lo que es de las estructuras políticas, y ahí llega la principal causa de los incumplimientos en la política, porque hay que pagarle primero al que invirtió dinero, dejando a los armadores y artesanos de los proyectos políticos “oliendo donde guisan”, es esa una causa enorme de la gran desafección política que acusa el electorado de hoy, porque son los dirigentes políticos los más frustrados, ya que invirtieron horas de trabajo por años a una causa y no le retribuyeron su esfuerzo, porque desde hace mucho todo el mundo sabe que en este país “una parte de los cargos públicos tienen precio”.
Lo peor de todo no es que los políticos seamos víctimas de esa altera acción, sino que “los inversionistas de la política de hoy no son como en el ayer, empresarios o comerciantes, que lograron hacer patrimonio con esfuerzo y sacrificio”, en la volatilidad del mercado los que invierten son los especuladores del dinero fácil, producto en su gran mayoría de actividades ilegales, y es precisamente ahí que vemos muchos casos de “inversionistas ligados del lavado y el narcotráfico”.
Antes los aportadores sabían que lo de ello eran negocios, porque “los cargos eran de los políticos y por ende terreno vedado” pero, siendo honestos esa práctica la iniciaron los gobiernos peledeístas, y a fuerza de la costumbre es una realidad palmaria en la política en nuestro país, por eso es que vemos con asombro “que se sacan del sombrero a conejos”, que no estaban en el guión y cuando eso sucede no le busquen respuesta a esa acción “el beneficiario es un inversionista electoral al cual le pagan por adelantado y con rédito su inversión”.
Conozco a cientos de cuadros que en los últimos años calladamente sufren “esa tomadura de pelo” por parte de sus candidatos, a los que le han dedicado todo su empeño y que sin rubor le venden al mejor postor y último subastador su posición ganada en buena lid, y solo le queda cuando el proyecto gane conformarse con una posición muy inferior a la que se merecen “es eso o nada”, porque son tan cara dura los candidatos y el equipo de confianza que engañan a los cuadros como “que na’ e na’” sin remordimiento alguno, porque lo que solo les interesa es el fin no los medios, no importándole que la estela de engaños llegue desde la capital hasta Montecristi.
Estos últimos años la lista de engañados por los proyectos políticos llega a Puerto Rico, es por eso que muchos ya dejamos de creer en la buena fe de los candidatos por las experiencias pasadas, y ahora a los cuadros políticos les sugiero que aprendan a monetizar sus horas de esfuerzos, dados a modo también de inversión en un proyecto y constituyan una bolsa electoral del trabajo, y exijan de igual manera que se les retribuya el mismo al igual condiciones que a los demás, y si no ven garantía de que así será dejen que ellos ganen solos sus elecciones con sus inversionistas económicos.
He visto gente perderlo todo por estar años y años detrás de sus candidatos, que después le niegan hasta el saludo, estoy más que claro que a los que nos apasiona la política y el servicio público no paramos ante esa realidad del nuevo reparto pero, el que lo haga porque cree que va a ser tomado en cuenta por reciprocidad al inmenso esfuerzo realizado se va a desencantar rápido “porque con muy insólitas excepciones aquí nadie paga el trabajo político realizado”.
Conozco amigos que han perdido fortunas también, porque han invertido en el tiempo lo que tenían y al final de los años éstos suman millones y pasan penurias, ya que lo perdieron todo, los años, el trabajo, los recursos invertidos, pero, peor aún, han perdido la fe en la gente y hasta en muchos casos hasta su familia que le cuestionó “porque tanto tiempo y exiguos recursos invirtió y al pedir se quedó”.
Mucha veces la gente no entiende que los críticos más feroces de la apasionada inversión dirigencial está en su propia casa, cuando la mujer y los hijos ven al cabeza de familia dedicado en cuerpo y alma ciego con un proyecto político, esperanzado que éste cuando llegue serán de inmediato tomados en cuenta, sin embargo, se dan cuenta que con la victoria electoral del equipo con quien trabajo comenzó su viacrucis.
Las distintas fases por las que atraviesa los que no invirtieron en el puesto de bolsa electoral son las siguientes: primero, se comienzan a dar cuenta que ya no le llaman, y siempre lo justifica de que están muy ocupados pero, cuando éste llama a sus superiores de la campaña, ya los mismos no le toman el teléfono, o lo toma otra persona diciéndole que le pasará el mensaje, si el cercano presidencial se ve muy abrumado por el petitorio dirigencial cambia el teléfono y para eso se busca mil excusas, todo para no darle la cara al compromiso político realizado.
Cuando el esforzado dirigente se da cuenta “que le están sacando los pies” dice que es un desesperado y si ha hecho algún berrinche reclamando por su trabajo realizado es un malcriado, lo que está claro que hace rato está timado y no se había dado cuenta.
Cuando la dirigencia local ve llegar los nombramientos se dan cuenta que mientras a ellos se les ofrece puestecitos sin importancia alguna en las comunidades “a los inversionistas de la política los traen a la capital con cargos rimbombantes”.
Como no va a crecer la desafección, si con contadas excepciones los que trabajan política de verdad no les retribuyen sus esfuerzos, si con este nivel tan alto de defraudación que acusa la clase política real, no los oportunistas de la misma, sino los artesanos, quien desea “trabajar para que otros chupen”. En bajo porcentaje está todavía la desafección porque usted sabe “cuantos carajos a la vela” llegan a ministros o directores, y no tienen un voto ni en su casa, conozco cuadros que tienen miles y miles de votos pero, en sus casas están rumiando las penas del desconcierto por el timo del que han sido víctimas.
No lo duden la oligarquía que se cree dueña del país, y que buscará sacarle título a este corral, la sociedad civil atacará todavía más a los políticos y a los gobiernos a través de sus bocinas, porque saben que de esa manera sin esfuerzo alguno ellos cobran, los oportunistas saben que solo tienen que saltar del barco “al echarse las palomas” y con unos pesitos, con esa capacidad camaleónica se cuelan y los inversionistas con lo mucho que le sobran seguirán comprando los cargos, lo que aquí está por verse es que harán el ejército de engañados por los proyectos políticos que han llegado a los gobiernos.
Lo impresionante es como la gente que llega al poder pierde la vergüenza, porque todos sufren de amnesia “engañan, no le pagan a los políticos” y tienen la cachaza de saludarlos cuando el destino los obliga a hacerlos, y ni una disculpa fingida ofrecen, porque esa es la nueva clase de los llamados políticos que ha generado la sociedad del hoy, a quien se les ocurriría pensar que Balaguer, Bosch o Peña Gómez actuarían así, por eso guardando las distancias, todavía son éstos los paradigmas de la clase política tradicional, ya que éstos eran como la cantante Olga Lara “otra cosa”.
No es que le quitemos mérito al poder del dinero, tontos no somos, los que tenemos como oficio la política pero, es que ahora son dueños de todo “del equipo, de los guantes y la pelota”, puesto que las compras y las concesiones del Estado son para los inversores, y ahora de un tiempo para acá también los cargos “lo mucho hasta Dios lo ve”.
Lo que si sé es que todo aquel que ponga en riesgo su economía, estabilidad laboral, la tranquilidad de su familia y el tiempo para construir sus proyectos personales, y lo invierten detrás de los equipos de campaña políticos “le puso fecha a su suicidio”, porque se quedarán sin empleo, sin recursos, sin proyecto de vida y si se descuidan sin familia, ya que hastiados por los continuos errores lo abandonan, mientras exista la compraventa de cargos, el sistema de puja del voto preferencial y las cuantiosísimas sumas a invertir para ganar una candidatura uninominal, esto hay que dejárselo a los inversionistas de capitales oscuros, porque nadie podrá competir con ellos y terminarán frustrados los que contra la realidad lo hagan.
Está más que claro que los inversionistas del dinero fácil son los que cobran, y las hormigas del trabajo político son los timados y usados, por lo que solo desean llegar no importando que para ganar el juego “tengan que pisar las bases”.
Sé que todavía en política hay gente con más conciencia y menos contaminados que otros, sería innoble no reconocer que en ese aspecto “Hipólito Mejía y Leonel Fernández han actuado a la vieja usanza”, con esto no promociono apoyo alguno electoral, solo hago justicia, por cómo le ví a actuar desde el Palacio en ese tenor, respetando el nivel de la clase política propios de la vieja escuela, donde se le reconocía el nivel a los cuadros políticos y no se le ninguneaba.
Mientras la desafección crece cada día por la irresponsabilidad, para los peledeístas Danilo y Leonel son los culpables de su desgracia, porque no se pudieron poner de acuerdo, y por ellos se perdieron las elecciones; o por el masivo engaño del que han sido víctima los perremeístas, que después de 16 años de oposición la amplia mayoría de sus cuadros políticos “no han visto a linda”, y por mi experiencia profetizo se quedarán así, porque el que logra sobrevivirle un año a un gobierno se quedó en éste, ya se acopló a las nuevas autoridades, y por su trabajo lo valorarán, los nuevos incumbentes les dará pena desvincularlos y por el oportunismo propio de la necesidad se expresará el empleado para preservarlo más perremeísta o Luisita, que los han estado años ahí pero, ese es el país que tenemos, hacerlo cambiar no es tarea fácil , más no imposible, solo basta que cada quien se valore y que cuando vuelva un vivo de estos timadores profesionales a enredarlos de nuevo en la campaña para si ganan volverlos a engañar, hagan como los tigueres de nuestros barrios “no le cojan muela y súbanle los vidrios”.